Peter sabía que Wade no mentía.
Si el sobrevivía, no había duda de que volvería a buscarlo. Pues prometía matarlo y seguramente lo intentaría.
Si eso llegará a pasar, pensó. Si Wade volvía, está vez Peter no se contendría.
Lo desgarraria con sus dientes, destrozaría la carné y bebería la sangre, haciendo de Wade un festín.
Pero por el momento, el se marchaba. Lo cual era un inconveniente, por qué efectivamente habitaba la fábrica.
Entonces ahora no tenía a dónde ir, la noche era fría y la nieve mucha. Dormir en una plaza no era una idea atractiva.
No se le ocurría muchas ideas, no había opciones para el.
Entonces pensó en Beck, en el calor que emanaba de su piel. Podía sentirlo, como la caricia de un fantasma, contrastado al frío invernal de la noche.
Pensó en Beck a quien el, en su infinita compasión, había perdonado la vida.
El en definitiva le debía una...
Pensó que estaba buscando una escusa. ¿Y que si quería verlo?.
Permaneció merodeando por el edificio, hasta que un inquilino distraído dejo la puerta abierta, fue entonces que se escabullo en el lobby y fue rápidamente al ascensor.
No le prestó atención a su reflejo, debió hacerlo, pero no lo pensó.
No hasta que llamo a la puerta.
Beck emergió del otro lado y su aroma golpeó a Peter como una avalancha. Fue exquisito.
En el rostro de Quentin pasaron demasiados espectros de emociones. Desde el desconcierto, al reconocimiento. Se lo vio positivamente sorprendido por un segundo, luego su rostro se deformó en preocupación.
Peter se vió a si mismo, siguiéndo su mirada. Su buzo gris manchado con gotas de sangre.
Pensó que era una pena, ahora el tendría miedo, el miedo lo volvería mezquino y el tendría que matar al hombre asustado.
Pero entonces vió la sangre en su manga. Recordó que una bala había perforado su omóplato. Y se sintió aliviado por no tener que matarlo aún.
Podía decir que era suya, no tendría que temerle.
-¿Puedo pasar?. - preguntó en baja voz.
Beck se vió dudoso, pero su preocupación fue mayor y se hizo a un lado.
Le pregunto si estaba bien, insistió en ir al hospital y Peter se negó. Beck lo vio con sospecha.
Peter entonces se refugio en una pequeña mentira, o una verdad deformada, le dijo que su ex intento matarlo, que terminaron su relacion cuando el descubrió que lo engañaba con su padre, estaba huyendo de casa por qué lo hostigaba, le dijo que estaba asustado.
Beck lo abrazo con delicadeza, quizás queriendo consolarlo de esta terrible situación. Peter se dejó envolver en el calor de sus brazos, hundió su nariz en el pecho ajeno y lleno sus pulmones tanto como pudo de el.
-¿Puedo quedarme contigo? - cuestionó con dulce voz.
Peter sabía que tenía ese no se que, que hacia que la gente quisiera cuidarlo.
Lo vio entré sus pestañas, de la forma más trágica que pudo.
- por supuesto.
Peter se alejo tímidamente, y se quitó el buzo junto a la remera.
-¿No sentiste frío?. - cuestionó asombrado Beck, muy poca ropa para tan duró clima.
Peter se encogió de hombros, su omóplato escoció, pero no le dolía como debía doler una bala.
El apenas sentía.
Sin embargo Beck se alarmó, insistió nuevamente con el hospital y Peter tuvo que contenerse para no rodar los ojos.
- no quiero salir a las calles. - respondió, entonces se abrazo a el, como quien busca consuelo. - la sola idea me aterra. Yo me siento seguro aquí, junto a ti.
Pego su torso desnudo contra el, sintió los latidos rítmicos de su corazón. Escucho la duda, pero Beck cedio.
Peter casi se reía, era increíble lo fácil que resultaba, como acariciar el orgullo lograba convencer a una persona de una completa locura.
Beck sin duda tenía sus propios demonios, por qué aquí estaba, convencido de que era una especie de héroe para Peter.
No siquiera se conocían, pero Beck ya estaba en la palma de su mano.
Terminó por tratar su herida, sacó la bala e ignoró como una pequeña voz en su cabeza, le susurraba que algo no estaba bien. Había algo extraño.
Peter no se quejo cuando metió unas pinzas para sacar la bala, cuando desinfecto y cosió.
Era raro, por decirlo menos. Pero quiso creer que era por un tipo de shock, causado por traumáticos eventos. Sus palabras previas danzaban en su cabeza, temia por Peter.
Claro que algo no estaba bien, se respondió. Estaba atendiendo a una persona herida a causa de una bala. Herido por un ex que era capaz de matar.
Un posible homicida suelto en las calles de la cuidad.
Beck comenzó a preguntarse si no era el mismo tipo que buscaba, cumplía con el perfil. Y era obvio sospechar que la ola de homicidios provenían de la misma mente perturbada.
Es decir, desmembramientos, previos a la muerte de la víctimas. Cuenca ocular vacías, desaparición de órganos. No había duda de que los casos estaban conectados.
Cuando terminó su labor, Peter giró la cabeza para verlo a los ojos.
Quentin suspiro. Peter le sonrió y el no pudo hacer más que corresponderle.
Quería decirle que todo estaría bien, sin palabras, se inclinó hacia el y beso la herida. Peter perdió el aliento.
El se derritió con el acto, giró completamente para estar frente a el, tomó su rostro con ambas manos, sintiendo bajo su tacto el liguero rastro de barba.
Peter lo besó, Beck correspondió, lo sintió como un cable a tierra, devolviéndolo al ahora. Aveces el se perdía en su trabajo, tan metido en rincones oscuros que olvidaba que el estaba vivo.
Cuando el beso finalizó Beck lo trajo hacia si, sentandolo en sus piernas, sobre él, abrazándolo. Su piel expuesta a él, mortalmente pálido, sorpresivamente tibio.
Sus ojos turbios, sus labios entreabiertos, húmedos y brillantes, como sus orejas y mejillas, sonrosados.
Beck se sintió conmovido, como aquel que mira una pieza de arte y parece comprenderla.
- yo te cuidaré. - prometió, y Peter sabía que no mentía.