6 - Malentendido

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Kadir no tuvo que mirarse en el espejo para darse cuenta de que su ropa ya no le quedaba. No era un hombre vanidoso, así que no le prestaba atención a la moda. Solo compraba atuendos que fueran prácticos y cómodos. Como normalmente pasaba mucho tiempo en el campo de batalla o cumpliendo misiones, no solía renovar la ropa que dejaba en el palacio real. Por lo que al regresar notaba que luego de sus constantes entrenamientos, su cuerpo seguía creciendo y sus músculos también se hacían más grandes. Más de una vez sus camisas habían cedido por la presión y se habían rasgado irremediablemente. Suspiró molesto, mientras se desabotonaba los botones del cuello. Tal vez debería encargarle a Baldassare en cuanto llegara que le comprara algo de ropa nueva en la ciudad, imaginaba que se debía ver totalmente ridículo con este atuendo tan ajustado.

A fin de cuentas era casi un caballero errante. No vivía en ningún lugar fijo, cuando su padre falleció, no aceptó el título de duque que le correspondía, se lo dejó a su madre junto con la inmensa propiedad que poseían en el extremo oeste del país. Llevaba casi dos años sin visitar su hogar. Se mantenía de misión en misión, era lo único que le daba sentido a su vida. Recorrer lugares desconocidos, librando batallas donde su mente tenía que estar concentrada solo en sobrevivir y en crear estrategias para lograr la victoria. Por esta razón ahora estaba aburrido, la falta de actividad lo ponía de mal humor, no estaba acostumbrado a andar holgazaneando por el castillo. Pero no quedaba otro remedio, estaban en medio de una situación crítica. No era un buen momento para abandonar la capital. Aunque sus caballeros eran excelentes en combate, sabía que si se iba de vuelta a la misión que cumplia antes de salvar a Aylah no podría estar tranquilo, imaginando terribles escenarios donde Ellies aparecía para separarla de su lado. Debía quedarse al menos hasta que las cosas se estabilizaran y no existiera una inminente amenaza por parte del conde o los nobles que estaban de su lado.

Dió un largo suspiro mientras dejaba que sus pies lo guiaran sin apenas notar por donde iba. Al doblar en uno de los pasillos, alguien tropezó con él. Para ser exactos con su pecho, bajó la mirada, curioso de ver quien estaba prestando tan poca atención al caminar. Aylah se sobó la frente con una mano mientras alzaba la cara y sus hermosos ojos violeta lo veían con sorpresa. De todas las personas con las que podría haberse encontrado, a ella era a quien menos esperaba. Dudó por un instante ¿Cómo debería saludarla? ¿Acariciar su cabeza estaría bien? ¿O quizás debería hacer una reverencia y besar su mano? Mientras su cabeza se debatía entre las opciones, movió la mano sin pensar.

La expresión de Aylah era indescifrable mientras apartaba su mano y comenzaba a correr por el pasillo, poniendo toda la distancia posible entre ambos. La mirada en sus ojos ¿Acaso había mostrado desgrado? Kadir se quedó paralizado, confundido por lo que acababa de suceder, no sabía que pensar acerca de esto. No habían compartido mucho tiempo juntos desde su despertar, pero ella siempre le mostraba alegres sonrisas cuando se encontraban. Esta vez no había sido así ¿Qué podría haber cambiado? La respuesta llegó demasiado rápido: Ellies. Ahora sería totalmente normal que rechazara que cualquiera la tocara, y más si se trataba de un hombre. Esto podría hacerla revivir todo lo que había sufrido a manos de ese maldito desgraciado.

—Esto es algo totalmente increíble —dijo una fuerte voz femenina muy cerca a modo de reprimenda sacándolo de sus atribulados pensamientos— su única tarea era cuidar de la princesa y sale de la habitación justo bajo sus narices. Tione va a estar muy molesta —añadió dirigiéndose a Jor y Bryn cuyas caras expresaban la imagen de estar a punto de llorar.

Aunque estaba de espaldas, pudo reconocerla de inmediato. Se trataba de Selian, la sirvienta que habían dejado infiltrada en la mansión cuando Aylah despertó. Una joven mujer de fuerte carácter y un enorme sentido del deber. Todo lo contrario de su hermana gemela Valian, una de sus cinco comandantes más fuertes, pero al mismo tiempo la más temeraria, intrépida y terca. El hecho de que estuviera aquí era tanto un alivio como un inconveniente. Por un lado no corría peligro de caer en las manos del conde, pero por el otro significaba que habían perdido un espía en la mansión. En un momento crucial como este, en el cual necesitaban toda la información posible de los movimientos del conde, no era una muy buena noticia.

Las caras de Jor y Bryn se torcieron en gestos de miedo al ver aparecer al gran general tras Selian sin que esta lo notara. Kadir estaba acostumbrado a este tipo de expresiones, las veía de manera constante al llegar a cualquier lugar. Su imagen temible y su rostro carente de expresión solían provocar este tipo de reacción con frecuencia.

—Cuando la encuentren denle espacio. No está acostumbrada a tener tantas personas a su alrededor cuidando de ella de manera sincera —la voz de Selian se suavizó un poco al hablar notando el súbito cambio en las expresiones de los rostros de las jóvenes, las estaba regañando, pero no era para que la miraran como si se tratara de un monstruo a punto de atacarlas— siempre imaginen como debe sentirse ella. Nuestra princesa es una niña que despertó en un cuerpo de alguien mayor, que perdió su familia y sus recuerdos. Es una persona frágil, delicada, que debe ser tratada con cuidado —soltó un largo suspiro mientras volvía a su postura inicial— ¿Ahora que están esperando? ¡Muévanse! —ordenó de manera autoritaria mientras ambas jóvenes salían huyendo a toda velocidad del lugar.

Selian se giró sorprendida al sentir la presencia de alguien más, se topó con la mirada de Kadir y de inmediato ejecutó una profunda reverencia. Él no estaba sorprendido en absoluto, aunque se conocían desde pequeños e incluso entrenaban en el mismo lugar, ella mantenía la distancia y el respeto correspondiente al rango que Kadir ostentaba. Siempre había sido molesto que lo tratara así desde el día en el que se convirtió en gran general.

—¿Por qué no levantas la cabeza? —preguntó irritado.

—Porque estoy lista para recibir mi castigo por haber fallado en mi misión de proteger a la luz del reino —respondió Selian con desición

—Entonces todos deberíamos ser castigados, por permitir que fuera tratada de esa manera

—Si hubiera imaginado lo que sucedía, o al menos obtenido una pista, hubiera cortado el cuello del desgraciado en medio de la noche —la voz de Selian y su mirada eran frías al alzar la cabeza— Aproveché el desastre y la confusión que causaron al irrumpir en la mansión para escabullirme antes de que alguien lo notara. No sabía si necestarian de mi ayuda.

—Aunque fue rápido, pensé en una distracción para poder escapar de manera segura. no teníamos mucho tiempo así que tuve que improvisar sobre la marcha. Era lógico que pensaran que dada la condición física de Aylah, ella sería trasladada en un carruaje. Por lo que nos dividimos en dos grupos, la tarea de Baldassare era servir de carnada, cubriendo nuestra retaguardia, para que pudiéramos escapar sin peligro y llegar a la capital sin que nadie nos siguiera.

—Su estrategia fue un éxito. Vi los cuerpos de varios de sus guardias junto al carruaje destruido y las huellas que indicaban que iban de regreso a la mansión —en su voz podía sentirse una nota de satisfacción al decir estas palabras— lo único que lamento, es no haber podido traer a la señora conmigo.

—¿Bethel?

—Si, es alguien que por desgracia no tiene ni la juventud, ni la habilidad para seguirme el paso en medio de una tormenta de nieve. Realmente es una lástima haberla dejado atrás, cuidó a la princesa de manera devota, le ofreció todo su cariño y su protección.


Destinada a renacer 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora