Capítulo 2: Escalofriante Mirada

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Dicen que una mirada puede expresar muchas emociones, algunas positivas y otras negativas, solo necesitas un poco de empatía para descubrir lo que te quieren contar.

Siempre he tenido eso en la mente, descubrir lo que realmente se piensa únicamente con su mirada. Pero es más difícil de lo que parece aunque tengas mucha ayuda, tanto que parecería ridículo no poder entender las emociones de los demás, pero aunque las emociones se presenten como algo físico frente a ti, jamás podrás saber si lo que ves es lo que sentirias tú realmente. La realidad es subjetiva, decían, tú realidad no es la misma que la de los demás y ciertamente es verdad, ya que lo que considerarias tú como un fracaso, para alguien más es una motivación.

La realidad es más que subjetiva, es algo propio de cada persona que no podrías entender por ti mismo, ya que no es tuya. Ver las emociones es lo mismo que diferenciar una lágrima de alegría a una de tristeza, las reconoces a simple vista, pero no sabes dicernir realmente lo que las diferencia sin algo más de por medio. Si te pusiera dos gotas frente a ti y te pidiera que me dijeras cuál es la de lluvia y cuál es una lágrima, sin tocarlas ni probarlas, ¿Cómo me dirías cuál es cuál?. Yo tengo el mismo problema, puedo ver las emociones de los demás, pero si me pidieran señalar a quien está triste de quien está contento sin ver realmente a la persona, solo te podría decir que ambas emociones son distintas, que pertenecen a distintas personas, pero que no sabria cuál es cuál.

Todo este monologo se los cuento como introducción, ya que lo que realmente pasó va en contra de lo que conté hasta hace un momento. Pude notar una verdadera emoción y la pude diferenciar de lejos a la escalofriante mirada que me dió.

Ese día, en la escuela, cuando sonaron las campañas indicando el principio del receso, todas mis compañeras salieron conversando acerca de temas que realmente no me importaban. Podía ver alrededor de las personas muchos colores y formas, pero no podía absolutamente ni siquiera en sus alegres miradas, era algo incierto.

Me levanté lentamente de mi puesto mirando a mi izquierda donde una chica que reconocía muy bien estaba perdida en la ventana sin prestar atención a nada más. A veces parecía que a aquella chica realmente no le importaban las reglas, pero todavía no lograba descubrir realmente lo que me daba esa sensación de rebeldía en ella, algo que admito era fascinante y llamativo.

Me quedé un rato observándola y no parecía darse cuenta en lo absoluto, realmente parecía perdida en su propia mente. Había ignorado hasta entonces su curioso color, y no me refiero al color de su cabello o de sus ojos que ciertamente eran particulares, sino del aura que la rodeaba. A diferencia de los demás, que eran auras opacas, a penas brillantes y con formas casi iguales entre si pero distintivas al mismo tiempo, la de aquella chica era deslumbrante, muy brillante y con formas tan dinamicas y cambiantes que me hipnotizaron por un momento, era algo tan único y que demostraba tanta rebeldía como elegancia que me impulsaron a acercarme.

Yuzu Okogi era su nombre, y aunque no hubiéramos hablado casi nada desde que llegó, su nombre se grabó en mi mente como si hubiera sido escrito en piedra. Su cabello rubio, sus ojos verdes e incluso su piel ligeramente bronceada por el sol le daban un aspecto tan occidental que era imposible que no destacará. Por suerte su aura no era visible para nadie más que para mí, o sino su presencia jamás pasaría desapercibida por nadie en todo Japón. Es más o menos alta que el promedio, pero más baja que yo. Siempre parece tener una actitud agresiva y poco social, pero aún así me dejó acercarme lo suficiente como para saludar.

Le dije un simple buenos días, intentando ser lo más respetuosa posible, pero ella respondió con un muy desinteresado hola, moviendo la cabeza como si fuéramos amigas de hace años. Me acerque un poco más y su aura me rodio por completo, ya había mencionado su atrayente dinamismo, pero nunca note que literalmente parecía tener mente propia, acercándose a mí y rodeandome con un particular calor y cercanía que Yuzu nunca demostró. Parecía anhelante, deseosa, pero su mirada y expresión demostraban todo lo opuesto. "No entiendo las emociones" me decía en ese instante "Aunque intente darle un significado, cada persona es tan particular como si fueran un mundo único".

No recuerdo que estuvimos hablando, pero no fui enseguida de su lado. Ella y yo, de hecho, fuimos las últimas en salir del aula. Los recuerdos difusos de nuestra conversación realmente fueron reemplazados por la constante distracción que era su aura a mi alrededor, era tan cálida y brillante que me relajaba enormemente, ni siquiera yo me habia dado cuenta de lo tensa que estaba hasta ese momento. Hablamos de cosas seguramente no importantes, algo bueno ya que después nos volvimos a encontrar en un momento solitario a la salida. Por algún motivo, ambas nos quedamos hasta tarde en la escuela, yo por los trabajos del consejo ya que dentro de poco habría una ceremonia de reconocimiento, pero su motivo nunca lo mencionó.

Caminamos juntas sin darnos cuenta, sincronizando nuestros pasos poco a poco a medida que seguíamos la misma ruta y entonces, cuando un brillo y una calidez reconocibles me rodearon supe quien estaba a mi lado.

Sin pensarlo mucho la saludé y nuevamente ella me respondió con una actitud taciturna, pero está vez ella continuó con la conversación. Poco a poco, a medida que seguíamos hablando de trivialidades, como los próximos exámenes, aquella calidez que me rodeaba se hacía cada vez más reconfortante y sin darme cuenta me fui acercando a ella, pero cuando ella se dió cuenta, la calidez desapareció y se reemplazo por un frío estremecedor que me hizo temblar al instante. Ella me miró con una mirada confusa y su aura se movía escandalosamente a su alrededor, pero sin animarse a acercarse nuevamente, algo que anhelaba por su calidez, entonces me aleje esperando calmar el ambiente.

Yuzu entonces pareció relajarse y su aura igualmente lo hizo, pero seguía sin acercarse ni un poco.

"¿Por qué te acercaste tanto?" Me dijo ella estirándose un poco "Parecía que me ibas a empujar"

Yo me agarré un brazo algo avergonzada, pero después simplemente dije "Es que hacía mucho frío, y la cercanía transmite calor" fue la mejor excusa, y la más acorde a la verdad, que me pude inventar. Ella me miró con una extraña expresión, y luego contesto con altanería algo que ni siquiera recuerdo, ya que en ese momento su aura volvió a rodearme con mayor calidez que antes, entonces ella volteo a verme con una mirada escalofriante, ya que ahí notaba vergüenza oculta sin éxito tras una mirada de regaño o incluso odio, sus mejillas tenian un ligero sonrojo y ya sin siquiera sentir viento helado que movía su cabello con delicadeza me recorrió un escalofrío en todo el cuerpo ya que por fin había entendido aquella calidez. Aquella chica altanera, cuya rebeldía aún no entendía y que me llamaba con tanto misterio, ocultaba una fachada cálida y brillante que solo yo podía ver en su curiosa aura dorada.

Continuará...

Citrus: Ecos del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora