único

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—No te acerques. —exclamó el menor de los Jeon, viendo a su contrincante querer apuñalarlo. Gruñendo con levedad por su descuido estúpido.

Se apoya contra la pared, queriendo retroceder lo más que pueda para no ser herido. No hay motivos más suficientes que el hecho de haber nacido Omega. Y no, no era malo ser Omega, simplemente el no es un Omega, es el Omega.

Su audacia era mayor al de los Alfa simples y sucios, podía ser domado por un Alfa primitivo, un Alfa salvaje. Aquellos que se especializan en ser más poderosos, temidos y pertenecer al grupo de personas territoriales y posesivos.

Según lo conversado es que tiene la finalidad de encontrar una sola pareja de vida, y ellos son Omegas cómo él. Los Omegas domésticos se balancean en sus derechos, bastantes hogareños que no se inmutan a voces Alfas de mediocridad. Solo sus lobos obedecían a quienes están destinados. La osadía de varios Betas en quererlos bajo sus mantos eran asquerosas sus trucos.

Y es allí que él se arrepiente de asistir.

—Vamos, dulzura. Te ves tan exquisito con tu miedo. —musita con diversión el Beta enfermo que lo ha drogado.

Había aceptado ir hasta la fiesta de cumpleaños de su madre, quien con efusividad lo había abrazado hasta tener que pedir aire. Su padre Alfa lo marcó con su aroma para que ningún anticuado y de bajo nivel de Alfas empezarán a rodearlo hasta llegar a presionarlo en aceptarles una salida.

—Aléjate, imbecil. Sabes que te harán mis padres si me tocas ¿no? Si es así ya déjate de joder las pelotas. —musito con cólera, mirando a ambos lados en busca de algún objeto para agarrar y defenderse.

—Cariño, aún no jodo mis pelotas contigo. —muista en broma, riéndose ante su chiste sin gracia. —Oh, Jungkookie, eres un Omega tan lindo que me aseguraré de dejarte hinchado. —sonríe para empezar a acercarse.

—No. No. No. —susurra con angustia, su cuerpo está bastante débil para poder hacer un ataque e irse, su única ilusión es que el Beta recapacitara de sus actos hacia él, que el hecho de amenazarlo con su familia lo ayudara a huir sin daños. —¡No-...agh!

Su grito es ahogado, una gran mano sostenía su cuello, ahorcándolo. Su rostro empezó a volverse rojo por la falta de aire, sus manos que se aferraban a los brazos ajenos perdían las fuerzas. Y aprovechando eso, el Beta lo gira, ahora estaba mirando la pared. Se empezó a asustar por una mano bajar hasta su hebilla del pantalón, apenas pudiendo moverse antes de que la fuerza en su cuello aumentara.

—Será rápido, kookie. Si llegas a quedar con mis bebés, me asegurare de relamarte y así criarlos juntos. —dijo el castaño, bajando completamente todas las prendas inferiores del pelinegro.

—Imbecil.... —apenas pudo decir aquello, dejando de forcejear al verse sin escape.

Sintió el miembro ajeno rozar sus nalgas, asqueándolo tanto a él y a su Omega que luchaba por mantenerse de pie, pero la droga también lo afectó.

Al sentir unos belfos acariciar con su lengua sobre su oreja, fue que sollozo bajito, importandole poco si ya estaba por ser vıolado y ser estrangulado. Aunque ese pensamiento se esfumó cuando se desvanece sobre el suelo, tosiendo e inhalando en busca de aire. Sus oídos captaron golpes certeros sobre algo, y antes de poder voltear, cae inconsciente.

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La luz del sol molestaba su vista descansada, soltó un quejido por un dolor en su cadera baja, tuvo que reaccionar cuando sintió un olor ajeno en su habitación. Levanta la sábana que cubría su desnudo cuerpo para que verificó que cometió el acto más criticado si era fuera del matrimonio.

𝐀𝐥𝐟𝐚 𝐲 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚. ㅡᵀᵃᵉᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora