Capítulo 78

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Desayuno mientras que estoy centrado en mi móvil viendo las redes sociales e intentando ignorar mis pensamientos, que siguen a cien desde anoche.
No me han dejado en paz en toda la puta madrugada ni mañana. Apenas he podido dormir algo, tenía el tema de Erika y yo metido en la cabeza y no podía deshacerme de el. No paraba de darle vueltas y vueltas y no he podido pegar ojo en toda la mañana. Así que a las dos horas me levanté, me tomé una pastilla para el dolor de cabeza y estuve en el comedor tirado en el sofá con los pensamientos encendidos. Hasta que tuve hambre y vine a desayunar, y aquí estoy desayunando solo, Erika aún está durmiendo.

Escucho a Anubis de repente moverse de mi lado e irse corriendo hacia el pasillo de las habitaciones; Erika se ha despertado.

Me aclaro la garganta y frunzo el ceño.
No va a ser fácil intentar sacarme de la cabeza estos pensamientos si encima tengo que verla y compartir espacio con ella. Solo me queda ignorarla, aunque eso va a ser aún más complicado.

Ignoro el hecho de que ella está despierta y que estará por venir a la cocina y sigo a lo mío, desayunando tranquilo.
Escucho como saluda a Anubis desde el pasillo. Y después, aparece en la cocina pocos segundos después.



—Buenos días. ¿Desde cuándo estás despierto?
–pregunta pasando por mi lado.


—Hace un rato.
–respondo cortante.





Ella no dice nada más. Pasa por detrás de mí para ir hacia la nevera y la miro de reojo; tiene puesta una camiseta mía negra y ancha, la cual le llega por la mitad de los muslos y le esta bastante ancha, pero le queda jodidemente bien. Y seguramente debajo lleve solamente el tanga puesto y nada más.
Joder.
Hasta estando enfadado me sigue poniendo.

Frunzo el ceño y me intento concentrar en mi móvil. Pero pocos minutos después se sienta a mi lado con su desayuno; unas tortitas, zumo de naranja y fruta variada.



—¿Quieres?
–dice con su mirada clavada en mi, pero le ignoro.


—No. No me apetece.



—Vale. Más para mi.
–deja escapar unas risas, pero yo ni me inmuto.





Me encanta las tortitas y me encantan sus tortitas, las hace deliciosas. Pero es cierto que no me apetece, no tengo más hambre. Aunque también es verdad que tiene algo que ver el hecho de que aún molesto con ella por lo de ayer y no quiero nada de ella. Al menos por ahora.

Me sigue jodiendo lo que dijo y aunque no quiero que me joda, lo hace. Y no puedo ocultar el hecho de que estoy molesto porque va a pensar cosas y va a empezar a atar cabos, y no quiero que haga eso.

Termino de desayunar y dejo lo que he usado para desayunar en el lavavajillas, y con las mismas me voy de la cocina de caminos al baño para darme una ducha rápida.
Al terminar enrollo una toalla a mi cadera y salgo a la habitación y me encuentro con que ella está entrando justamente al cuarto.
Frunzo el ceño, aprieto la mandíbula y suspiro. Ella al verle me sonríe, sonríe de una manera pícara y se acerca hacia mí agarrando el borde mi toalla dispuesta a quitármela. Pero le aparto las manos y niego con la cabeza.



—¿Qué te pasa?
–pregunta confundida.


—Nada. Pero no quiero. No me apetece.


—A ti siempre te apetece follar.


—Pues ahora no.
–respondo borde.



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