A las 6:00 am, los primeros rayos del sol ya iluminaban ligeramente el horizonte mientras preparaba mi desayuno. Mis ojos se perdían en el paisaje del jardín, y esta vez cociné un poco más, con la intención de alimentar al hombre. Un ruido me sacó de mis pensamientos: él comenzaba a despertarse, y Bailey, con su nariz húmeda, olfateaba su rostro curiosamente.
— Bailey — Llamé, pero el parecía intrigarle más el sujeto, al igual que a mí.
Se levantó de golpe, desconcertado, mirando a su alrededor sin comprender dónde estaba ni cómo había llegado allí. Me acerqué para retirar a Bailey de su regazo, pero cuando me vio, su sorpresa aumentó. Dio un pequeño salto hacia atrás, como si estuviera a punto de atacarme. Instintivamente, retrocedí y jalé a Bailey hacia mí.
— Hey... — dije dejando a mi cachorro en el suelo — No voy a hacerte daño
A él pareció no importarle, pues se inclinó ligeramente para golpearme, pero la herida en su abdomen lo detuvo. Al bajar la mirada, se dio cuenta de que su torso estaba desnudo y un vendaje cubría la zona alrededor de su ombligo. Cuando volvió a mirarme, nuestros rostros quedaron frente a frente, y una extraña energía pareció llenar el ambiente. Mis curiosos ojos, de un verde esmeralda, se encontraron con los suyos, grises como aquella noche. Ya no estaban vacíos; ahora reflejaban una mezcla de confusión y agradecimiento. En ese momento, nuestras miradas conectaron casi al instante.
— No te muevas mucho — dije mientras me dirigía de nuevo a la cocina — Puedes estropear el vendaje, es un milagro que estés vivo.
Sentí su mirada seguirme, como si quisiera penetrar en mi mente y escarbar dentro de ella. ¿Por qué me sudaban las manos ahora? Milagrosamente, apartó los ojos de mí y los dirigió hacia la ventana. Sin embargo, Bailey, ansioso por hacer un nuevo amigo, se acercó a él y le lamió la mano. El hombre, sorprendido por el gesto del cachorro, lo observó desconcertado. Al voltear, vi a Bailey intentando establecer contacto con el desconocido, pero parecía tener mi misma suerte.
— Es mi mascota — odio los silencios incómodos — Bailey — me acerqué un poco más para ofrecerle un plato con comida.
Su mirada oscilo entre mi y el plato.
— Es para ti — expliqué como si se tratase de un alien.
Seguia sin moverse.
Dejé el plato sobre la mesa y lo observé con extrañeza. Debía comer. Se debilitaría más si no lo hacía y ya estaba bastante grave. Pero su silencio también me inquietaba. Desde que apareció en mi jardín, no había pronunciado una sola palabra.
— Ehm... — balbuceé, sintiendo los nervios en mi voz. — Voy a ir a mi habitación... no salgas y, por favor, no te muevas. Regreso en un minuto. — añadí lentamente, midiendo cada palabra, y su silencio fue lo único que necesité para tomarlo como una respuesta.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Cuando terminé, me asomé discretamente por la puerta de mi habitación y lo vi comiendo con avidez, como si no hubiera probado bocado en mucho tiempo. Con cautela, tomé la cámara y, sin hacer ruido, capturé una foto del momento.
No falta que ahora te salga con flash
Sí, definitivamente sería buena causal para un suicidio. No debería decirselo a mi psicologa, capaz y luego me encierra en algún manicomio.
Salí despacio hacia la sala y descubrí que Bailey estaba acostado en sus pies, me pareció algo tierno y sonreí inconscientemente antes de mirarlo, pero él ya estaba mirándome.
— Espero que estés mejor — dije esperando que no me respondiera mientras secaba mi cabello con una toalla dirigiéndome hacia el jardín para dejar que se secara naturalmente.
— Sí — respondió después de una larga pausa.
El mundo se detuvo, al igual que yo.
Su voz era profunda y potente, con un toque de calidez que se sentía forzado en ese breve monosílabo. Seguí secándome el cabello con la toalla, mientras reflexionaba sobre lo inusual de su tono y la extraña sensación que provocaba en mí. No era desagrado, en absoluto. Era algo peculiar, pero de una manera intrigante.
Confirmando la hora le dije – Debes regresar, mi padre puede despertar en cualquier momento y no puede encontrarte aquí.
— Mi máscara... — murmuró un poco más serio.
— Está lavándose, estaba tan sucia que... — Al girar distraidamente me tope con su expresión estoica fulminándome con esa fría mirada que había visto anoche.
— ¿Por qué la quitaste? — la calidez en su voz se había esfumado por completo y tenía el ceño fruncido mientras retrocedía para darme la espalda y volver al sofá.
— Quería conocer al hombre que salvé — contesté algo molesta a su grosero comportamiento.
— ¿Salvar...? — preguntó después de una pausa no tan larga.
— Sí, tenías cortes por todo tu brazo derecho y una herida de bala por la cual perdiste aproximadamente más de un litro de sangre — sin mi no hubieses vivido
De mucho te sirve guardarte el comentario.
Mientras desaprobaba su comportamiento, escuché el sonido de una puerta que se abría, y por un instante, sentí que se me helaba la sangre; pensé que era papá. Sin embargo, no era él. Mi latido se recuperó. El sujeto había entrado en mi habitación para vestirse, o al menos, eso era lo que quería creer.
— Esto es increíble — comenté sarcasticamente para mi misma por lo bajo mientras rodaba los ojos.
Mientras la joven maldecía en voz baja, el hombre escaneó el cuarto en busca de armas o elemento sospechoso, pero solo encontró una pared llena de fotos de la persona que aseguraba haber salvado su vida. Se vistió rápidamente, observando cada rincón de la habitación. Al terminar, su mirada se detuvo en la pared, donde una de las fotos le llamó la atención. En ella, la persona de afuera sonreía, acompañada de una pelirroja un poco más alta. Sin embargo, su mirada se clavó en aquella castaña de ojos claros, que deslumbraba con su radiante sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
OUT OF PLANS || Winter Soldier - Bucky Barnes
RomanceEl Soldado del Invierno fue enviado a una misión que lo deja malherido por una herida de bala. En el afán de conseguir asesoramiento médico llega al jardín de la casa del millonario Tony Stark en donde queda inconsciente por la falta de sangre. Par...