|Capítulo 11| un dia de locura y poker

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–Mario, nos gustaría mostrarte algo que llevamos mucho tiempo haciendo, pero por favor no te enojes con nosotros– el héroe de rojo se preocupó por el tono que usó su hermano, así que rápidamente lo invadió de preguntas que el chico nunca respondió

–Luigi ¿qué hacemos aquí?– estaban frente al cuadro el Soberano y Mario entro en alerta por estar alli 

–Mira hermano, sé que será algo raro lo que voy a hacer en este momento, pero quiero que guardes la calma, yo tengo todo controlado– el Fontanero tomó la linterna, cambio la luz normal por la ultravioleta y apuntó al cuadro

Mario se estaba asustando por lo que estaba haciendo Luigi, hasta que vio algo salir del cuadro, su típica forma esférica; con sus ojos con un negro profundo que no sabes si es el abismo mismo; unas pupilas de ese violeta intenso; sin mencionar esa horrible boca llena de filosos colmillos que podrían partir un cuerpo por la mitad –¿¡fratello estás loco!? ¿como se te ocurre liberar a la pelota de golf demoníaca?– Mario se colocó enfrente de su hermano para defenderlo

–Me sentiría molesto por el estúpido apodo por el cual me has llamado, pero no tengo los ánimos suficientes para seguir esta tonta conversación– no parecía el mismo Rey fantasmal que había sido en su tiempo

Le dio un par de palmaditas al fantasma y dirigió la vista a su hermano –querido hermano, llevó un cierto tiempo determinado interactuando con Boo, y el día que ustedes se fueron a jugar con Pauline tome rienda suelta y reeduque a este ser despreciable– Luigi tenía una tierna sonrisa en el rostro mientras hablaba tranquilamente en lo que se posicionaba en frente de su hermano dándole la espalda al gigante fantasma

–Lleva tanto tiempo torturándome que ya hasta perdí la cuenta pero ¿eso a quién le importa?– Mario seguía sorprendido por el actuar tan dócil y pacifico a la vez que despreocupado del Gobernador

–Luigi podemos hablar en privado tú y yo?–

–Claro Mario, Boo ¿podrías ir donde antasma un momento? yo te llamaré cuando te necesite– el gran fantasma no dijo nada y desapareció

–Luigi, por favor dime que esto no es real, Antasma hace varios días nos contó esto a mí y a la princesa y no queríamos dudar de ti, así que sospechamos de Antasma y no le hicimos caso, pero veo que es verdad lo que decía ¿por qué has hecho esto? o sea si, Boo ya no es una amenaza para el reino, pero esto no es la manera Fratello– Mario había tomado de las manos al de verde, esperando que esté le dijera que era una broma y lo que acababa de ver no era una verdad

–Mario, yo sé que esta no era la forma adecuada, pero sabes que Boo nunca nos iba a dejar en paz si no hacíamos algo y yo tomé el valor de hacerlo con la ayuda de Lu.–

Antasma estaba en su habitación devorando una esquirla y en un momento de la nada todo el ambiente se sintió frío, él sabía de quién se trataba y le sorprendía mucho el por qué estaba afuera –hola Boo ¿los chicos te dieron permiso de venir aquí para hablar conmigo?–

–No, bueno si y no, fue para presumir al estúpido de Mario que el me pudo dominar.. yo simplemente ya me deje caer, estaba y estoy agotado de la misma mierda... esos malditos, cada puñetera noche, noche tras noche con lo mismo; me iba a volver loco y no quería terminar así tú sabes cómo es, así que lo deje ganar esta vez y ya me dejó en paz, una que otra noche me liberaba para seguir con lo mismo y para hablar conmigo, pero de nueva cuenta me obligaba a hacer cosas y yo tenía que cumplir sus malditos caprichos y yo..– Boo tomó su forma humanoide y flotó hasta la altura y distancia de Antasma, tenía un rostro cansado, unas ojeras por falta de energía

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