Una mañana.

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Su alarma no había sonado. Su madre no había preparado el desayuno. Al mirar la hora en su reloj ya era tarde y tenia que caminar para llegar al colegio. Su zapato izquierdo se lleno de lodo y su calzeta izquierda lo acompaño mojándose de agua sucia. De camino al colegio, el clima se sentía tan ligero y pensó que por lo menos algo estaba excelentemente bien esa mañana de mala suerte. Después de haber comenzado su camino por la calle, notó que todo se sentía demasiado solitario, no había casi nadie en la calle, eso le pareció extraño ya que incluso se le había hecho tarde y era hora de que las calles estuvieran siendo presentes de estudiantes dirigiéndose adormilados al colegio.

Llego finalmente a su destino y fue consiente entonces de lo que había sucedido. Su reloj había adelantado la hora y en realidad no era tan tarde como ella pensaba. Se resigno, se dirigio a su salón y marco el paso.

Una pequeña sorpresa la recibió esa mañana. Un cuaderno café obscuro, aburrido y sin chiste. Claro que pensaba que era aburrido y sin chiste, Henry era el tipo de chica que ponía brillos, stickers, diamantes y muchos colores donde sea que pudiera ponerlos. Hojeó aquel cuaderno esperando algo realmente interesante pero las hojas estaban completamente en blanco. Decio dejarlo en otro lugar y que de esa manera, el problema fuera de alguien más, pero antes que nada, un pequeño dibujo fue plasmado en aquella primera hoja, lo dejo de nuevo en su pupitre y se fue a esperar por sus amigas.

Cuando volvió el cuaderno no estaba, y era un enigma saber quien de todos sus compañeros era el dueño.

—Las estuve esperando un buen rato, ¡llegue demasiado temprano!–Decia Henry exaltada golpeando la paleta de su pupitre–Ademas de que esta mañana...

Henry pensó antes de continuar. Tal vez seria mejor no contarle a sus amigas. Después de todo no era nada demasiado extravagante.

—¿Qué? ¿Qué paso esta mañana?–Pregunto su amiga esbozando una sonrisa–¿Algo interesante?

—No, no era nada realmente.

Las clases pasaban tan rápido ese día, Henry perdía el tiempo pensando sobre su nombre. ¿Porque tenia que ser Henry? En algún momento pensó que debería cambiarse el nombre. ¿Henry era nombre de chico? Un profesor la había confundido con un chico una vez. Había leído alguna vez que su nombre significaba "príncipe" pero ella era una chica. Entonces pensó en cuando era pequeña, siempre quería ser "la princesa que rescataba al príncipe", sus amigas se negaban y esto la molestaba, ¿No podía Henry ser una princesa heroína?. Un sonido la despertó de su trance. El timbre para salir a receso había sonado.

—Esperen, Olvide mi dinero–Dijo Henry a mitad de camino al patio.

—¿Quieres que te acompañemos a buscarlo?

—No, ustedes adelantense o nos quitaran el lugar–Henry decía esto como si conservar su lugar era importante, y lo era, sabia que si no apartaban el lugar alguien llegaría y ya no se iría de ahí, esta era una de las cosas que mantenía inquieta todos los días a Henry.

Se apresuro entonces a llegar a su salón, esperando que el dinero siguiera dentro de su mochila. Para su sorpresa al dirigir su vista a su pupitre, aquel cuaderno triste y sin vida posaba sobre su mesa. Camino mirando a todos lados, esperando ver a alguien tratando de jugarle una broma. Henry abrió con cuidado el cuaderno, dirigió su vista hacia su dibujo y junto a su dibujo, Henry vio una oportunidad de pasar un rato divertido.

—" ¿Quieres continuar?"–Susurro.

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