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—No pensé que podías ser tan cruel, Suguru.

La respiración de Suguru vacila, puede sentir su corazón latiendo incesantemente en su pecho y no de la buena forma, no de la manera en la que tomar la mano de Satoru por primera vez lo hizo, no. Podía sentir su pecho apretarse, sus manos sudando y su visión volviéndose borrosa.

Satoru no se veía mejor que él. No habían gafas que pudieran cubrir sus ojos, así que podía ver perfectamente como estaban de irritados y la forma en la que se llenaban de lágrimas, sus ojos azules estaban más brillantes que nunca y, aunque eran por las lágrimas en sus ojos Suguru no pudo evitar pensar que se veía hermoso.

Las lágrimas que derramaban los ojos de Satoru mojaban sus mejillas, que estaban del color de un melocotón y se perdían más allá de su barbilla. Suguru se abstuvo de acercarse, de tratar de consolarlo.

No podía moverse, parecía imposible hacerlo. Estaba congelado en su lugar.

—Satoru–

—No, Suguru.

La boca de Suguru se cerró.

—Yo... Confíe en ti. Te di mi corazón–

La voz de Satoru se entrecorto por un sollozo.

—¿Y tú no pudiste ser lo suficientemente valiente para decirme la verdad...?

No es mi culpa, quiere decir Suguru.

—Satoru, yo no quería lastimarte...

—¡No mientas!

El rostro de Satoru se contorsiono en una mueca de puro enojo que estaba tan fuera de lugar en él, que Suguru se sintió con falta de aliento.

—¡Te aprovechaste! ¿Cuánto tiempo planeaba verme así, eh? ¿Te reíste a mis espaldas? —Satoru dió un paso atrás y se señaló a sí mismo—. Pobre e ingenuo Satoru, que no sabe amar porque nunca fue amado. Pobre e ingenuo Satoru, que amó sin ser amado.

La garganta de Suguru se siente como si estuviera hecha de lija, no puede hablar, las palabras no parecen querer salir de su garganta y se quedan atorados, haciendo que un nudo se forme y sea tan doloroso que apenas pueda evitar llevar una mano a la zona para masajearla.

'No, no lo creo. Dios. No eres tonto. No eres ingenuo.'

Él no quería aprovecharse, a él no le gusta hacer eso, se siente mal cada que Satoru lo trata de manera especial porque no puede imaginarse siendo el que recibe ese tipo de afecto. ¿Por qué él? ¿Por qué nadie más?

'Tú me pusiste en esta posición, es tu culpa. ¿Por qué a mí?'

—¡Pobre e ingenuo Satoru, que lo daría todo por mí!  ¡¿Eso es lo que pensaste?!

Por un instante, parece que Satoru se va a acercar a pegarle o tocarlo, pero aún así Suguru no se puede mover, Suguru no puede hacer nada más que aguantar las lágrimas que amenazan por derramarse de sus ojos y tratar de lograr que las palabras salgan de su boca.

Ni siquiera puede negar con la cabeza, su cuerpo se siente tan frío que está casi congelado en su lugar. Su corazón late en sus oídos y lucha por no ceder al impulso de caer de rodillas y simplemente rogar por perdón.

—¡Dímelo, Suguru!

Suguru abre la boca pero la vuelve a cerrar, no hay palabras que puedan explicar como se siente en este momento, ni siquiera hay palabras que salgan.

¿Satoru y yo..?  | SATOSUGU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora