Buenos días

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Me despierta el despertador de Esther. Me giro hacia su lado y, tras enfocar, veo su rostro. Está resoplando, con sueño, se acaricia el pelo mientras mira hacia el techo con la mirada perdida. Se percata de que también estoy despierta y acerca su cara a la mía. Nos damos un suave beso mientras me giro hacia ella acercando mi cuerpo al suyo. Mis manos recorren su cuerpo desnudo desde su espalda hasta su trasero. Ella hace lo propio, centrándose más en mis caderas, acariciando por encima de las mallas.
—¿Qué tal te encuentras? —se interesa por mí y por los dolores intermitentes que me siguen martirizando.
—Bien. Creo que bien. ¿Qué tal tú? ¿Te levantas ya?
—Sí, ya sabes que me gusta ponerme las pilas rápido.
Me da dos nuevos besos y me acaricia la cara, apartando el pelo de mi frente y se levanta. Con mi cuerpo apoyado en mi lazo izquierdo, veo su cuerpo moviéndose entre la poca luz que me llega de la lámpara de sal.
Comienzo a oír el ruido del agua de la ducha mientras noto una nueva mano en mis caderas. Dani, desde detrás, se acerca a mí para darme los buenos días. Está tan cerca que me resulta fácil notar su emergente erección.
—Buenos días, te noto contento —le digo, dejándome hacer.
—Tal vez lo estoy. Ya sabes que me encanta verte en leggins, pero ahora mismo, me molestan para la idea que tengo.
—Llevo las viejas.
Puede parecer una respuesta extraña. Pero es una frase secreta que tenemos desde hace tiempo. Decirle que llevo las mallas viejas significa que voy vestida con unos leggins con un agujero en la tela.
Dani lo capta al momento. Dejo de sentir su mano en mi cadera y comienzo a notarla en mi entrepierna. La introduce entre mis muslos, buscando con sus dedos un agujero que le dará vía libre a mis labios vaginales.
Arqueo el cuerpo para facilitar su tocamiento mientras humedezco la yema de sus dedos. Complacido, retira su mano para acercar su cuerpo al mío. Con gran habilidad, acerca la punta de su pene y juega buscando el momento oportuno para introducírmela por completo.
Mi gemido le da la confirmación de que la noto entera en mi interior. Su penetración, suave, pero rápida, me llena por completo mientras muevo mi cuerpo levemente para evitar que se salga cuando comience a follarme.
Poco a poco, sus suaves y delicados movimientos, se convierten en fuertes y firmes embestidas, que me hace sentir afortunada. Si ya antes me notaba húmeda, ahora ya empapo todo su miembro, favoreciendo sus movimientos en mi interior.
—¿Vas bien o cambiamos? —me pregunta mientras me acaricia el pecho por encima del sujetador.
—Quiero besarte —le solicito mientras me dejo hacer por completo, dándole el control total.
—Vale.
La saca despacio mientras me empuja cálidamente con su mano, indicándome que desea que me ponga boca arriba. Coloco mi cabeza en la almohada y busco una posición cómoda mientras separo las piernas abriéndome hacia él. Veo a Dani apartar las mantas, ponerse de rodillas delante de mí y acercándose a besarme mientras su pene planea en el aire hacia un destino que desea su llegada.
En mi boca, mis labios se fusionan con los suyos, abriéndolos para favorecer que su lengua juegue con la mía. Justo en ese momento, por debajo de mi cintura, otros labios se abren, pero para favorecer la entrada de su polla, palpitante, muy cerca de llegar a un clímax del que yo creo estar lejos, pero que tan solo un minuto después, descubro que estaba muy próximo.
Ante mi sorpresa, llego al orgasmo. Sus fuertes sacudidas, su rápida técnica de meterla y sacarla con un maravilloso ritmo, me hace correrme, retorciendo mi cuerpo, rodeando con mis piernas su cintura.
Un líquido espeso, húmedo y caliente entra con fuerza en el interior de mi vagina. Un chorro potente que llega muy adentro y que me produce una suave y delicada caricia.
Recién follados, nos miramos a los ojos, intentando recuperar el aire que nos falta en los pulmones y que hemos dejado escapar mediante nuestro placer.
Sin haber salido de mi interior, escuchamos la puerta del baño abrirse. Esther sale recién duchada, con una toalla envolviendo su pelo y vestida con una camiseta de tirantes y un pantalón vaquero ceñido.
—Que sepáis que os he escuchado —dije sonriendo con picardía.
—¿Y qué has oído? —quiere saber Dani, dándome un nuevo beso en los labios.
—Diría que, atando cabos, creo que habéis follado y que Mónica necesita de mi ayuda para no manchar las sábanas.
—No me vendría mal que me acercaras unas toallitas.
—Tengo una idea mejor —Esther le pide a Dani que se aparte, que me la saque mientras ella se acerca a mí. Se muerde el labio y me mira pícara a los ojos.
Dejo de notar la presión intensa de Dani, que me llenaba, y comienzo a notar su corrida como inicia un movimiento con la intención de salir al interior. Pero ese semen, no llegará nunca a manchar ninguna sábana.
La lengua de Esther recorre con firmeza de abajo a arriba, subiendo por toda mi vagina y recogiendo la esencia introducida por Dani. Termina dándome un toque con su lengua en mi clítoris y vuelve a bajar para repetir el mismo movimiento hasta tres veces. Abre su boca y envuelve mis labios para introducir su lengua en busca de absorber y succionar toda sustancia que quede dentro de mí.
Me conoce. Ella sabe que si en ese preciso momento sigue así, me volveré a correr. Sé que sus intenciones son esas cuando comienza a jugar con buen ritmo con su lengua.
El placer me invade. Deseo que siga, deseo que me coma por completo, deseo llegar a un nuevo orgasmo que, a este ritmo no tardará en llegar.
Noto como mis piernas tiemblan. Me cuesta tener los ojos abiertos. Ella sabe usar la lengua mejor que Dani y sus orales son dignos de elogiar. Me retuerzo, gimo, se me erizan los pezones mientras me succiona con su boca cada milímetro de mis zonas erógenas.
Me corro. Lo hago mientras Dani me coge de la mano. Mi orgasmo me inunda, produciendo más flujo que es absorbido rápidamente por Esther, que disfruta de ser la responsable de mi placer.
—¿Te preparo café? —con sus labios todavía mojados, comienza a incorporarse para prepararme el desayuno junto a Dani, que se acerca para besarla.
Veo como se morrean, ella vestida, él, desnudo, con su pene al aire, sabiendo que Dani está saboreando mi sabor de la boca de Esther.
De pie, delante de la cama mientras intento reponerme de dos orgasmos tan seguidos, los veo irse, saliendo de la habitación, mientras me conceden unos minutos para reponerme.
Cogidos de la mano, besándose, riéndose, abrazándose, los veo alejarse mientras me da por pensar en el hecho de que acaba de comenzar el día y ya me he corrido dos veces.
Soy feliz.

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⏰ Última actualización: Jan 22 ⏰

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