Kairy fue despertada por los cálidos rayos de sol que se filtraban por la ventana de la habitación. Después de un día de descanso, se sintió revitalizada y lista para enfrentar lo que fuera necesario. Se levantó con determinación y se vistió.
Decidió salir en busca de Renji. Sin embargo, al abrir la puerta de la habitación, se topó con Kiren en el pasillo, quien la observaba con su característica frialdad.
—Veo que estás más descansada —le dijo—. Prepárate, debemos ir a atender unos asuntos.
A Kairy no le sorprendió. Sabía que en algún momento tendría que salir de nuevo; después de todo, aún no conocía nada de la capital.
—¿Qué asuntos? —preguntó.
Kiren comenzó a caminar por el pasillo.
—No te quedes ahí —dijo sin responder a su pregunta.
"Siempre igual", pensó ella mientras le seguía. Aunque tampoco le importaba demasiado el motivo, tenía ganas de salir de allí y además, Shiro llevaba esperándola un día entero.
La joven continuó siguiendo a Kiren a través de la taberna, descubriendo que era mucho más grande de lo que aparentaba. Pasaron por algunos pasillos y subieron y bajaron largas escaleras antes de llegar a un amplio patio. En ese espacio, se encontraban varias armas y dianas improvisadas a las que varios hombres trataban de atinar. También había muñecos de madera con infinidad de muecas en el cuerpo y algunos mercenarios peleando entre ellos.
"Un patio de entrenamiento", pensó Kairy mientras pasaban de largo. La taberna de Renji no paraba de dar sorpresas. La joven no comprendía cómo había tanto espacio en tan solo un local.
Poco después pasaron por la zona de mesas, donde está vez, nadie miró a Kairy, quizás porque iba acompañada de aquel demonio.
Al salir, la joven se detuvo a recoger a Shiro, que la aguardaba en el mismo poste donde lo había dejado el día anterior. Parecía que el caballo también había aprovechado para descansar, pues se le veía muy enérgico cuando Kairy lo desató.
—Hola Shiro ¿Listo para explorar la capital? —le dijo con una sonrisa.
El caballo golpeó el suelo afirmativamente y la joven sonrió mientras tiraba de él.
El espadachín observó con extraña curiosidad el saludo de los dos amigos antes de comenzar a caminar.
Kiren guió a Kairy de nuevo por el distrito pobre, donde el ambiente seguía siendo sombrío y las condiciones de vida eran difíciles. La pobreza se reflejaba en las fachadas desgastadas de las viviendas y en la mirada cansada de quienes allí residían. A medida que avanzaban, se sumergieron en un mar de sonidos, entre susurros apagados y murmullos de la vida cotidiana.
ESTÁS LEYENDO
Sarumy
Фэнтези'El caos y la tormenta' Eso fue lo que Kairy vio en los ojos de su supuesto salvador, que la contemplaba impasible mientras su bufanda roja bailaba al son de las llamas. En un mundo donde los mapas mienten y las sombras avanzan sin cesar, su salvad...