38° No me rompas más

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Lianys

Sin poder pegar un solo ojo me he quedado sentada en el mueble más grande del ático viendo una serie coreana en Netflix pero de un momento a otro me aburro por lo que opto por apagarlo e ir a preparar algo de comer ya que la ansiedad me está carcomiendo por dentro. Desde que tuve esa pequeña plática en la que el Boss me dejó cachonda y se fue a la habitación, no lo he visto ni sentido, quizás se ha quedado dormido y lo entiendo, verme cuando tenía la duda de que estaba muerta o viva lo ha impactado bastante.

Enciendo la luz de la pequeña cocina empotrada y busco en los gabinetes junto con la nevera en la cual me doy cuenta que no hay mucho. Mis tripas comienzan a crujir como si no hubiera cenado.

¡Impresionante!

Lleno una olla de agua y la pongo sobre la estufa para cocinar el espagueti que conseguí, agradezco al universo que haya carne molida para estar a juego e inicio a preparar la comida. Me quedo distraída haciendo lo mío que todo a mi alrededor se consume, mi mente queda totalmente en blanco que cuando siento las manos de Kaem acariciando mi abultado vientre desde atrás me sobresalto dejando caer la cucharilla la cual estaba probando la salsa de la carne molida.

El corazón empieza a latir locamente apreciando también como mi vellos de los brazos se erizan ante su toque, inevitablemente dejo caer mi cabeza hacia atrás sintiendo su pecho duro y firme. Ambos en silencio experimentamos este momento tan íntimo y especial para nosotros; sin embargo, por más romántica que sea la escena no voy a permitir que la comida que con tanto esmero hice se vaya a quemar, así que apago la estufa sin dejar de romper contacto físico con el Boss. Sus dos manos dan caricias con movimientos circulares en mi panza produciendo que mis niñas se muevan descontroladamente provocando que me duela un poco sus patadas, pero con todo y eso, tengo una sonrisa de oreja a oreja porque por muy tonto que sea, esto lo deseé e imaginé más de una vez.

— Mis princesas. — susurra él en mi oreja.

— No me rompas más, por favor. — argumento en un hilo de voz.

— Y no lo haré, ya no más mi hermoso pistacho. Ahora que te encontré no te pienso soltar más, ni a ti ni mucho menos a las niñas que crecen en tu vientre....

Kaem se queda en silencio cuando poco a poco siente que me voy desvaneciendo por el dolor tan intenso que me da entre el vientre y mi núcleo, un líquido transparente junto con sangre sale de mi short deportivo haciendo que las piernas se empapen de él. El Boss me aprieta con fuerza con miedo por lo que está ocurriendo, me carga y me pone sobre el mueble de la sala mientras que llama por su Iphone pero a la persona a la cual quiere comunicarse no lo atiende.

— ¡Carajo! — grita histérico.

Mis gritos hacen que no lo deje pensar con tranquilidad así que sin otra opción y desobedeciendo la orden de su madre de no salir por tres días del ático, me vuelve a cargar para adentrarnos al ascensor, siento como si todo pasara en cámara lenta al igual que los pisos. Al llegar a planta baja, todos los antonegras que resguardan el perímetro y con órdenes directa de la Reina, se vienen sobre nosotros impidiendonos el paso.

— Lo siento Boss, pero la Reina dejó muy claro que no puede salir de aquí. — explica un mastodonte.

— Pues soy el maldito Boss de la mafia rusa, la Reina manda en su Pirámide y en su mafia italiana pero en la mía mando yo, así que quítate de mi camino que necesito llevar a mi mujer al hospital.

Inesperadamente se atraviesan tres soldados más impidiendo el paso.

El enojo de Kaem incrementa cada vez más haciendo que me dé miedo que haya un choque de personalidad. Sin embargo, me contenta ver cómo se controla para no caer en la locura pero de repente siento una fuerte contracción que produce que maldiga a todo lo que veo, la sangre sigue saliendo de mí y los inertes estos que uno tiene como soldados son unos imbéciles que están viendo que el dolor me parte en dos y no hacen absolutamente nada.

Kaem: Perversión En La BratvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora