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LO PROMETIDO ERA DEUDA, así que Agustín cumplió con la promesa de presentar a Valentina con el resto de los chicos del cast una vez terminado el día de rodaje

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LO PROMETIDO ERA DEUDA, así que Agustín cumplió con la promesa de presentar a Valentina con el resto de los chicos del cast una vez terminado el día de rodaje. Obviamente primero tuvo que esperar a que ella terminara de acomodar sus cosas en la habitación del hotel —sin tanta perfección porque en unos días ya partían a España—.

Una vez lista, ambos comenzaron a caminar en dirección al restaurante del lugar. Era una de las últimas veces que el elenco iba a comer de forma normal, pronto iban a tener que cumplir con una dieta extrema para bajar de peso y hacer más realista la película.

—Y mirá, son todos medio payasos.

—Todos menos uno, ¿no?

Agustín se dio cuenta al instante de a quién se refería.

—La verdad no, pero no entiendo la actitud de Matías con vos —admitió—. Con el resto es piola.

Valentina se mordió el labio inferior con pesadez, —Bueno, no me voy a hacer mala sangre por un boludito.

Él no dijo nada, se limitó a asentir dándole la razón. Llegaron al lugar y al toque ubicaron a los chicos, había solo una mesa larga y todas las voces provenían de la misma.

—Como se nota que en tu vida jugaste al rugby.

—Bue, disculpa, jugador de rugby profesional.

—Es algo básico, bobo.

—Vos sos básico, boludito.

En el transcurso de la discusión, Valentina se tomó el trabajo de analizar a los presentes uno por uno. Entre los que estaban puteándose, se encontraban Matías; el que le recriminaba no saber jugar al rugby, un chico de ojos claros; y otro que echaba leña al fuego —el que dijo que era algo básico—, de rulitos y también ojos claros. Alrededor, el resto de los chicos (y otros no tan chicos) los miraban divertidos, algunos más que otros.

Agustín la miró a Valentina como diciendo "Viste que son un chiste" y ambos se acercaron a la mesa, interrumpiendo la conversación.

—Buenas noches —saludó él, intentando que los notaran.

Y así fue, dejaron de expectar el debate de cómo Matías Recalt era un queso para el rugby para poder prestarle atención a una de las pocas mujeres que se presentaba en el lugar. Y sí, Matías la miró mal y ella hizo lo mismo con él.

—Apa, ganador —tiró el de rulitos.

Valentina lo miró raro y Agustín la imitó, —¿Qué decis, tarado?

Al lado del este se sentaba un chico de pelo negro y tambíen con rulitos, el que más pendejo parecía en palabras de ella, quien le dio un manotazo en la nuca:—Juani, es la conocida de Bayona, boludo.

—Tengo nombre —habló medio incómoda—, Valentina.

—Ay, que lindo nombre.

Ella sonrió, —Gracias.

MIDDLE OF THE NIGHT; matias recaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora