extra Sicilia

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Mariana pankratova



no me tapes los ojos — sonreí al bajar del coche sentí las manos de max.

— quiero que sea una sorpresa — su aliento en mi oído me erizaba la piel.

Camine a tropezones hasta llegar a unas escaleras.

— sube — ordeno y subí aún con mi sonrisa en mis labios.

— solo sabes ordenar — lo pique un poco para poder evitar la curiosidad que tenía.

— que te puedo decir, esa es mi esencia— cerré mis párpados y bufé.

Llegamos a la puerta y lo supe por el chirrido. Caminamos unos pasos más y me quito la manos de la cara.

— sorpresa — sonreí mirando cada detalle.

Era una casa muy grande y rocosa, colores fuertes pero daba un cálido aire de hogar.

— ¿te gusta?— pregunto al ver que no hablaba.

— si me encanta, ¿Es una de tus tantas casas?— alce una ceja y sonreí.

— no— se rió — es de la familia, aquí nos criaron.

Me dió una ternura imaginar a max corriendo como un niño travieso y es que su forma de ser daba a entender que era un niño burlón.

— no sé por que pero te imagino corriendo en calzones — se carcajeo.

— es por qué eres una perversa — sonreí y le di en el hombro.

Di unos pasos más para no perderme ningún detalle, era lindo Catania. Cada día me convencía más que mi preferida era Italia, amaba mi amada Rusia pero tuve amargos recuerdos de ese lugar.

— quieres ver las habitaciones — había una cierta invitación en esa oración.

— si .

contesté por qué desde que me dijo que iríamos a Sicilia, me dije que lo disfrutaría como una novia normal aunque nada fuera normal desde que nos conocimos.

Comencé a subir las enormes escaleras pero no llegue al cuarto escalón por qué me tomo de la cintura y me cargo como a un niño pequeño, puse mis brazos en su cuello y mi cabeza en su pecho.

— trata de no acostumbrate al maximiliano cursi que para nada lo soy— el decía que no lo era pero algo dentro de mi decía que solo tenía que pulir eso de el.

— eso está por verse — me acurruque más a sus pecho sintiendo los latidos de su corazón.

Max tenía buen estado físico parecía que no le pesaba.

Llegamos a la habitación y me llevo a la gran cama acomodada que habia, encendió la lámpara y se fue a una chimenea que había y la encendió mi fácil me imaginé que no era como las antiguas si no que era artificial, lo que se es que entre en calor.

Se quitó su saco y la camisa de botones se dirigió a dónde yo estaba y tendió una mano, pero yo aún embelesada no entendí.

— deja de babear y toma mi mano — sentí mis mejillas arder, le di mi mano temblorosa y el se dió cuenta— deja de temblar.

Quería matarlo por qué eso me ponía más nerviosa, me llevo al cuarto de baño y comenzó a desvestirme, con el me sentia pequeña querida y mimada.

Ya desvestida me quite los zapatos a punta pie y lo mire expectante, se quedó mirando mis pechos pero rápido giro y lleno la bañera, le agrego algunas sales.

Me ayudó a incorporarme y después se sentó el y me atrajo a su pecho.

— aún no logro entender como el idiota de Camilo no te follo — gire un poco mi cara para poder verlo y el solo miraba mis brazos mientras pasaba sus dedos por mi piel.

No me hieras Tanto.   Aprende Conmigo Vol..1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora