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novio • kevin x brian

❝ en dónde Kevin y Brian se quieren, pero no saben cómo admitirlo ❞

[⚠️] tag's: k!bottom, b!top, celos, drama, modismos mexicanos.

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—Sigue brincando bonito, no pares —dijo el ojiverde entre jadeos, tomando con fuerza la cintura de cierto mexicano.

Kevin, quién sonrió inconscientemente con el sobrenombre, enterró sus rodillas sobre el colchón de la cama y cumplió con la orden antes dicha, ayudándose de los hombros del uruguayo para seguir montando su miembro; al tiempo que buscaba los labios ajenos para fundirse en un salvaje beso que fue correspondido con pasión.

—Brian... —gimió el pelinegro el nombre de su amante cuando aquel tocó su punto dulce que le hizo sentir desfallecer. —¡Ah, ah! Yo... ¡Dios, sí! uhm —intentó decir, pero las embestidas del mayor no le dejaban pensar con claridad y conectar sus ideas.

Lo estaban follando tan bien...

Brian sonrió egocéntrico ante las muecas de placer que el menor tenía sobre el rostro, orgulloso de ser el único que lo podía ver así.

—Córrete para mí, bonito —soltó sin más, besando el cuello del mexicano y apretando con sus manos el pene del otro, esto mientras seguía con sus salvajes y certeras embestidas.

Y siendo tocado en sus zonas más sensibles, Álvarez cumplió con aquello, manchando su vientre y el del castaño, que al sentir como su miembro era apretado en el caliente agujero, también se corrió y lo lleno con su esencia.

—¡Kevin, Brian; a entrenar! —dijo el capitán, Henry Martín, del otro lado de la puerta de su habitación después de tocar. —Son los últimos, así que rápido —ordenó.

Los mencionados, que apenas y se estaban recuperando de su reciente orgasmo, gritaron en afirmación; para después soltar una carcajada cómplice al verse casi descubiertos.

—Deberíamos decirle al profe lo que hacemos, tal vez y así nos baje los ejercicios; ya hacemos mucho aquí —insinuó pícaramente Rodríguez, mientras se terminaba de limpiar y se ponía los shorts de entrenamiento.

—¿Ah, sí? —empezó Kevin, que se encontraba frente al espejo viendo el desastre que era. —Tal vez a mí, pero a ti... bueno, has tenido peores días, querido —se burló, soltando una risita.

Brian hizo una mueca.

—¿Ah, sí? Pues eso no era lo que gritabas anoche y hoy en la mañana, bonito —le recordó el uruguayo, llegando por detrás y abrazándolo por la cintura aún desnuda. —Recuerdo tener que amarrarte una puta cuerda a la boca por lo escandaloso que eras —mencionó, riendo ante el sonrojo que el menor tuvo sobre sus mejillas.