Capítulo diez

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—Buenos días, pensé que te quedarías en casa con Abraham

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—Buenos días, pensé que te quedarías en casa con Abraham.

Trago mi café con crema para aligerar el nudo en mi garganta y mi hermano presiona un beso sobre mi cabello antes de rodear la barra, paseo mi lengua por mis labios limpiando la crema de mis comisuras antes de soltar un suspiro.

Era un plan, realmente quería quedarme en esa casa para ir acostumbrándome y no sentirme incómoda al momento de mudarme, pero me sentí ahogada en cuanto nos detuvimos en la puerta sin llevar a Lindsay con nosotros.

Se sintió mal saber que ella todavía debía dormir en aquella casa que odia y que dormiríamos ahí sin ella. No pude hacerlo.

Abraham se dio cuenta de mi incomodidad en el auto y preguntó si quería que me trajera a mi casa nuevamente, solo asentí en silencio y justo eso sucedió.

—No quise dormir allí sin Lindsay —Le admito a mi hermano mientras dejo mi taza sobre la barra, miro distraídamente su camiseta azul y jeans negros—. ¿A dónde vas?

—Llevaré a Oliver a un partido de beisbol.

—¿Oliver? ¿Oliver el hermano de Elodie?

—¿Conozco otro Oliver? —murmura de mala gana entrecerrando los ojos hacia mí y yo ruedo los míos.

—No tengo idea, imbécil, no conozco a todo el que tú conoces y es un maldito nombre común —Le arrojo una cuchara y él la esquiva, inclinándose por sobre la barra me roba una tostada y yo intento quitársela, pero la muerde casi completa—. Ojalá te envenenes.

—Si no le pusiste veneno ¿Cómo pretendes que suceda?

—¿Quién dijo que no le puse? —Levanto un hombro restándole importancia—. Estoy practicando como deshacerme de Abraham para quedarme con su dinero.

—Como si lo necesitaras —revira mi hermano esta vez intentando tomar mi taza de café así que lo manoteo y la retiro de sus dedos.

—Haz tu propio desayuno, ladrón de mierda.

—¿En qué momento te volviste tan egoísta?

—Desde que hiciste desayuno para ti solo hace dos semanas cuando yo siempre hago para ti.

—Te levantaste a mediodía, el almuerzo ya estaba listo, estúpida.

—¿Y qué si me hubiera levantado más temprano? —Levanto las cejas crispando los labios y es su turno para rodar los ojos—. Mejor cállate y explícame ¿por qué llevarás a Oliver a un partido?

—Se lo prometí, me encontró viendo un juego en mi oficina y se quedó a verlo conmigo, fue un poco inconscientemente cuando le dije que podía llevarlo a uno, ahora las dos últimas veces que me ha visto me pregunta cuando lo llevaré, y hoy hay uno —Se encoge de hombros restándole importancia.

—Ahora dime ¿Cómo harás para que Elodie te deje llevarlo solo?

—Ella viene con nosotros —Arqueo una de mis cejas, pero él no me mira mientras se mueve hacia el refrigerador—. Es más fácil eso que contestar una llamada suya cada cinco minutos.

El favor más dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora