6. ¿No era eso lo que querías?

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Con los labios unidos a los de su hermano, no pudo resistirse y poniendo sus manos en su cintura le atrajo más a su cuerpo, comenzando a frotarse contra él, hasta que unas voces se hicieron paso por sus oídos y le llegaron al cerebro.

—¿Pero que demonios estáis haciendo?—gritó Gustav escandalizado.

Eso bastó para que le soltase, pero no para que sus labios se separasen. Pero tomó consciencia de que no estaban solos y no era el momento adecuado, así que muy a su pesar se separó de Bill, expulsando esa lengua que tímidamente había invadido su boca.

Logró apartar la cara de sus manos y se le quedó observando, como mantenía los ojos fuertemente cerrados y los labios ligeramente hinchados, más el que le hirió cuando le golpeó.

—¿Bill? ¿Tom?—llamó Gustav aún sin entender que demonios acababa de presenciar.

Parpadeó y miró a sus amigos como si no les reconociera, viendo la expresión de asombro en sus rostros.

—Bill no debería beber—murmuró sonriendo con esfuerzo.

—Ya vemos—dijo Georg devolviéndole la sonrisa.

Hablando del cantante, este se ladeó hacia un lado y enseguida fue sostenido por cuatro pares de manos.

—¿Le tienes?—preguntó Gustav al guitarrista.

—Sí, puedes soltarle—contestó Tom con firmeza.

Así lo hizo y vio como le cogía con fuerza pasando una mano por su cintura y llevándoselo al baño, en donde entró abriendo la puerta de una patada y dando la luz con el codo.

Le dejó apoyado contra el lavabo y se inclinó lo necesario para abrir el grifo de la ducha.

—¿Qué haces?—preguntó Bill aturdido aún por la bebida.

Se incorporó y se le quedó mirando enojado.

—¿Qué hago yo? No, ¡qué has hecho tú!—gritó Tom señalándole con el dedo.

Pero eso solo le arrancó una sonora carcajada al cantante y le hizo perder el equilibrio de nuevo.

—Al final acabarás por el suelo—gruñó Tom cogiéndole a tiempo.

Pero eso fue un error. Bill se aprovechó de la situación y bajando una mano apretó el bulto que sobresalía a través de la dura tela del pantalón, lo que hizo que Tom soltara un grito de sorpresa.

—¡Bill!

Le soltó y se separó de él, sin querer saber lo que estarían pensando sus amigos al otro lado de la puerta.

— ¡Qué!—dijo Bill enfadado.

—Deja de jugar...estás borracho—ordenó Tom jadeando.

—¡Y tú enfermo!—gritó Bill sin quererse contener.

Se le quedó mirando asombrado de nuevo. Por sus palabras, por el duro tono empleado.

—No puedo creer que hayas dicho eso—susurró Tom dolido.

—Y yo que me hayas hecho eso—saltó Bill voz en grito.

Se limpió con rabia la lágrima que sentía descender por su mejilla, odiándose por mostrarse débil ante él.

—Mójate la cabeza, a ver si así te despejas—dijo Tom antes de salir del baño.

Pero Bill se movió con rapidez y le cogió por el brazo para impedir que se marchase. Le hizo girar y quedar enfrente de él, para que mirara sus ojos llenos de intenso odio, sin rastro ya de miedo en ellos.

—Vamos, que te dejo—dijo Bill levantando los brazos.

Tom le miraba sin comprender, como exhibía su cuerpo para que se aprovechase de él. Pero no lo podía hacer, no en esas circunstancias. Si su hermano se le ofrecía, debía ser porque sentía lo mismo, no porque se encontraba enfadado y algo bebido.

—Venga, ¿a que esperas?—insistió Bill pasándose la lengua por los labios—Yo ya estoy cachondo tras el beso....mira lo duro que me he puesto... ¿no era esto lo que querías?

Le cogió una mano velozmente y de la misma manera la puso sobre su entrepierna, que ya era una erección en toda regla. Pero Tom se soltó con rapidez, como si se hubiera quemado con algo.

Negó con la cabeza y salió del baño, encontrándose con sus pasmados compañeros, que le miraban con la boca abierta sin saber que decir.

—Ocúpate de él, por favor—le pidió a Gustav antes de salir de la habitación.

Gustav asintió y le hizo una señal al bajista para que le acompañase, quedándose él a solas con el incómodo cantante. Cogió aire y entró en el baño, encontrándoselo tirado en el suelo llorando.

Maldijo por lo bajo y se inclinó pasándole los brazos bajo las axilas y ayudándole a levantarse.

—Colabora un poco, Bill—gruñó con esfuerzo.

Pero el cantante no le podía ayudar en nada. Sus profundos sollozos se lo impedían. Se cubrió la cara con las manos y rompió a llorar tras ellas cada vez más alto.

Gustav se mordió los labios y decidió acostarlo, dejar que durmiera la borrachera y rezar para que no hiciera ninguna tontería más.

Salió del baño con esfuerzo, cogiéndole muy fuerte por la cintura y al llegar a la cama le dejó tumbarse con suavidad, viendo como se quedaba encogido sin destapar su cara, sin dejar de llorar.

Regresó al baño y humedeció una toalla con la que tras conseguir que se destapase la cara se la limpió de lágrimas.

—No llores por tu hermano...no se lo merece—trató de consolarle en vano.

Pero esas palabras solo consiguieron que derramase más lágrimas, que separase los labios y las palabras no le salieran.

—No trates de hablar—dijo Gustav suspirando—Cierra los ojos y descansa...me quedaré a tu lado.

El cantante asintió con la cabeza y suspirando él también cerró los ojos con pesar, sollozando levemente, con el cuerpo sacudido por un ligero hipo.

Pronto su respiración se hizo más suave y Gustav suspiró de nuevo aliviado al ver que todo había acabado. Se inclinó sobre la cama y le cubrió con una manta, sonriendo al verle sonreír en sueños.

Decidió quedarse a hacerle compañía, que no se despertara y viera que estaba solo, que su hermano le había abandonado. Se sentó en una de las butacas y le observó detenidamente mientras arrugaba la frente. Sus manos rozaban el periódico que les llevó David y lo cogió para ver con más atención la fuente del dolor del cantante.

Lanzó un gruñido y haciendo una bola con el periódico lo tiró al suelo y se levantó. Se acercó a la ventana mientras pensaba en quien podía haber sido. Solo una persona carente de sentimientos, que se alegraba del mal ajeno.

Se separó corriendo de la ventana y fue hacia donde estaba la bolsa de mano del cantante. Viendo que seguía dormido, la abrió y soltó un pequeño grito al dar con lo que buscaba.

Con la libreta de la mano, la abrió y pasó las hojas de esa especie de diario que llevaba su amigo, en donde escribía sus impresiones del concierto, las notas de agradecimiento a las fans, ....y esas palabras que ya le hicieron una vez pensar.


"No deja de mirarme, me siento acosado. No puedo pedir ayuda a nadie, estoy solo en esto...ya no puedo contar con él para nada..."


Las volvió a leer una y otra vez. Tal vez esa persona que le inspiraba tanto miedo fuera la misma que le hizo la foto y la publicó. Siguió pasando hojas hasta que dio con una en blanco, con solo unas palabras escritas en una esquina con letra temblorosa, que por el aspecto de la tinta parecían escritas hacía solo unas horas.



"¿Dónde puedo esconderme? No puedo seguir viviendo con miedo...esto no es vida...es una pesadilla...pero, ¿no era eso lo que querías?"

Porque eres míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora