Luna Sangrienta: Hinata la Anbu

013 "Sunagakure"

Durante el recorrido, todo transcurrió en paz. La noche oscura convertía los alrededores en una escena aterradora, pero la luna llena iluminaba el camino de regreso a Suna con su radiante luz. Sin ella, todo estaría sumido en la oscuridad absoluta. Durante el regreso, reinaba el silencio, ya que cada uno estaba absorto en sus propios pensamientos. Sin embargo, había un pensamiento que dos de ellos compartían en secreto: *¿Realmente fue capaz de hacerlo?*. Discretamente, ambos observaron al enmascarado, quien saltaba de rama en rama, aparentemente concentrado en el camino. Fue entonces cuando el "acompañante" rompió el silencio, sorprendiéndolos, ya que creían haber sido cautelosos al observarlo, pero se dieron cuenta de que no fue así.

- Ocurre algo kazekage sama, Karín-hablo con firmeza mientras seguia saltando.

- ejem-se aclaro la garganta, se sorprendió de la agudeza de su "acompañante" se diera cuenta de que él lo estaba observando-cuando regresemos quiero que pases a mi oficina-dijo con su tipica serenidad.

- hai kazekage.

Todo transcurría tranquilamente, se podía escuchar el fuerte viento que azotaba sus rostros y sus cabellos danzaban al movimiento del viento. Las hojas se movían al compás del viento, creando una sinfonía natural. El ambiente estaba sumido en un total silencio, cuando de repente un grito desgarrador rasgó el aire, llenando el entorno de sobresalto y desconcierto.

- ¡AAAAH!

- ¡Karín!-en un instante, canalizó su chakra hacia sus pies y, con una ágil movida, la rescató a escasos centímetros de caer en una trampa mortal.

- gra-gracias-Con un nudo en la garganta y lágrimas que no podía contener, apenas logró articular un débil agradecimiento. Sumido en una tristeza abrumadora y con el corazón lleno de desesperación.

- Karín-acercándose a ella, preguntó con preocupación-¿Estás bien?

Narrador...

Karín, aún en estado de shock, se encontraba en un estado de completa desolación. Un nudo en la garganta le impedía hablar, mientras su cuerpo temblaba incontrolablemente. Las lágrimas fluían sin cesar, reflejando el profundo dolor y horror que in
vadían su ser.

El impacto de la escena era abrumador, dejando una marca imborrable en su mente y corazón. Los cuerpos destrozados, la sangre que teñía el suelo, y la presencia de cadáveres de niños gennin, reconocibles por sus uniformes, eran una cruel evidencia de la tragedia que había ocurrido en aquel lugar.

La profundidad de la trampa revelaba una realidad aún más desgarradora. Aquellos que habían caído allí, lejos de la trampa en sí, habían enfrentado una muerte lenta y agonizante por la falta de alimento y agua. La magnitud de la pérdida y el sufrimiento que había presenciado era abrumadora, sumiendo a Karín en una profunda tristeza y desesperación.

En un silencio cargado de emociones, el enmascarado percibió la ausencia de palabras en los labios de Karín, una señal clara de la conmoción que aún la envolvía. Con un suspiro profundo y una mirada llena de determinación, decidió cargarla en su espalda, asumiendo el peso físico, dispuesto a emprender nuevamente el camino hacia Suna.

- ¿Qu-Qué estás ha-haciendo...?-tartamudeó Karín, sorprendida por la acción del enmascarado.

- El enmascarado guardó silencio, su rostro serio y enigmático tras la máscara revelaba una determinación inquebrantable. En un tono grave y sereno, sus palabras resonaron en el aire–Es lamentable tener que recurrir a esto,-susurró para sí misma.

Poco tiempo después, a medida que se acercaban, se vislumbraba a corta distancia el impresionante desfiladero que marcaba la entrada a Suna.

Al llegar, atravesaron los amplios pasillos, oscuros y húmedos, flanqueados por imponentes losas de arena y piedra que se superponían formando balcones en la entrada.