Durante el almuerzo Zeth estuvo bastante serio y callado, pero les recordó a Samira y a Samir que los esperaría luego en los establos.
- ¡Al fin! Apúrate Samira, no nos retrases más... Murat ya ensilló dos caballos mientras tu te colocas el velo nada más...- Exclamaba Samir ansioso quien ya montaba sobre uno de los caballos ensillados.
-Este es el suyo señorita Samira- dijo Murat tomando de las riendas de un caballo color gris claro.
-Gracias Murat...- dijo ella dejándose ayudar por el muchacho para montar.
- ¿Esta bien los estribos? Le puse esos que son más suaves, así no le moleste en sus lastimados. -
-Gracias Murat, ya están casi sanos por suerte. -
-Me alegro mucho, el señor Zeth me dijo que ya estaba mucho mejor y que seguramente quería montar usted por cuenta propia...- dijo Murat acomodándole las riendas y dándoselas con cuidado.
-Si... Gracias...- Samira en realidad se había imaginado montando sobre Layl rodeada de los brazos de Zeth, no le hubiera molestado volver a compartir montura con su prometido.
Y justo cuando pensaba que tal vez sea divertido tener su propia montura, vio salir a Zeth del establo, con las mangas arremangadas de su camisa oscura, con un shemagh más tupido de lo normal y brazaletes y faja de cuero ancho. Llevaba a Layl, su caballo negro cargado con unas alforjas y unos envoltorios más largos. Definitivamente deseaba no poder montar sola, quería sentirse en sus brazos otra vez, pero no se le ocurría ninguna excusa creíble para pedir que Zeth la lleve con el en su caballo.
- ¿Están listos? - dijo Zeth mirando a cada uno de su pequeña compañía...
Murat corrió a montar en un cuarto caballo y se posicionó primero.
-Listo señor...- dijo el muchacho con firmeza.
-Bien, vamos primero a la casa de Amín...-ordenó Zeth subiendo a su caballo y asintiendo con la cabeza para que Murat guie el paso.
Se alejaron los cuatro de la casona a paso relajado. El sol estaba en lo alto, y dejaba sentir su calor, a pesar del constante viento que aún era amable.
Samir y Murat conversaban y se reían en la delantera, aquellos dos se llevaban muy bien.
Zeth venia despacio muy callado un poco más atrás de Samira. Samira dejaba que su caballo camine lo mas tranquilo posible, pero Zeth parecía no querer alcanzarla. ¿Acaso la estaba evitando?
-No sabía que también Murat los acompañaría...- Comentó Samira mirando hacia atrás para encontrarse la mirada de su prometido.
-Decidió unirse cuando me ayudó a ensillar los caballos... - Contestó él.
- ¿Y me vas a decir que van a hacer?... - Preguntó ella con un tono algo coqueto no tan común en ella. Pero parecía que esos recursos no tenían efecto en Zeth.
-No - Le contestó serio y mirando a Samir y Murat.
- ¿Samir te pidió que no me contaras? - Zeth no le contestó. –¿Le enseñaras a usar la espada? -
-No se puede saberlo todo siempre. - dijo Zeth evadiendo responder.
Samira notaba que no tenía el mismo humor de la mañana. Por lo que decidió no seguir preguntando. Tal vez lo ponía incómodo pensar en cosas de la boda... ¿Pero porqué? Si el mismo le obsequió las telas para su vestido, si la noche anterior estuvieron tan juntos y cercanos. Tal vez ella no le gustaba y estaba haciendo un esfuerzo muy grande en tolerarla. Pero algo en el fondo de su corazón se reusaba a creer eso último, Zeth no parecía de aquellos cínicos que les gusta aparentar, pero no entendía aquellos cambios de humor. Era evidente que necesitaba conocerlo más.
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Los hijos del Desierto
RomanceEn medio de un nuevo éxodo, la gente busca volver al viejo continente donde las leyes y las costumbres son más fuertes que nunca en una búsqueda desesperada de repoblar el mundo. La poderosa sangre de los bendecidos por el dios Seth debe prevalecer...