XIII - NERVIOS

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Empiezo a abrir mis ojos y me encuentro desorientado. ¿Dónde estoy? Me siento y observo a mi alrededor y recuerdo entonces los sucesos antes de dormirme.

─Yo… ¿Estoy en la cama? ─murmura y mira la sábana.

Seguramente Axel me dejó en la cama al notar que me dormí. Qué vergüenza… Me dormí abrazándolo…

¿Así o más vergonzoso?

Me siento en la orilla de la cama y observo la oscuridad de la habitación que poseía una tenue claridad gracias al balcón que daba vista a un lago; uno muy grande, a mi parecer.

Anteriormente no había visto el balcón debido a la cortina que lo tapaba, pero al ahora las luces estar apagadas, un poco de luz traspasaba la tela haciéndola medianamente trasparente.

Me pongo de pie y me acerco a este, abriendo la puerta y siendo recibido por una fresca brisa seguido de una hermosa vista. Me acerco y observo todo el exterior que podía ver a mi alcance. En definitiva, no sé dónde estoy.

─¡Hey, Oliver!

Miro a todos lados hasta que bajo la mirada hacia la izquierda y me encuentro con los ojos de Axel quien sonríe al ver que lo encontré; siento mis mejillas calentarse.

─En una hora nos reuniremos con el líder, deberías de ducharte y cambiarte de ropa, te iré a buscar para ir cont-… ─se interrumpe así mismo─ Para guiarte ─se corrige.

─Está bien ─sonríe levemente.

Entro nuevamente a la habitación, cerrando el balcón para después, entrar al baño. Me sorprendo al ver que este es diferente del de la ‘enfermería’; es más grande y, por lo tanto, más espacioso. También más lindo y poseía algunas cosas que no entendía muy bien para qué. Si bien, esa de ahí es la ducha, ¿Qué es eso que parece una cama, pero hundida en el medio? Que extraño.

Me desvisto y entro en la ducha; siento el agua recorrer mi cuerpo haciéndome soltar un suspiro satisfactorio. Miro un punto fijo del suelo pensando en todo lo que ha pasado y como terminé en este lugar, ¿estará bien quedarse mientras tanto? Espero no ser una molestia para ninguno de ellos, es lo que menos deseo.

¿Qué pasa si alguna de esas criaturas les hace daño? Aunque originalmente sabía que ellas ‘‘no pueden’’ tocar a los humanos, he empezado a dudar después del suceso de aquella casa…

Mientras divago en mis pensamientos, empiezo a huntarme jabón por todo el cuerpo. Joder, ahora me da un poco de vergüenza mi aspecto; soy tan escuálido, mi cuerpo es más hueso que carne, cuando llegué aquí era alguien del cual lo más seguro sintieron lástima al traerlo que otra cosa, además, algunos rasgos no me favorecen.

Suspiro y dejo el jabón a un lado, enciendo otra vez la ducha y dejo que el agua haga lo suyo. Miro la pared del baño pensando en mi pueblo, en mi padre, los policías y en Emmeline. Mierda, Emmeline; en estos momentos ya le habrán o le van a preguntar sobre mí, espero salga de esa. Mi padre seguro la habrá acusado cuando no me vio y formó un escándalo. Nunca puede hablar civilizadamente.

Vuelvo a suspirar mientras sacudo la cabeza y me toco la frente. Será mejor que deje de estresarme tanto o mi cabeza va a explotar.

Salgo del baño mientras me seco con una toalla y me observo en el espejo. Joder, estoy más escuálido de lo que pensé.

Eso es porque nunca te has visto en un espejo.

Claro que me he visto. En la casa de Emmeline.

Eso fue cuando tenías 9 y decidiste no volver a mirarte más porque te daba vergüenza.

Un Secreto En La Sangre (Libro 1 [BL]) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora