CAPÍTULO 2

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POV ARTEM ROMANOV

El sonido sordo de mis puños golpeando el saco de boxeo resonaba en el gimnasio. Cada golpe era una liberación de ira, un intento desesperado por expulsar la frustración que me consumía desde hace dos días. Mi rostro y cuerpo estaban cubiertos de sudor y mis pulmones pedían agritos un descanso.

Enfrascado en mi entrenamiento, no me di cuenta de que mi padre había entrado silenciosamente en el gimnasio. Observó durante un momento antes de decidir intervenir. Levantó la mano para detener mi frenesí contra el saco, y me detuve, jadeante y con los nudillos en carne viva.

Ni siquiera me había puesto protección.

—Artem, ¿qué está pasando? —preguntó, su tono firme pero preocupado.

Aparté la mirada, evitando encontrarme con sus ojos. Mis emociones eran un torbellino, y me costaba poner en palabras todo lo que sentía.

—No lo sé, papá. Todo está mal, todo está fuera de control —gruñí, dejando escapar la frustración.

Amaba tener el control de mi vida y de todo a mi alrededor. Sin embargo, bastó con volver a verla para que todo mi mundo se volteara de cabeza. Un impulso frenético me invadió, y cediendo a él, la abracé. Ese simple gesto se convirtió en el peor error de todos. Incrustada en mi mente, la imagen y la sensación de tenerla entre mis brazos no me abandonaba, y cada pensamiento estaba impregnado del recuerdo de su cercanía.

Jodida mierda, murmuré interiormente con frustración.

La intensidad de mis emociones me desconcertaba, y me preguntaba cómo permití que algo tan aparentemente insignificante alterara mi mundo tan drásticamente.

Darko frunció el ceño y puso una mano reconfortante en mi hombro.

—Hijo, no puedes resolver nada golpeando un saco. Mejor asesina a alguien o cuéntame qué está pasando.

Suspiré y me dejé caer en un banco cercano. Ojalá pudiera decirle que se trataba de su intocable princesa, pero no, en lugar tenía que evadir el tema o en el peor de los casos mentirle.

—Son problemas míos, papá, nada de qué preocuparse, pero de lo que sí debemos ocuparnos son de los gemelos —murmuré, desviando la mirada hacia la ventana. Observó mi gesto con un ceño fruncido—. No quise decírtelo antes, pero las cosas en la academia están fuera de control. He recibido múltiples quejas sobre ellos. No captan las órdenes, tres de sus compañeros desaparecieron de forma misteriosa, y hasta el mismo general que tuvo problemas con ellos ha desaparecido.

El ceño de mi padre se profundizó aún más mientras procesaba la información.

—¿Hay evidencias? —preguntó.

—No las hay, pero sé que son ellos. No siguen órdenes; tienen sus propias reglas, y esto se convertirá en un problema para los tres en el futuro —añadí, sintiendo la urgencia de hacerle entender la gravedad de la situación—. Ellos nacieron para liderar.

Se quedó en silencio por varios segundos, asimilando mis palabras con una seriedad evidente.

—Incluso un líder sabe cuándo recibir órdenes. Tú eres mi primogénito. Serás el pakhan muy pronto y ellos serán tu apoyo. Recibirán órdenes tuyas y tendrán que aprender a atacarlas, y eso lo aprenderán en la academia.

—¿Tienes algo pensado? —inquirí, esperando una respuesta que pudiera tranquilizar las preocupaciones que acechaban mi mente.

Asintió lentamente, desviando su mirada hacia la entrada por varios segundos. A lo lejos, se comenzaron a escuchar algunas risas, y mis hermanos entraron por la puerta, acompañados de mis primos Aleksander y Aleksey.

OSCURA ATRACCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora