Este príncipe heredero era todo un idiota.
Yuuji no podía creer que realmente cayera tan bajo como para traerlo aquí solo para ser humillado frente a esta bola de imbéciles.
Y lo que más molestó al castaño era que no podía refutar esas palabras, porque, aunque sólo de manera parcial, estas resultaron ciertas.
Era verdad que Sukuna saqueó las riquezas del reino de Liusán. Pero nadie aquí presente a parte de él sabía la historia completa.
Todos saben que en tiempos de guerra, ninguno de los bandos es completamente inocente; siempre habrán decisiones difíciles y sacrificios por parte de ambas partes. Pero estas personas estaban intentando que toda la responsabilidad de lo sucedido recayera sobre Prall y sus “bárbaros y sanguinario guerreros seducidos por el oro”.
Estos nobles arrogantes eran como un montón de larvas de mosca; solo alimentándose y nutriéndose de la putrefacción en las heridas abiertas de los demás. Tan repugnantes.
Con el ardor de las palabras subiendo a su garganta como magma, Yuuji trató de evitar causar un escándalo en medio del banquete, después de todo, dentro de este salón estaban las personas más importantes del país incluyendo al rey, y él no podía permitir que su relación de negocios se viera afectada por las malas intenciones de un caprichoso príncipe.
—“ Ese es un tema que solo concierne a la gente del reino de Prall. Pero… si realmente el Duque Lenille quiere hablar de eso, entonces hagámoslo. Pero primero dígame, Duque, ¿quién cree usted que inició la guerra?— los ojos de Yuuji miraron firmemente a los del duque.
Por el rabillo de su ojo, Yuuji pudo ver desde la distancia el como Choso tenía intención de acercarse al círculo cuando lo vio ser interrogado.
Con una seña de mano dirigida hacia el guerrero, el castaño detuvo sus acciones precipitadas. Pero aun así este quedó dando vueltas cerca con una expresión malhumorada. Al parecer Choso ya había perdido todo el entusiasmo sobre el banquete…
El Duque, ante la pregunta de Yuuji, guardó silencio.
—“¿Por qué no dice nada? ¿Acaso la pregunta es tan difícil de responder?”— el veneno escurrió de las palabras del castaño.
Este hombre estaba entre la espada y la pared.
Por un lado, si admitía que la guerra había sido empezada por Liusán, sus criticas anteriores perderían sustento.
Pero si decía creer que el reino de Prall había comenzado la guerra, quedaría como un ignorante.
Así que optó por la opción más segura.
—“Yo… no estoy seguro de esos detalles.”— el duque desvió la mirada hacia su príncipe heredero para pedir ayuda.
Satoru, al notar la incomodidad del grupo de nobles, tuvo que intervenir en la conversación.
—“¿Acaso es importante saber quién o qué inició una guerra que ya pasó? ¡Dejemos el pasado en el pasado! Después de todo, los países de Labos hoy disfrutan de una prospera paz. ¿Entonces, por qué rememorar ahora esas épocas tan oscuras?”— girando sobre sus talones, Satoru trató de alejarse del grupo y desligarse del asunto.
Viendo al nervioso príncipe, Yuuji se encontró más que satisfecho.
Este tonto tenía las agallas para jugar un par de trucos sucios a sus espaldas, pero cuando le tocaba confrontarlo cara a cara, huía con el rabo entre las patas.
[…]
A medida que la noche avanzaba, el salón se iba volviendo cada vez animado. Como una tregua implícita forzada por la vergüenza de su derrota, el príncipe Satoru no volvió a aparecer ante sus ojos en lo que quedó de la noche; dejándolo disfrutar del banquete de bienvenida rodeado de comerciantes y nobles menores, los que, para su sorpresa, parecían mucho menos molestos que aquellos con altos títulos.
Luego de una suntuosa cena y un buen vino, el estado de ánimo de todos pareció mejorar. Y para cuando la noche llegó a su fin, Yuuji se despidió del rey (el cual parecía más dormido que despierto, seguramente bajo los efectos del alcohol) y planeó regresar solo a su habitación.
Podría haberle pedido a sus acompañantes que lo escoltaran de regreso, pero no quería molestarlos en su noche de descanso, después de todo, ellos también merecían algo de comodidad y relajación después de estar tanto tiempo en viaje.
En su camino por los pasillos, Yuuji se cruzó con innumerables personas; algunas ebrias y tambaleantes, otras discutiendo, e incluso alguna que otra llorando.
Con paso presuroso Yuuji esquivó todos los obstáculos. No veía la hora de llegar a la cama que añoraba desde la tarde, y de la que se vio cruelmente privado por ese banquete.
Ya falta poco.
Al ver en la distancia la puerta de su habitación, el castaño tuvo ganas de llorar de alegría. Al fin podría acostarse y descansar.
Pero no todo siempre sale como uno lo planea.
Antes de que girara el pomo de la puerta, Yuuji vio la puerta de la habitación contigua a la suya abrirse. Y al girar su rostro para ver quién estaba residiendo a su par, terrible fue la sorpresa que se llevó.
Yuuji sabía que todo había sido demasiado bueno para ser verdad.
La tregua, la tranquilidad, todo eso no fue nada más que la calma previa a la tormenta. Y aquí se presentaba la tormenta; con cabello de nubes y ojos oceánicos, lista para arrasar con todo a su paso.
Fue un tonto por creer que ese molesto hombre se rendiría tan fácilmente.
Porque al lado de su habitación estaba a quien menos quería ver, y a quien más se había cruzado en este largo día: El príncipe heredero, Satoru Gojo.
Y algo dentro suyo le dijo que esta a partir de hoy sería una vista frecuente.
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Wild sun |GoYuu|
Romance"¡Primitivos, tontos, toscos y vulgares!" Esas fueron las primeras palabras del príncipe heredero de Leska sobre sus nuevos visitantes. Fue una pena que esas palabras hayan llegado a los oídos equivocados. Ahora, tres meses después, Satoru Gojo se e...