32

4K 242 87
                                    

Observo como camina hacía mí con dos vasos llenos de Coca-Cola y no dejo de pensar en todo, me cuesta bajar los pies a la tierra para tomar la seriedad que merece este momento. No sé por qué me causa gracia que, ridículamente, volví a él. Quizás la gracia se debe a que hace unos meses estaría negada totalmente a cualquier cosa que tuviera que ver con verlo o compartir tiempo juntos.

Y hoy vine a buscarlo voluntariamente, eligiendo darle una oportunidad después de leer sus palabras. Mentiría si dijera que no tengo inseguridades respecto al tema, estoy más llena de dudas que de respuestas, pero quiero confiar en que esta vez mi intuición no me falla y sus palabras fueron reales. En cualquier otro momento la antigua Candela no dudaría ni un segundo en correr a sus brazos, pero si yo le contara todo lo que pasó creo que se pensaría todo dos veces.

Enzo termina de acortar la distancia entre nosotros y se sienta en el pasto, a mi lado. Mi abuela se cruzó a la casa de mi tía así que estamos totalmente solos.

—Ahora sí, tomá —me da un vaso mientras se acomoda.

Sonrío ante la forma en que me pasa el vaso, me trae recuerdos de años atrás cuando apenas nos despegabamos. La única distancia entre nosotros se daba en las noches porque no me dejaban hacer pijamadas con él.

—Me haces acordar a cuándo veníamos a tomar chocolatada acá —confieso un poco tímida, vinimos acá para hablar y hace varios minutos estamos dando vueltas.

—Me acuerdo yo también, que veníamos después de educación física —eleva las comisuras de sus labios en una sonrisa. —Mamita lo que te quedaba el buzo ese.

Me muerdo el labio inferior, espantada, y le doy un golpe. —Da, sos un atrevido, Enzo.

Se ríe dejando el vaso a un lado para no volcarlo. Una vez que nuestras risas cesan, varios segundos en silencio nos acompañan hasta que nos miramos.

—Tardaste una banda en leer la carta, hija de puta.

Asiento con la cabeza. —Pero no sabía que me decías algo tan importante, me hubieras dicho y la leía al toque —me quejo por diversión.

—Da, Candela, te dije que la leas cuando me fuese de tu cumple —me hace montoncito volviendo a darle un trago a su coca.

—Bue, sí, tenés razón. Pero ese día pasó lo que pasó y no tenía ganas de nada, me la pasé llorando —le explico dejando de lado la joda. —Igual la terminé leyendo, creo que distinto iba a ser si venía y no estabas, me daba la frente contra la pared.

—¿Y seguís mal por todo eso? Me enteré por Twitter que no te hablás con Oriana —me cuenta apoyando sus manos detrás de él, en el piso.

Arrugo la frente al escuchar sus palabras. Creo que anduve demasiado metida en mis cosas y no me percaté de las personas a mi alrededor, al parecer hay alguien que ya no es de confianza.

—Sí, no, no sé. Dios, ni idea quién me anda filtrando las cosas, me da una bronca —suspiro cruzando mis piernas como indiecita. Después me voy a encargar de ese tema. —Pero sí, no hablamos desde mi cumpleaños, como con vos. Fuera de eso, ya estoy más tranquila con todo, si sabés que del bardo lo que más me importaba era mi laburo.

Asiente con la cabeza. No tiene nada que ver con lo que estamos hablando, pero no puedo evitar notar lo lindo que se ve así. Tiene esa cara de serio-malo que me encanta.

—Yo estuve preocupado por vos, Cande —vuelve a hablar, acaparando mi atención nuevamente. —Nadie me decía cómo estabas ni dónde y está bien, entiendo que no me querías ver ni en figurita, pero qué sé yo. Estaba preocupado...

—Perdón por eso, pero posta necesitaba alejarme de todo. No era personal con nadie, ni con el fin de preocuparlos o hacerlos sentir mal, yo ni ahí con eso. Pero la venía pasando re mal, no había día en el que no me levantara y pasara algo nuevo que me hacía ir para atrás con todo lo que avancé mentalmente en estos años —miro al pastito debajo de nosotros, comenzando a jugar con uno más largo que los demás. —Y pensé que con esto que se filtró te ibas a casar para tapar todo —confieso evitando mirarlo. —Un poco me sentía como cuando nos peleamos la noche del pasacalles, y que ese día justo me lo hayas llevado de regalo me pegó fuerte. Igual no es tu culpa, es solo que no me hizo bien acordarme de lo perdida que me sentí durante ese tiempo.

Lado a Lado | Enzo FernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora