Capítulo único.

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¿Tomás? Tomás, ¿por qué lloras? Estoy aquí, aún no me fui. ¿Puedes oírme? ¿Por qué no puedo moverme? No quiero que llores, por favor... Es lo último que querría.

Tomás, ¿dónde me llevan? Hay muchos médicos y enfermeras por alrededor. Tengo miedo, aún no quiero irme, no ahora. Estoy intentando regresar... Regresar allí, pero no puedo controlar mi cuerpo. ¿Por qué tengo que irme justo ahora?

Me han puesto un vestido, creo que es la primera vez que me visto así. Por desgracia, el fatídico día tuvo que llegar, pero puedo volver a verte. Tengo muchas ganas.

Tomás, ¿dónde estás? No te he visto esta tarde. Esperaba verte otra vez, te extraño demasiado. Es irónico, porque te vi ayer. ¿Ayer? El tiempo pasa tan lento aquí que parece que han pasado semanas. Vinieron mis familiares, hace mucho que no los veía. Es extraño... Todos lloraban, pero ninguno vino a visitarme durante estos dieciocho meses. ¿Por qué ahora venían y se preocupaban? Deberían de haber venido cuando aún estaba vivo.

Esta mañana vino Julia, acompañada de Rubén quien había dejado todo lo que tenía por hacer para venir a verme. Era una de las pocas veces que he visto haciendo algo así por alguien, excepto por Julia. Eso me alegró porque sabía que lo había dejado para atenderme a mí, bueno, para visitar mi tumba. Suena raro decirlo así, pero es que es cierto, ya no puedo pasar tiempo con ellos; ni ellos conmigo.

Aún no has venido a verme, ¿por qué? ¿Es porque no quieres venir a visitar un muerto? Bueno, a decir verdad, me costó que vinieras a visitarme incluso al hospital y ahora no puedo obligarte a que vengas. No quiero ser egoísta, pero quiero verte al menos una vez. Incluso si no vienes ahora... ¿Prometerás venir, aunque sea en un futuro con tus hijos?

Ha pasado un mes y todavía no has venido, ¿te encuentras bien? Quiero verte, comprobar que has podido superar mi muerte... Porque seguro que lo has hecho, ¿verdad? No quiero que sufras por mí, tienes que dejarme ir... Julia tampoco sabe nada de ti, me ha dicho que no sales desde ese día y que ella ha intentado sacarte de allí, pero le negabas todas las invitaciones.

Por fin viniste, después de mes y medio. Te había extrañado, había extrañado tus ojos azules, la suavidad de tus manos, la belleza de tu mirada y la suavidad de tu voz. Me trajiste unos lirios, mis favoritos. ¿Sabías que eran mis favoritos o es pura coincidencia? Puede que te lo haya dicho Julia, no sé. Llegaste y dejaste las flores delicadamente sobre mi tumba. Tan rápido como llegaste te fuiste y lo entiendo, no es fácil visitar la lápida de tu amiga.

Esta vez viniste acompañado de Julia y Rubén. ¿Os hicisteis amigos? Me alegro mucho por ti, y por ellos también. Esta vez te quedaste más tiempo, pero no dijiste nada. Ni tú ni Rubén. La única que estuvo hablando todo el tiempo fue Julia. No me molesta, pero también quiero que hablen ustedes. Y quiero escuchar tu voz. ¿Ya dije que la extraño? También extraño la vida, estar ahí con ustedes... Podríamos habernos juntado los cuatro y podríamos haber quedado algún día. Quién sabe.

Mis padres vinieron a verme. Ambos estaban serios y traían un ramo de gladiolos rojos. Odio ese color, aunque las flores me gustan. Dejaron los gladiolos en el mismo sitio donde tú dejaste los lirios. ¿Sabías que los gladiolos también me gustan? No tanto como los lirios, pero es mi segunda flor favorita. Aunque no me gustan para nada las flores rojas, son muy comunes y lo común no me gusta. ¿A ti te gusta lo ordinario? Por tu forma de ser diría que sí, pero a lo mejor me sorprendes.

¿Te hablé alguna vez de mi abuela? Se preocupaba mucho por mí, más de lo que lo hacían mis padres. Ellos siempre estaban ocupados, no dedicaban tiempo para mí; casi siempre estaba con mi abuela. Ella jugaba conmigo y me hacía compañía. Dejé de verla hará unos siete años. Sufrió un paro cardíaco y la perdimos... Pero, ¿sabes qué es lo mejor? Ahora podré verla, aunque a ella no le haga tanta ilusión verme tan pronto.

After LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora