13

69 19 2
                                    


El aire dentro del automóvil se sentía pesado, me sudaba la nuca mientras rezaba que me tragará la tierra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El aire dentro del automóvil se sentía pesado, me sudaba la nuca mientras rezaba que me tragará la tierra. Quien diría que sería tan estresante aparcar un mísero auto. Eché un vistazo a los retrovisores, el auto seguía en diagonal.

Mi corazón dió un vuelvo cuando, por instinto, miré de reojo a la persona que estaba sentada a mi lado. Entonces, mi corazón dió un vuelco en su lugar y desvíe mis ojos hacia la pared de cemento frente a mí. Siempre fui bueno para esconder mis emociones.

Pero esta situación me superaba.

Me sentía culpable. El único responsable de todo esto. Yo decidí terminar con una relación saludable a consecuencia de mi propia inseguridad. ¿Qué me hacía sentir inseguro? ¿No ser capaz de amarla lo suficiente? ¿O yo no era suficiente para ella?

Cualquiera que haya sido el caso, decidí abandonarla. Quizas, en ese momento, no era más que mi persona proyectándose en ella. Buscando con pinzas excusas para lo que estaba sintiendo.

Una atención que gané solo por ser el novio de alguien más me llevó a perder mi identidad. O no, solo era mi cabeza engañandome a mi mismo. Mi valor como persona no disminuiría ni aumentaría por ser la pareja de una persona.

Además, la existencia de JaeHyun dió paso a una rivalidad unilateral a la que me sometí por unos meses. Para él, ni siquiera era digno de ser un rival. En el amor y en la guerra, todo se vale. Ahora, puedo decir que respeto a JaeHyun. Un hombre que ha peleado incesantemente por amor es un hombre respetable.

Contrario a mí. Que me dí por vencido ante la primera dificultad. El terror por lo que podría pasar me consumió, el terror de ser dejado atrás y el dolor de ser olvidado.

Por eso, cuando el nombre de Yura apareció en la pantalla de mi móvil no dudé en contestarle. Se sentía como una nueva oportunidad, una bocana de aire cuando estás apunto de ahogarte. Porqué ella todavía me recordaba, espero, con amor. De la misma manera en la que lo hago en las noches, mientras abrazo mi almohada con fuerza.

Me arrepentí de lo que hice, de lo que dije y lo que no dije. De lo que sentí y de lo que no. Me preguntaba, entonces, ¿Será ella capaz de perdonarme?

Incluso si no lo hacía, anhelada verla una última vez de esta manera. Frente a mí, y ser capaz de expresarle todo lo que se almacena en mi corazón.

Apreté el volante con fuerza, acomodandome en mi asiento. Solté un suspiro pesado y cansado, pasé meses reflexionando en mis acciones y sentimientos. Debía ser capaz de decírselo, ella era, es y siempre será el amor de mi vida. Porque nunca sentí de esa manera, tan devastado y destruido por el amor.

Sin embargo, no estaba completamente seguro de cómo reaccionaría Yura. La había humillado públicamente de todas las formas existentes. ¿Ella sería capaz de perdonarme? Me había perdido en mis pensamientos, cuando me percate, ya estábamos en mi apartamento. Ayudé a la castaña a tomar asiento en el sofá y dejé sus cosas dentro de mi habitación.

—Puedes dormir en mi cama.— Cerré la puerta e intenté evitar el contacto visual.— El sofá no es incómodo, así que está bien para mí.

La contraria tenía la mirada clavada en el suelo mientras jugaba con sus manos, entrelazando los dedos. Suspiré con fuerza, ¿Estaba bien negarme a mi mismo de este sentimiento?

¿Por primera vez en mi vida iba a tomar la iniciativa?

Me dejé caer a su lado, pensando en las palabras correctas. Pasé mi mano por la nuca, una demostración de mi nerviosismo. Moví mis labios sin producir sonido alguno. Tragué saliva. Mis manos sudaban. Sentía que en cualquier momento el mundo se me vendría encima.

—Yura.— Pronuncié su nombre en un tono de voz bajo, como si decirlo fuera a desatar un huracán dentro de estas cuatro paredes. Solo escuché un sonido gutural de su parte, indicándome que continuara.— ¿Puedes perdonarme?

La castaña reaccionó a mis palabras rápidamente. Sus ojos se postraron en mi rostro, yo simplemente tome está oportunidad para seguir hablando.

—No estuvo bien lo que hice esa noche. No debí humillarnos de esa manera. Pero... No supe lidiar con mis sentimientos. Ni tampoco supe lidiar con el dolor de perderte.— Tentado a tomar su mano, coloque las palmas de mis manos sobre mis muslos.— No quisiera terminar por cosas tan... Triviales. Por eso te ruego que me perdones. Y si no me puedes perdonar, por lo menos, espero que no me guardes resentimiento.— Sentí como las lágrimas empezaban a nublarme la vista.— Es la primera vez que me siento de esta manera. Incluso si me odias, no podría dejar de amarte.— Sabiendo que está era mi última oportunidad, dejé el miedo de lado y tomé su mano con fuerza.— Siempre te voy a querer aunque no te tenga a mi lado.

Esboze una sonrisa en su dirección esperando que no pareciera una mueca. Grata fue mi sorpresa cuando ví que Yura también estaba llorando. Me daba esperanzas, esperanzas de regresar con ella. Tuve que perderla para darme cuenta no podía vivir sin ella.

—TaeYong...— Su voz temblorosa llamó mi nombre.— Yo...

Negué con la cabeza, llevé mi manos a su rostro y la acerqué a mi cuerpo.

—No tienes que decir nada.— Junté nuestras narices, sintiendo cómo su respiración agitada se juntaba con la mía.—Permiteme está contigo así, aunque sea una última noche.

La besé con cautela, como si fuera nuestro primer beso. Cómo si tuviera miedo de romperla, pero también la sostuve con fuerza, como si fuera a desaparecer una vez que nos separemos. Dejé mi alma en ese beso, no existía otra manera de expresarlo.

Me alejé, no mucho, dejando que nuestras frentes se unieran. Sentí su olor entrar por mis fosas nasales, llevándome a ese sentimiento familiar que tanto extrañaba. Poco a poco, Yura dejo caer su cabeza en el espacio entre mi cuello y mi hombro. Agarro mi ropa con fuerza y empezó a sollozar desconsolamente. Acaricié su espalda con cariño y planté besos sobre su cabello.

—Yo también te amo.— Dijo entre lágrimas.— Nunca más te atrevas a dejarme.



Fin. 

KAIMOS;Lee TaeYongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora