Me dirigí a esa tumba que yo misma cavé para ti, sigue intacto… nadie se acerca a excepción de mí. Empiezo a cavar lo poco que queda, abro el ataúd, siento tu olor, no es el mismo de siempre, pero este olor es mejor, se parece más a ti.
Me agrada ver que llevas puesto la camisa que te regalé el día en el que feneciste, tal vez fue egoísta de mi parte el asesinarte de esa manera, pero es que cariño ¿acaso no lo entendiste? Te quería solo para mí y no me dejaste otra opción, pero es mejor así… yo aquí, en la tierra contactando con los vivos y tu allí sin vida, esperándome hasta el resto de mi existencia.
¿Fue tanto mi avaricia que tenía que ser de esta manera para ti? Lo admito, soy una demente, pero… es que tú nunca lo entendiste. Todo esto lo hice por ti.
Sé que no me amabas lo suficiente como yo lo hacía, pero fui a la que más y la última que amaste y yo… pese a todo, siempre sostendré nuestros recuerdos y tu corazón, porque al final solo existo para amarte, aunque ya no estás conmigo, mi dulce invierno.