Kkangpae- Jenlisa (G¡P)

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Los chicos estaban ocupados lavando mis autos mientras yo acababa de despertar. Al mirar a mis niñas, que ya estaban desayunando, me sorprendí porque la cocinera no vendría hoy. Con una bata blanca, mi pelo castaño atado en una moña y unas pantuflas, las vi a las cinco sentadas en la isla de la cocina, disfrutando con gusto unos panqueques con fresas y arándanos.

me acerqué a Sullyon y le pregunté:

—Cariño, ¿quién les preparó el desayuno?

Terminando de tragar, ella me respondió:

—Lisa se levantó temprano y nos hizo estos deliciosos panqueques, mami. ¿Quieres?

Negué con educación, explicándole que estaba en una dieta sin azúcar. Optaría por mi batido para el desayuno.

¿Lisa? Pero si la encerré ayer y le entregué las llaves a Bangchan esta mañana. ¿Significa que él la sacó?. Necesitaba tener una conversación seria con él. Fue entonces cuando le pedí a Yeji que lo llamara. De manera obediente, dejó su plato en la mesa y se dirigió hacia el gran portón. Al abrirlo, vio a Bangchan lavando mi Porsche.

—¡Chris! —gritó—. Mi mamá dice que tiene que hablar contigo.

Desde lejos, pude percibir su pánico, lo cual me hizo reír.

él dejó rápidamente la esponja sobre el auto y corrió hacia mí.

—Vamos a mi estudio —dije de forma seca mientras subía las escaleras. Él hizo lo mismo detrás de mí. Mi estudio estaba una habitación antes que la de Lisa, así que no pude evitar mirar para ver si estaba allí. Efectivamente, la encontré sentada en el mueble de su habitación, viendo una película. Pude notar cómo sus ojos estaban hinchados. ¿Había llorado mucho anoche?

Cerré la puerta del estudio tras la entrada de Chris, y le indiqué que se sentara en la silla frente a mi escritorio. Suspiré antes de dirigirme a él de manera formal.

— ¿Fuiste tú quien retiró el seguro de la puerta? — pregunté. Con la cabeza baja, admitió que sí.

— Mírame a la cara cuando te hablo. Si tuviste las bolas de desafiar mi orden, ahora ten las bolas de mirarme a la puta cara, Christopher. —añadí, en tono más firme.

— Jefa, no pude evitarlo. Pasé por aquí porque me pidió que dejara algo en su estudio por la mañana. Escuché a Lisa llorar detrás de la puerta, me asusté y la abrí. Ella me vio, pero le aseguré que todo estaría bien. Me pidió permiso para ir a la cocina a comer algo porque tenía hambre. Se llevó un vaso de agua y algunas frutas, luego me agradeció y cerró la puerta. Me fui, y olvidé ponerle el seguro—Señorita Ruby, por favor, no me despida. Le prometo que no volverá a ocurrir— El rubio expresó sus palabras con un tono de terror.

Me llevé las manos a la cabeza con estrés, ya que me estaba dando migraña. Señalé a Chris mi frasco de pastillas, y él rápidamente me lo entregó. Las tragué sin agua y luego abrí y cerré los ojos varias veces.

— No te despediré por esto, Christopher. Tengo asuntos más importantes que atender, pero te aseguro que si algo similar vuelve a ocurrir, te enviaré a otro lugar, y créeme, no es agradable. — Chris tragó en seco ante mi advertencia.

—Vete de aquí. Me estresas con solo verte—le ordené. Rápidamente, salió de mi oficina sin olvidar hacer una reverencia. Necesitaba resolver las cosas pacíficamente con Lisa para evitar que me delatara cuando saliera de aquí, en caso de que lo hiciera.

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Era la hora del almuerzo, y dado que hoy tenía mi día libre, decidí llevar a mis chicas a un restaurante por carretera. Jungkook y Minho se unieron al viaje; sin embargo, necesitaba avisarle a Lisa. No quería que otro lo hiciera; prefería hacerlo yo misma, con valentía. Quería invitarla a almorzar con todos nosotros. Después de todo, formamos algo así como una familia. Conozco a Jungkook desde que tenía veinte años, y es mi empleado más leal, mi mano derecha. Por otro lado, Minho es como un hermano para mí. Christopher también lo es, pero su castigo sería lavar mis dieciséis autos él solo.

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Cuando llegó la hora de salir, mis chicas, Minho y Jungkook, estaban esperando en las dos camionetas. En una de ellas, se suponía que iría Vivian con Hyein. Jungkook estaba al volante, yo de copiloto, y Lisa en la misma camioneta. En la otra, estarían Yeji, Sullyon, Yuna y Minho. Solo faltaba que Lisa supiera a dónde íbamos. No había salido de la habitación en varias horas, y comencé a sentirme cada vez más culpable.

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Estaba frente a la puerta, lista para tocar, cuando esta se abrió de golpe y ella salió. Estaba increíblemente hermosa con un vestido blanco, el cabello suelto y ondulado en las puntas. Llevaba unos lentes de sol, ya que el sol estaba fuerte, y su maquillaje era sutil, apenas perceptible. Me quedé boquiabierta, todos mis sentidos alterados. Ella me miró sin expresión en su rostro, con sus hermosos ojos cafés, pero sin el brillo que solían tener. Ese brillo se había desvanecido, sin dejar rastro.

— ¿Nos vamos? —preguntó, rascándose la cabeza incómoda y desviando la mirada.

— Ah, sí, claro. —me sorprendí por la repentina formalidad—. Ven, déjame llevar tu pequeño bolso. — ¿Qué demonios acababa de decir? — Gracias. —Ella me lo entregó, y yo consternada solo lo tomé. Se adelantó y bajó las escaleras rápidamente, mientras yo caminaba a paso lento, tratando de procesar la extraña conversación.

—Debo hablar con mi psicóloga—dije, y aceleré el paso, necesitando un momento para procesar todo lo que acababa de suceder.

Estaba a punto de cerrar el portón cuando vi a Lisa hablando animadamente con Christopher, quien continuaba lavando los autos. Noté que sus ojos brillaban de una manera que no lo hacían cuando estaba conmigo. ¿Se sentía mal a mi alrededor? Esa sensación me lastimó un poco. Los vi tan felices que experimenté una extraña amargura. Christopher me vio y le dijo algo al oído a Lisa. Sentí una oleada de enojo, pero ella rápidamente se dirigió al auto. Miré a Christopher con intriga, pero decidí seguir adelante. Cualquier cosa que estuvieran tramando los dos, no me interesaba en ese momento.