Epílogo

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...

—¡Esas basuras de super héroes están acabando con mis bebés!— gritó su horrible voz.

—¡Pero estamos haciendo todo lo que podemos!— respondieron ellos

—¡No me importa! Ustedes puedes hacer más ¿O no es así?— sus gritos se escuchaban hasta en la sala de estar, lugar en el que yo estaba.

—¡Claro que no!.. Es... Es todo lo que podemos hacer, sin super poderes no podemos hacer nada.— sonó la voz masculina.

—Exacto, ustedes tienen a un engendro con super poderes, así que si pueden hacer más que solo ver cómo Acmetropolis cae. — el jefe habló, su voz sonaba con odio.

—¡Pero es nuestro hijo! No podemos hacerle daño... no otra vez— habló con miedo la mujer.

Oh, cierto. Por abrir la boca me quitaron el habla, cuando apenas tenía 12 y quise llevar la paz entre la estupida rebelión y la empresa que me daba de comer, desobedecí las reglas diciendo de más y como consecuencia tuve que ser castigado, porque eso es lo que pasa cuando alguien te ama, te daña para que aprendas lo que no se debe hacer.

Su discusión terminó después de un rato, ellos salieron con miradas bajas, aún más silenciosos de lo que yo soy.

Desearía no haber estado en ese puesto de pizzas cuando aquel meteorito impactó el planeta, solo así no tendría poderes.

—Necesitas ayudarnos hijo... demuestra que nos amas.— habló mi padre —Somos tu familia, hazlo por nosotros, hazlo por Rip.—

Es cierto, son mi familia, las personas que me han cuidado y alimentado, quitándose cada semilla de la boca para darme a mí, porque me aman.

Pero mi hermano menor es a quien más amo, no puedo dejar que los rebeldes le hagan lo mismo que a mi, que por culpa suya se me cruzo por la mente llevar la paz entre ambos mundos, porque eso son.

Dos mundos distintos; el que no ve todo lo que la tecnología les da, y el que vive cómodamente viviendo una vida tranquila y rutinaria.

—Te amamos hijo, haz algo por nosotros... eres inteligente, algo se te ocurrirá.— habló mi madre.

—¡Y si no lo haces!...— habló con furia mi padre.

Ya estaba acostumbrado a esto, pero es mi culpa.
Se bien que para ganarme el corazón de ellos debo ser inteligente, debo inventar nuevos aparatos, debo resolver la vida que ellos quisieron darme. Los amo, y se que ellos me aman más, simplemente no saben cómo demostrarlo...

¿Pero que podría hacer? Ya intenté de todo, Almenos no 1 cosa. Había estado observando a una especie de perro mutante durante los últimos días, siempre lo encontraba extrallendo Lantano de los robots que mandamos al basurero.

Si era capaz de quitárselo, podría usar ese líquido para crear una bomba que destruiría el cuartel de los rebeldes fácilmente.

Como todas las noches, el tipo llegó, note que ya tenía recolectado una buena cantidad de lantano, así que sin pensarlo dos veces corrí a quitárselo, yo era muy veloz así que era obvio que no podría alcanzarme.

Al menos eso pensé, pues cuando llévaba un rato corriendo sentí como unas varillas me encerraban, era aquel chico al que le robé este extraño líquido azul.

Pero mi sorpresa más grande fue darme cuenta que él en realidad era un coyote, esa especie de animal que ha estado en guerra con con mi familia todo el tiempo, aquellos de su especie que comen Correcaminos.

Sentí mucho miedo, pues me tenía atrapado y lo más probable es que me comiera, pero en vez de eso me preguntó

—¿Quien eres?— Yo no le respondí, tenía mucho miedo y de poder hablar lo más probable es que hubiera tartamudeado.

Loo-n-s| Loonatics AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora