V. Protector

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𝓝𝓪𝓻𝓾𝓽𝓸

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Tal y como había predicho la lluvia inundo la tierra, por días y noches enteras alternando grandes diluvios y ligeros chubascos matinales.Alonso vivía en paz. Aunque la amaba, no podía sentir cierta indiferencia hacia Camille cada que ella trataba de vivir como una devota esposa que se esforzaba al máximo por su marido.

Era como vivir con una extraña cada que esos momentos ocurrían, momentos en los que ella quería ser una mujer y tener a su marido en la cama, o momentos en los que frente a una fogata ella esperaba caricias y lindas palabras que la hicieran sentir amada. Ella, con el corazón y el afecto agonizante lo comprendió pronto: su marido no la amaba con el corazón. No sentía el calor en su tacto, no sentía que sus corazones se acompasaran al besarse y no sentía esas mariposas en el estomago que tantas mujeres decían sentir por sus esposos. No, ella no era amada y a su vez, poco a poco dejo de amar a su esposo; pero eso estaba a punto de cambiar; si, él se enteraría y entonces la volvería a querer y no solitaria su mano nunca, aunque ella ya no deseaba ser sostenida por su mano.

El viaje se prolongo más de lo esperado, todos los caminos estaban inundados y la lluvia no pararía. Alonso estaba angustiado, si el tiempo seguía así llevaría semanas encontrar otro camino de vuelta y más aun esperar a que el agua librara el camino; sin embargo, la ausencia le parecía cómoda. Las noches eran húmedas y silenciosas y le permitían soñar con los momentos felices de su primer hogar; aquel hogar que parecía tan perdido pero que había sido todo para él ¿Cómo estarían sus amigos? Claramente lo odiaban y maldecirían su nombre ¿Neji habría superado su timidez y se atrevería a hablar con una chica? ¿Lee al fin seria rival en fuerza para el enérgico Kiba? ¿Choiji habría controlado su gula? No podía imaginarlo, no podía pensar en ellos y en como estarían sin antes ver sus miradas indignadas y sus dedos acusarlo de la mayor de las aberraciones.

¿Y al final para qué? Para terminar olvidado en aquel rincón del mundo sin amigos ni familia ni nadie en quien refugiarse; condenado a vivir así por la eternidad antes de ir al infierno y pudrirse para siempre ahí. Alonso desecho la idea con miedo y se levantó de la cama. Sigiloso se dirigió a una sección oculta del suelo de la cocina y removió la piedra que cubría una esquina; con una delicada confianza saco un bulto cubierto de tela que desenvolvió con cuidado, sonrió con entusiasmo al ver sus dos espadas finamente pulidas por él, con el pomo y los gavilanes recubiertos de oro fino y piedras preciosas; aquellas espadas eran el único recuerdo que conservaba de su hogar y eran sus mejores amigas.

Las sujetó y sopeso girándolas con destreza por sus dedos, se coloco en guardia y las movía simulando embestidas y tajadas. Poco a poco agarro confianza y superando el dolor de su humano cuerpo comenzó a girar sobre si mismo atacando a un enemigo imaginario; intercambiaba su peso entre sus piernas y se movía con una peligrosa gracia. La adrenalina corría por sus venas, cada golpe era certero y silbaba el aire; pronto comenzó a respirar agitado y jadeaba furiosamente mientras rebanaba un par de cortinas y un jarrón de cerámica que había en la mesa, sus ojos veían enemigos en todos lados y justo cuando una sombra se asomo por una esquina de la puerta apenas visible Alonso lanzo ambas espadas con una mortífera precisión clavándose en la pared y provocando un chillido gutural. Alonso se quedo congelado al ver aquella sombra que se agitaba y más aún cuando desapareció por la puerta. Se asomo y solo la puerta húmeda por la lluvia fue lo que vio ¿Qué era eso? Cuando regreso a su pequeño comedor había una sombra oscura en el suelo que parecía más una mancha y lo reconoció de inmediato.

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⏰ Última actualización: Jun 28 ⏰

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Pecados  (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora