¿Tú Número?

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Aquel chico de mirada perdida y de lindas pecas disfrutaba de un día nevado, incluso si esta estación del año le provocaba pequeños pellizcos sobre su piel al estar en contacto con la brisa fría, para él era fascinante.  Presenciar esa acumulación de nieve  que poco a poco caía le trasmitía una inmensa tranquilidad.

–No olviden realizar sus ensayos ¿de acuerdo? Serán parte de su calificación.– Pronto dejó de ver a la ventana para cambiar su atención al frente, escuchando las últimas palabras de su profesor.

El hombre de edad avanzada salió junto con los demás alumnos. Era tarde y lo único que deseaban era llegar a casa o salir a distraerse, Yamaguchi rápidamente guardo sus materiales y pronto fue parte de aquella aglomeración de estudiantes. 

–¡Yamaguchi! ¡aquí!–

Aquel chico de cabellos rebeldes y naranjas saludaba desde la distancia o más bien llamaba la atención de su amigo. Tan pronto llegó hacía él partieron a la salida, hablando de como había sido su día en la universidad.

–Y bien ¿vamos a la cafetería de siempre?– preguntó Yamaguchi con una sonrisa cálida.

–uhmm no creo que podamos Yamaguchi– mostró la pantalla de su celular. Era un anuncio de la cafetería que se disculpaba por no abrir ese día.

–Oh...entonces no– hizo una ligera mueca, debía decir que especialmente ahí servían su café favorito.

–¡Pero mira este otro! Parece ser nuevo– una vez más puso frente a él la pantalla, casi restregándolo sobre el rostro pecoso –y hay buenos comentarios ¿y si vamos?–

–Pero podemos ir a los otros de siempre– insistió 

–Pero yo quiero ir ahí, vamos ¿si? Pidamos algo pequeño sino nos gusta nos vamos–

El peliverde lo pensó por un momento, intentó verle el lado bueno al querer conocer un nuevo sitio, después de todo ¿Qué podía ocurrir? aceptó y pronto el par de amigos se puso en marcha al restaurante, desde el ventanal podía verse lo lleno que estaba lo cual resultaba sorprendente al considerar que solo tenían un par de días desde que habían abierto. El olor a café y chocolate fue su principal característica, además de ser cálido y agradable, resultaba cómodo de laguna forma.

–Buenas tardes– mencionó una chica de anteojos, misma que se encontraba en la entrada –¿mesa para dos?–

–Sí, por favor– afirmó Yamaguchi. 

La chica muy amablemente les llevó hacia un lugar libre, al estar tan lleno debían administrar las mesas ya que algunas se encontraban apartadas.

–Les estaré atend...–

Su presentación se vio interrumpida por la llegada de uno de los meseros quien susurró sólo para ambos. Una vez aclarado todo se fue.

–Discúlpenme, otro de mis compañeros les atenderá en seguida–

–Ah, claro–

–!Okey!–

Ambos esperaron pacientes. El lugar a simple vista parecía estar en movimiento, pero aún así no era tan abrumador lo cual tranquilizaba a Yamaguchi ya que algunas veces le resultaba inquietante. Poco después llego el nuevo mesero quien a primera vista lo que más resaltó de él fue su gran altura, después su rostro dejando casi con la boca abierta al peliverde. 

–Buenas tardes, disculpen el inconveniente, hoy seré su mesero, tengan la libertad de dirigirse conmigo para cualquier cosa que se les ofrezca.– 

Hizo una muy pequeña inclinación para después dejar un par de menús sobre la mesa.

–Tomen su tiempo, regresaré en cuanto tengan su orden lista.–