Armando quería volver a ser el todo de Beatriz... O ese fue su objetivo antes de que perdiese todas sus memorias sobre ella. Tras ese giro su vida retorna a lo que era y va por algo muy ambicioso: expandir a V&M a nivel mundial.
¿Cuál es el plan? C...
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—¡Largo o llamo a la policía! —espetó la rizada.
—Uy, mami, no te hagas la difícil —el tono que había usado le provocó náuseas a Beatriz.
Ella estuvo por lanzar uno de los insultos más bajos que tenía en mente, pero se detuvo y con rapidez marcó. Los hombros se le habían tensado al igual que la mirada, de pronto aquel le quitó el teléfono de las manos.
—No te estoy haciendo nada, solo estamos hablando.
—¡Dijo que te largaras! —lanzó Armando con desdén.
Las cejas de ella se elevaron, la mirada se le abrió un poco más y con rapidez volteó hacia la voz de él.
—¡Uy!, el defensor. Nadie te habló, hermano, métete en lo tuyo.
Armando no solía meterse en peleas y no lo iba a hacer, sin embargo, el cuello se le había tensado y los puños los tenía ligeramente apretados. Algunos ya estaban volteando a verlos y él no estuvo dispuesto a dar un espectáculo, no iba dejar que su imagen y reputación se arruinaran así. Con paso firme comenzó a caminar hacia la dirección de aquel.
—O'BFabrics —leyó Armando tras analizar el gafete del hombre—, es la compañía de O'Brian, ¿no?, Hagamos un trato: te largas y nunca te apareces por aquí o me encargo de que jamás vuelvas a conseguir trabajo ahí y en este país.
El hombre solo se mofó del comentario.
—¿Lo dudas? No es la primera vez que hago algo así.
Continuó quitándole el teléfono de Beatriz, pero el tipo pareció no inmutarse, por lo que, Armando tomó acción y colocando el teléfono en altavoz a un volumen prudente inició una llamada.
—Armando, what's up?
—O' Brian, ¿Te agarro en un mal momento?
—Para nada, ¿Pasa algo?
—Quería pedirte un favor, en O'BFabrics...
Solo bastó eso para que el sujeto se encogiera de hombros y no tardara nada en marcharse.
—¿Qué pasa con eso? —Armando quitó el altavoz y comenzó a explicarle la situación.
Beatriz sintió que era irreal lo que estaba pasando.
—¿Te hizo algo? —preguntó acercándose a ella.
—No... Gracias —Relajó los hombros.
—Esto es tuyo. —Le devolvió el teléfono —¿Me dejas acompañarte? Quiero asegurarme de que no regresará.
Ella le miró y en seguida le apartó la vista, después de unos instantes asintió y él se sentó frente a ella.
—Son las mejores, ¿verdad? —aludió Armando al platillo y ella afirmó con sutileza evitándole el contacto visual.
