AMOR DE CINE || FREENBECKY

36. Contigo

BECKY ARMSTRONG

¿Qué es el amor?

Creo que ahora sí puedo contestar esa pregunta.

Amor es todo aquello que no podemos decir con palabras, pero que sí se expresa con hechos. Lanzarte con la otra persona y no dejarla caer sola, aun teniéndole miedo de lo que hay ahí abajo.

El amor se vive más, no se dice, todo lo lindo lo arruina la gente. Entendí que no importa que tan mala sea la situación mientras se quiera y haya amor.

Y es que no es como, sino con quién. Todo aquello que tenga la inicial de la persona que consideras el amor de tu vida; siempre será accesible. Siempre querrás hacerlo, porque cuando se aman las únicas barreras que existen son las del amor propio.

Cuando eso se rompe. Deja de ser amor para convertirse en dependencia.

Entendí más cosas de las que creí poder. Porque llegó alguien a mi vida que me enseñó, que no se está únicamente en las malas, sino también en las buenas.

El amor es todo aquello que el ser humano jamás podrá explicar ni con ciencia.

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Freen siempre buscaba la manera de estar a mi lado, me di cuenta de que nuestro tiempo junta no fue limitado, teníamos ya tiempo en esto. En los cuales fueron más "te odio", que "te amo". Pero sin duda lo segundo hizo que lo primero desapareciera.

Nunca entendí que era caminar de la mano con una persona porque nadie nunca lo hizo conmigo, entonces Freen me hizo cuestionarme demasiadas cosas. Nunca entendí de que se basaba el amor, pero si esto era, sin duda, es una de las cosas más hermosas que todo ser humano debe permitirse sentir.

Miré a la pelinegra, la cual estaba buscando ropa en una maleta, tenía ojeras y estaba algo más delgada. Yo provoqué eso.

—Debes descansar —dije.

Esta se detuvo a mirarme, —Estoy bien, Becky.

—No estás bien. Yo... te he hecho daño. Fueron tres meses en los que no te dejé ni siquiera dormir, no debiste pensar tanto en mí —reprendí.

Freen resopló, —¿Quieres callarte?, no haces más que decirme lo que no debí hacer. Te extrañé, Becky, y esa es toda la verdad.

—Pero...

—¡Cállate, Mierda, no digas más nada por qué me enojaré contigo!

Bajé la mirada, arrepentida. No me gustaba decirle lo que ya era obvio, pero de igual manera lo hacía para que tuviera noción de que no veía justo para ella todo lo que yo le estaba haciendo pasar. Me sentía culpable. Luego de despertar de aquel coma, mi cuerpo se sentía cansado, mis piernas no respondían como tenían que hacerlo y mis párpados pesaban por más que descansara.

Cinco días en los cuales yo no hice más que dormir y cuando Freen llegaba comer algo de lo que ella me preparaba, la comida del hospital era una porquería. Mi madre me hacía compañía y me contaba cosas para que terminara de comprender todo, William era un buen humorista para mi aburrimiento y Charlotte con Engfa, pues alegraban mis tardes.

Pero lo que esperaba todo el día era la llegada de Freen, la cual por el motivo de los estudios y universidad no tenía casi tiempo conmigo, pero cuando podía lo aprovechaba. Y me daba rabia no poder mandarla a dormir porque ella me mandaba a callar y no era justo.

—Pu-puedo vestirme sola, que mis piernas no sirvan...

Dejó caer la ropa en la maleta y volteó a mirarme, enojada.