✩♬ ₊˚.🎧 𝐑𝐄𝐏𝐄𝐑𝐓𝐎𝐑𝐈𝐎 - Enzo Vogrincic fanfiction
‧₊˚💌⊹ ❱❱❱ después de dejar los teatros de Montevideo llenos de amor aquel 2012, Paula vuelve a Argentina, con sentimientos encontrados y muchas canciones en las que dice odiar a su amor de v...
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. . . alexa play ese maldito momento . . . "'La ruta semivacía, como mi vida sin vos Quién hubiera imaginado Que llegaría el momento Ese maldito momento de mirar para un costado"
⚲ 𝑴𝒐𝒏𝒕𝒆𝒗𝒊𝒅𝒐, 𝑼𝒓𝒖𝒈𝒖𝒂𝒚. 2012. Paula vuelve a Argentina.
☾︎ 𝑝𝑎𝑢𝑙𝑎'𝑠 𝑝𝑜𝑣 ☽︎
ESTOY ARMANDO LAS VALIJAS con lágrimas en los ojos y dolor de cabeza. Hace dos días, desde la pelea, que no veo a Enzo. Lo extraño a pesar de todo, yo quería despedirlo bien; pero bien en serio, no con una discusión en el medio.
Mi papá trata de hacerme reír, yo trato de fingir estar bien. Hoy parece que soy el foco de atención y de lástima. Las chicas me abrazan más de lo normal, Joaquín dice que cuando él vuelva vamos a salir, su mamá me hizo una torta para el viaje.
¿Por qué se molestan en verme bien si no saben lo que pasó realmente?, estoy triste pero a la vez feliz de haberlo conocido. Estoy mal pero nadie me va a quitar todo lo bueno que compartimos.
Después de almorzar y cargar todo en el auto nos subimos. Yo adelante con mi papá para cebar mates, Valen atrás mío para poner música y More atrás del asiento del conductor para pasarnos comida. Todos los años era la misma distribución, hoy es la última vez.
Me subo al auto con todas las sonrisas de mi chico apretadas en el puño de mi mano. Las estrujo y trato de meterlas debajo de mi piel, para llevarlas siempre conmigo. Me las guardo en el bolsillo así no las veo pero las escucho.
Mis sonrisas se las dejé a él. Se las merece eternamente. Ojalá sepa cuidarlas y también quiera tenerlas en el bolsillo o debajo de la piel.
Me pregunto si estará en la playa pensando en mí, en nosotros. ¿Habrá peinado su cabello como le enseñé? espero que me haga caso y se ponga protector solar de ahora en adelante, porque yo no voy a estar para recordárselo.
En mi cabeza todavía escucho todas esas promesas efímeras que algún día nos dijimos frente a las olas. Ahora cuando el agua llega a la orilla se escuchan mis risas, pero acompañadas de las de la persona que más amé en toda mi vida.
En el kilómetro veinticinco me acuerdo del primer día en que nos vimos. Como mi corazón pegó un salto al conocer su voz o al agarrar su mano por primera vez. Espero jamás olvidarme de todas esas emociones que Enzo me hizo sentir. No quiero dejar que él se muera para mí, lo quiero llevar conmigo a todos lados.
Es ridícula la manera en la que le pertenezco. Ya no soy mía, ya no me siento mía.
Me pierdo en un océano de memorias reviviendo todo lo que en algún momento hicimos y compartimos. Me desvanezco de mi lugar físico y viajo mentalmente a donde quiero estar, entre sus brazos. Hoy mis mejores amigas dejaron de ser las mariposas, tuvimos una pelea fuerte y creo que jamás voy a volver a confiar en ellas; hoy mis mejores amigas son las lágrimas y justo ahora empezaban a hacerme compañía.
En el kilómetro cincuenta y dos me doy cuenta de que despedí a la persona que más voy a amar en la estación que más odio. El verano siempre significó diversión, ir a casa de papá, la playa, las salidas. Pero nunca me terminó de convencer la rutina que traía consigo: despertar, almorzar, dormir, playa, cenar, dormir y repetir. Me aburría, pero de todas formas lo peor era el calor.
Odiaba el verano y ahora lo hacía más. Entre sus fatídicas fechas, entre cada cuadradito en el calendario a partir del veintiuno de diciembre yacían todos los recuerdos que comparto con Enzo. Por suerte se avecina el otoño donde voy a poder esconder mis memorias melancólicas entre su brisa fresca y las hojas caídas en el piso.
En el kilómetro ciento tres me imagino volviendo y me río sola ante mis extravagantes ocurrencias. Faltan ochocientos noventa y dos para llegar y ya sueño con regresar. Creo que los libros de romance me oxidaron el cerebro y debería poner un poco los pies en la tierra. No voy a volver.
En el kilómetro doscientos catorce aproximadamente paramos a comer algo. Estiramos las piernas y entramos a una estación de servicio. Papá pidió un café solo con dos medialunas y vuelvo a reírme por las casualidades de la vida. ¿Será que el universo no quiere que lo olvide? cierta parte de mí no quiere olvidarlo nunca pero sé que me lastimo si no lo hago.
Volvemos a subir al auto y de allí hasta el kilómetro trescientos logro dormir. Un poco de tranquilidad no venía mal. Para mi suerte no soñé nada respecto a mi chico, ¿debería dejar de decirle así? después de todo ya no lo es.
Cuando comienza a oscurecer, cerca del kilómetro quinientos treinta, buscamos un lugar para parar y descansar un poco. En medio de la quietud de la noche otra vez me atormenta su risa, las siento vibrar desde el bolsillo trasero de mi pantalón. Me sorprendo de no sentirme apenada por eso, al contrario, una sonrisa llena de nostalgia aparece en mi cara. Saco de mi mochila el buzo que me dió la última vez que lo vi y me lo pongo. Me permito divagar entre su olor y su recuerdo para poder dormitar en paz.
Despertamos un poco antes del amanecer y continuamos el viaje. No había nadie en nuestros alrededores. La ruta estaba casi vacía como estaba yo sin Enzo. Empezaba a creer que nunca volvería a sentir algo verdadero si no era con él.
En el kilómetro seiscientos ochenta ya me siento cerca de casa, pero me falta una parte de mi hogar, aquella que dejé entre los brazos de mi chico.
Durante todo el viaje me enredé en cada mínimo detalle que guardaba sobre Enzo. Cuando bajé del auto por fin y abracé a mi mamá no pude evitar romper en verdadero llanto. Todo lo que reprimí hasta ese instante pude soltarlo en el primer sollozo que dejé salir. La extrañaba y la necesitaba, era mi pilar, mi sostén, mi mamá era todo y no la vi durante dos meses y doce días.
Me permití llorar, gritar y patalear todo lo que necesité. Mamá me escuchó, me abrazó y estuvo siempre ahí.
Antes de cerrar los ojos esa noche rememoré el día de mi cumpleaños. Luego de abrir el regalo que Enzo me había dado sentí que ese morocho de ojos marrones iba a estar siempre a mi lado. ¿Será buena idea confiar otra vez en el destino o en el azar?.
". . . Si no estás en mis mañanas, si no me río con vos Si me siento acorralado Es por no haber apreciado Y yo mismo haber tirado lo que la vida me dio . . ."
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