CAPITULO DIEZ - OLIVER SLATER

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WILLIAM GUEST

WILLIAM GUEST

James es la mejor persona que conozco y en cuanto llegué de la feria con Emily y me despedí de ella el sábado pasado, me recogió con el carruaje y mi equipaje preparado. Al día siguiente era domingo, pero quería hablar con el nuevo encargado de la fábrica el domingo por la mañana para discutir los cambios que quería hacer en la fábrica y luego con los diferentes representantes de los trabajadores de todas mis fábricas de Colchester.

Es algo habitual que en todas mis empresas los trabajadores elijan a varios representantes, con los que se suele reunir el encargado. Yo también lo hago cuando tengo ocasión para estar enterado de las preocupaciones de ellos. Si algo he aprendido en mi corta vida empresarial es que los trabajadores trabajan mucho mejor, si están orgullosos de la empresa y sienten que los tratamos bien.

En mi primera reunión, en una fábrica de Boston, me comentaron lo que les costaba acostumbrarse al aire que se respiraba debido a las máquinas de vapor. Esa fue una de mis primeras mejoras e hice los cambios pertinentes para que el aire de la fábrica no se viese viciado por las máquinas. Era mi primera fábrica y nos costó varios días conseguir una solución que no afectase a las zonas colindantes, así que construimos unas chimeneas por donde expulsamos el vapor y el humo que causamos.

Por supuesto que trasladamos esta idea a todas las fábricas que he adquirido o construido desde entonces.

Este domingo, cuando me reuní con los representantes de los trabajadores, a Marie, una señora que lleva trabajando con nosotros desde que adquirí la primera fábrica en la ciudad hace dos años, se le ocurrió que las mujeres cambiaran su lugar de trabajo todas las semanas, para que no fuese tan repetitivo y siempre que fuese posible. Me pareció una idea muy interesante y estamos barajando la posibilidad de hacerlo con todos los trabajadores. Si funciona bien, intentaremos hacerlo en las demás fábricas que poseo.

Sé que el campo es importante, pero la industria da muchos más beneficios y por eso he apostado tanto en ella y en innovar todo lo que me permite la época que me ha tocado vivir, que avanza en este sentido a mayor velocidad que cualquiera anterior.

Por supuesto que necesito materia prima e intento comprar granjas para autoabastecerme, pero mi prioridad es solo para obtener lo que necesito, no para vender los productos del campo a otras fábricas. Lo único con lo que comercializamos es con la carne, aunque James y yo estamos pensando en construir una fábrica para producir latas de carne en conserva conforme el método de Appert, aunque utilizando recipientes de hojalata, como Philippe de Girand. Pero es solo una idea y aún no hemos decidido nada.

—¿Por qué tenemos que cambiar de caballos? —me pregunta James, cuando lo despierto para que se baje del carruaje.

—Porque ningún animal puede hacer las casi cien millas de viaje —le explico, ya que, como es costumbre, cambio tres veces de caballos cuando viajo de Colchester a Benston.

—Odio tu manía de no pasar la noche en el camino. Ahora podríamos estar durmiendo plácidamente. Son las cuatro de la mañana, Billy —se queja James.

—Lo siento amigo, pero dormir por el camino puede ser todo menos plácido. Además, quiero hablar con Emily antes de que lleguen mis padres.

—Le vas a contar por fin quién eres.

—Esa es la idea y que los ángeles me protejan —bromeo, aunque en realidad estoy más nervioso de lo que pretendo demostrar.

Tan solo tardamos unos pocos minutos y continuamos nuestro viaje. Por mi parte me quedo dormido en cuanto nos ponemos de nuevo en camino.

—Billy, estamos llegando a la propiedad de tus padres —me advierte James.

—¿Qué hora es? —le pregunto mientras intento arreglar un poco mis ropas.

Lady in waitingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora