El primer acercamiento

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Un nuevo día se aproximaba, me despertaba con las lagañas tan grandes que me dificultaban hasta abrir los ojos, me sentía como si fuera un zombie con el cuerpo echado a perder y hubieran reanimado mi cuerpo con alguna bacteria desconocida. Arrastré los pies al salir de la cama en medio de ese cuarto oscuro, gracias a las gruesas cortinas, hasta dirigirme a mi lavabo, pasándome agua jabonosa por la cara hasta quitar toda esa porquería de mi rostro, mojando unos mechones de mi cabello en el proceso.

Al levantar la mirada, me encontré directamente con mis ojos en el espejo, ligeramente irritados. De inmediato me esforcé por quitar esa expresión lamentable de mi rostro, frunciendo el ceño en una señal de determinación, apuntando a mi reflejo con el dedo.

- No puedes desperdiciar más tiempo, después de todo, la preparatoria no dura para siempre, tenemos que... tenemos que... -Mi alegato perdió peso al darme cuenta de que seguía sin ningún plan de acción, terminando por sonreírme a mi mismo y rascar mi nuca.- Bueno, seguro que la vicepresidenta ya tiene alguna idea en mente, no hay de que preocuparse, jeje...

En la mansión de los Shinomiya...

- ¡¿Hayasaka?! ¿Cómo que en toda la noche esto fue el mejor plan que se te ocurrió? Así el joven Ishigami no solo fracasará, sino que también pensará que soy una tont- ¡Au! -Kaguya se encontraba con un pequeño sobre abierto en regazo, sentada sobre una silla de caoba mientras que su asistente rubia se encargaba de peinar su cabello con mecánica perfección, aunque por "accidente" había dado un pequeño tirón con el peine.

- A diferencia del presidente Shirogane, Ishigami es un joven un poco más honesto; y a diferencia de usted, la señorita Fujiwara es considerablemente menos complicada, por lo tanto no hay necesidad de hacer planes tan rebuscados como los que usted suele hacer -Explicó Hayasaka mientras terminaba de hacer el nudo al moño rojo de la pelinegra, colocando un espejo para que su ama pudiese ver su nuca.- Le juro que un acercamiento más modesto y natural será lo mejor.

- Mmm... -Al confirmar que su peinado se encontraba en perfecto estado, la joven Shinomiya se puso en pie, aún sosteniendo ese sobre, dudosa de aceptar el plan, pero a falta de alternativas, lo cerró y lo echó a su mochila, suspirando abatida.- No es que no confíe en ti, es sólo que...

- Tranquila, si el plan fracasa, usted y yo estaremos para el joven Ishigami para consolarlo -Le aseguró la ojiazul.

- ¡Si estás tan confiada de tu plan, entonces no me digas que fracasará!!!

En el aula del consejo, luego de terminar con el primer bloque de horas, Ishigami salía de su salón con un semblante nervioso, teniendo que recordarse a si mismo que debía de respirar hondo si no quería ser tragado por los nervios, respiraciones amplias que expandían su pecho mientras se dirigía al aula del consejo; aunque, por estar tan sumido en si mismo, chocó con alguien.

- ¡O-oh! Disculpa, estaba un poco... -Antes de poder concretar su disculpa, una joven con una coleta rubia pasó de largo, tan solo levantando la mano con un tono alegre, ¿La había visto antes?

- ¡Descuida, fue mi culpa! -Dijo mientras se marchaba sin más.

Ishigami se extrañó que alguien fuera tan amable con él, pero podría ser un indicativo de que hoy sería un buen día...

- Joven Ishigami -Susurró una voz a su lado, haciéndolo saltar como un ratón.

- ¡A-ah! -Sin darse cuenta, la joven Kaguya se había posicionado a su lado y estaba caminando casualmente junto con él, andando con elegancia y pulcritud mientras que él trataba de recoger el corazón que había escupido del susto.- V-vicepresidenta Shinomiya, no aparezca de repente, que justo ayer me advirtieron de la diabetes y no me gustaría acabar dándole la razón a esa persona...

Enamorado de una cabeza huecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora