022: I'm everyone's guy.

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El silencio en la casa de campo era sepulcral; solo el susurro de las hojas al caer interrumpía la quietud. La silla de la señora Joo permanecía inmutable, como un recordatorio constante frente a la vivienda.

Aunque Seo-ri sentía una familiaridad en el aire y el entorno, una sensación abrumadora de ausencia y tristeza invadía sus pensamientos, pintando su mente con la imagen de la difunta. Mientras movía una jarra de cristal alargada, cuidadosamente filtraba granos de café. Sus ojos seguían el flujo del líquido, mientras sus suspiros resonaban en la cabaña.

En un instante, apartó la mirada, notando una figura alta a un lado. Su cerebro tardó en procesar la información, pero al volver la vista rápidamente, su corazón latió al ver a una persona.

La figura se apoyó en la mesa de la cocina, sonriendo al verla. A pesar de intentar recuperar la compostura, Seo-ri lanzó una taza hacia él.

— ¿Te divierte lanzarme cosas? —preguntó él con una enorme sonrisa.

— ¿Cómo diablos me encontraste, Jeong Gu-won? —inquirió mirándolo con sus profundos ojos cafés.

— In-wook me lo dijo —informó, mostrando una llave que movía con un dedo en círculos—. Parece ser un buen asistente —.

— Lo voy a despedir. ¿Por qué le da mi ubicación a desconocidos...? —soltó ella, pasando una mano por su cabello, enfadada—. Dime, ¿qué quieres? —.

— Tienes que ir al funeral de la señora Joo —informó, provocando una mayor furia en ella—. Es la última oportunidad para despedirte —.

— No quiero hacerlo —cargó café en otra taza y suspiró—. Ni siquiera quiero saber nada de sus hijos por un tiempo —.

— No puedes dejar sola a Do Do-hee —continuó—. Ella está sufriendo, al igual que tú —.

— Entiendo que ella te guste tanto que quieras que todo esté bien entre nosotras —frunció el ceño y negó—. Ya estamos bien, ¿no? ¿Por qué pides más cosas si todo debe ser a su tiempo? —.

— Ella no me gusta —se mantuvo firme—. Solo me preocupo... —dejó que las palabras quedaran suspendidas en el aire—. Me preocupan ambas —.

Seo-ri se recostó en la mesa, acercando sus rostros. Ladeó la cabeza y sonrió levemente.

— ¿Qué es lo que quieres de nosotras, señor Jeong? —preguntó directamente—. Uno no se muestra interesado ni amable sin esperar algo a cambio —.

— ¿Qué? No quiero nada —ella tomó su rostro con ambas manos y lo observó—. ¿Qué crees que estás haciendo? —.

— Solo dime —continuó—. Sé sincero de una vez —.

MY PERSONAL DEMON | Jeong Gu-won Donde viven las historias. Descúbrelo ahora