La tarde se deslizó sin que me diera cuenta, envuelta en la concentración de mi artículo para el periódico. Cuando al fin levanté la mirada, me sorprendió la penumbra que llenaba la habitación, indicando que el día se había esfumado sin previo aviso. El resplandor del sol ya no conseguía atravesar las cortinas cerradas, sumiéndome en una oscuridad que me hizo percibir el paso del tiempo de forma inesperada.
De un salto, me incorporé de mi silla, sintiendo el aguijoneo de la sorpresa por no haberme percatado de la hora. El susurro lejano de las actividades diarias continuaba más allá de la ventana cerrada, mientras me apresuraba a abrir las cortinas, dejando que los últimos destellos de luz dorada iluminaran la estancia.
El campo de fútbol, que se extendía más allá de la ventana, mostraba signos de actividad reciente. Los jugadores ya habían concluido su entrenamiento, y la calma se apoderaba de la cancha. Mi mirada se enfocó en la búsqueda de Pedro entre el grupo que recogía balones y se desplazaba hacia los vestuarios. Sin embargo, no logré encontrarlo entre la multitud. Me pregunté si quizás Pedro ya se había retirado o si simplemente no lo distinguía entre la distancia y las figuras en movimiento.
Recogí rápidamente mis cosas en la sala del periódico. La tarde había cedido ante la oscuridad y, al salir al exterior, me di cuenta de que la lluvia comenzaba a caer de forma tenue, dibujando patrones caprichosos en el pavimento.
Sin paraguas a mano, me vi atrapada en el dilema de enfrentar la lluvia o buscar refugio. Observé a los chicos que aún recogían las pelotas de fútbol en el campo. Como si hubieran percibido la inminencia de la lluvia, se apresuraron, marchándose rápidamente con las pelotas bajo el brazo. La urgencia en su paso reflejaba la premura por evitar quedar atrapados en la lluvia.
Decidí aventurarme bajo la llovizna, sorteando las primeras gotas que caían suavemente. Mi camino se volvía borroso, y mientras avanzaba hacia el campo de fútbol, el sonido de la lluvia golpeando suavemente el suelo se mezclaba con el murmullo distante de las conversaciones apresuradas.
Ante la inclemencia de la lluvia que arreciaba, solo tenía una solución. Marqué el número con rapidez, y para mi alivio, respondió de inmediato.
—Papá, ¿estás trabajando?
—No, terminé hace un par de horas. ¿Dónde estás? La cena está casi lista.
—Papá, necesito que vengas a buscarme al colegio, está lloviendo muchísimo y no tengo paraguas. ¿Podrías venir a por mi? —le expliqué apresuradamente por teléfono.
—¡Ay, Gala! Te dije esta mañana que cogieras un paraguas. ¿Por qué no lo hiciste? —se quejó mi padre, dejando escapar un suspiro.
—Lo siento, papá, no pensé que llovería tanto. Pero no te preocupes, puedo ir caminando, no está tan lejos. —intenté tranquilizarlo.
—¡Caminando bajo esta lluvia! Ni hablar, lo último que necesitas es un resfriado que te impida estudiar y sacar buenas notas. Espera allí, estaré en unos minutos. —decidió finalmente, aunque no sin antes expresar su descontento por tener que salir en medio de la lluvia.
Mientras esperaba a mi padre, me refugié delante de la entrada principal del colegio, tratando de resguardarme de la lluvia que caía sin piedad. La atmósfera estaba cargada de humedad, y las gotas de agua se estrellaban contra el suelo, creando un telón sonoro que aumentaba mi ansiedad.
De repente, una voz familiar pronunció mi nombre detrás de mí. Giré la cabeza y, para mi sorpresa, allí estaba Pedro. Sin duda, el encuentro inesperado me dejó perpleja, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al verlo empapado por completo. Bajo la camiseta, sus músculos se marcaban de manera tensa, y la lluvia que caía le otorgaba un aura misteriosa y cautivadora.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Pedro con una sonrisa amable, mientras la lluvia continuaba su danza alrededor de nosotros. Su presencia inesperada añadía un giro intrigante a la tarde lluviosa, y mi mente se debatía entre la sorpresa y la curiosidad.
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Rumores en papel
RomanceGala es una estudiante tranquila cuya mayor preocupación es dirigir el periódico de la escuela. Sin embargo, se ve envuelta en una serie de acontecimientos caóticos cuando Pedro interrumpe su pacífica rutina. Pedro comenzará a poner su mundo patas...