Una mamá con su hijo autista

Enero

Me encontraba en la sala de espera del centro terapéutico de David, esperando que terminara la sesión de Psicomotricidad. Estaba pensando en que ya hace 6 años que piso este lugar y todavía me resulta triste estar aquí. Pero debería sentirme afortunada, no muchos tienen acceso a un tratamiento para su hijo y lo agradezco mucho pero no es un lugar al que los padres deseamos traer a nuestro hijo. Me encantaría que esté en natación o haciendo fútbol o aprendiendo algo divertido, pero son pocos los lugares que aceptan a niños con capacidades diferentes. David deambula mucho y eso hace que sea difícil que preste atención a algo más de 5 minutos incluso aveces es menos tiempo. Son pensamientos que vienen y van especialmente cuando estoy acá en el centro terapéutico. Pero cuando esos pensamientos comienzan a angustiarme automáticamente los freno pensando en cuál es el siguiente paso para David. Le prometí que lo llevaría a la plaza un ratito antes de tomarnos el colectivo para volver. Él necesita tener pasos de lo que va a hacer en el día, eso le crea seguridad. No uso pictos (pictogramas) nunca le dio mucha bolilla a eso. David prefiere usar los dedos, primero me muestra el puño cerrado y me dice: mañana tenés (todavía no separa el mañana del hoy- cuando dice mañana se refiere a hoy) y luego comienza a levantar sus dedos uno a uno y yo le digo cada actividad del día por cada dedito. Aveces cuando la actividad no le gusta mucho expresa su desconformidad con un quejido y vuelve a cerrar la mano para volver a comenzar y ver si por ahí le cambio el plan a uno que le gusta más. Aveces me da risa, aveces me estresa saber que esta angustiado por que no siempre podemos hacer todo lo que a él le gusta. Siempre trato de evitar que se estrese pero aveces me resulta imposible por que se encierra en sus pensamientos y en lo que va a hacer después. Tanto es así que aunque la lista de tareas le guste si está angustiado no disfruta lo que está haciendo en el momento pensando en él después.