La aldea escondida entre la ventisca:
Dentro de la aldea de los clanes Paxley y Shidetsu, las tensiones aumentaban a medida que sus suministros comenzaban a disminuir. Durante años, los comerciantes externos habían desafiado la tundra helada para traer mercancías a cambio de minerales raros y esculturas de hielo talladas. Pero hace casi una luna, la última caravana comercial partió y no regresó según lo previsto.
Al principio, los ancianos de la aldea no estaban demasiado preocupados. Las tormentas a veces interrumpían los viajes y los comerciantes probablemente simplemente habían esperado a que pasara el tiempo. Pero a medida que pasaban las lunas sin señales de reabastecimiento, el pánico crecía entre la gente. Los alimentos se estaban agotando y las carnes secas y el pescado en conserva estaban casi agotados. Las hierbas medicinales escaseaban, lo que ponía a los recién nacidos y a los ancianos en riesgo de enfermarse. Lo peor de todo era que la madera para sus hornos de vapor y sus lámparas de grasa de foca se reducía a unos pocos cables.
Sin una fuente de calor confiable, las temperaturas bajo cero que penetran incluso las paredes reforzadas del iglú podrían significar una perdición segura. Algunos aldeanos que desafiaron la tundra azotada por la tormenta de nieve ya habían perdido dedos de manos y pies por congelación. Si la ayuda no llegaba pronto, se enfrentaban a una muerte lenta por congelación o inanición.
La tensión aumentó entre Paxley y Shidetsu cuando cada uno se culpó al otro por no tomar medidas. Estallaron peleas cuando el hambre y el miedo se apoderaron de ellos, amenazando con dividir la aldea cuando más necesitaban unidad. Los ancianos convocaron una reunión de emergencia para discutir sus terribles opciones. Sólo quedaban dos: quedarse y aceptar su destino, o abandonar el único hogar que habían conocido para buscar ayuda.
Era una perspectiva sombría. Nadie con vida había viajado jamás más allá de los páramos helados que rodeaban la aldea. Los mapas estaban desactualizados y los suministros eran escasos para semejante viaje. Pero peor que la incertidumbre sobre la ruta era enfrentarse a los implacables vientos de ventisca que aullaban día y noche en el exterior. Incluso sus parkas forradas de piel más resistentes difícilmente resistirían por mucho tiempo un frío tan feroz y escalofriante. La hipotermia o simplemente perderse en el apagón eran amenazas muy reales.
Después de horas de tenso debate, se tomó la decisión. Al amparo de la noche para evitar lo peor de la tormenta, se dirigirían al barco de madera varado en un cañón lleno de nieve, intacto desde que los primeros ancestros se establecieron aquí hace tanto tiempo. Después de empacar apresuradamente escasas provisiones y tónicos curativos, todo el pueblo trabajó durante toda la noche preparando el viejo recipiente.
Cuando amaneció, una multitud se reunió en la orilla helada. Los ancianos bendijeron su viaje mientras mujeres y niños cargaban a bordo las pocas pertenencias que podían transportar. Bajo un cielo cada vez más oscuro que prometía aún más mal tiempo, el barco fue empujado hacia olas grises y turbulentas. Mientras los aldeanos se apiñaban en la cubierta para despedirse de su patria helada, nadie podía decir si estaban navegando hacia la salvación o simplemente retrasando lo inevitable...
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Las olas chocaban violentamente contra el viejo barco de madera mientras era sacudido en mar abierto. Las personas se aferraron desesperadamente a cualquier cosa que los asegurara a bordo, aterrorizados de que la próxima ola gigante pudiera volcarlos para siempre. Su barco nunca fue diseñado para viajes oceánicos; había permanecido sin uso en la costa durante generaciones antes de convertirse en su improbable salvación de la tundra helada.
Después de días de luchar contra las feroces tormentas, el clima finalmente se calmó y el mar se volvió largo y agitado. Agotados y enfermos por el movimiento constante, muchos aldeanos descansaron bajo cubierta, buscando el consuelo que pudieran. Pero algunos desafiaron el aire fresco y salado, maravillándose de sensaciones completamente extrañas: las vastas aguas azules que se extendían infinitamente en todas direcciones, la ardiente esfera del sol bañándolos con un calor desconocido.
