🏵 | 𓆩 𝑬𝒍 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒆𝒏𝒛𝒐: 𝑬𝒍 𝒂𝒕𝒂𝒓𝒅𝒆𝒄𝒆𝒓 𓆪 | 🏵

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Todo empezó un nublado día de atardecer; el cielo estaba lleno de nubes esponjosas que por el reflejo de los colores del cielo, obtenían aquel característico color rosa. En un bosque frondoso y húmedo, se encontraba una gata de un pelaje atigrado color marrón que estaba llevando a cuatro cachorros; uno lo llevaba en sus fauces y los otros tres la seguían torpemente, cayendo de vez en cuando. La gata cada vez que se caían, los iba recogiendo con su cola para volver a ponerlos de pie. Pronto las primeras gotas empezaron a caer, y enseguida se convirtió en una lluvia brutal. La tierra se convirtió en barro al instante y las zarpas de la gata y de las crías se mancharon.

Cuando llegaron hasta un arroyo, dejaría al cachorro que estuvo llevando en sus fauces por todo el trayecto, y lo dejo sobre una piedra, donde la corriente que estaba bajo la roca fluía a gran velocidad y fuerza, por culpa de la lluvia. La gata empezó a empujar a los cachorros con su nariz, asegurándose de que cada uno de ellos fuesen saltando por encima de las rocas hasta llegar al otro lado. Una vez que creyó que todos llegaron al otro lado del arroyo, la gata empezó a avanzar, con los cachorros detrás de ella. Después de un par de minutos, al mirar por encima de su omóplato, se percató de que no estaban sus crías. Instintivamente su lomo se erizó y sus pupilas se dilataron tanto que ocultaba el color ámbar de su mirada. Rápidamente, corrió en dirección contraria para encontrarse con tres de los cachorros. Sus colas estaban tan erizadas que parecían tres puercoespines, y al parecer no podían apartar su mirada del arroyo. Corrió y se puso entre los cachorros, para comprobar que es lo que tanto les llamaba la atención.
Empezó a sollozar cuando se percató que el cuarto cachorro que faltaba estaba aferrándose a uno de los sobresalientes de una roca, que gracias a sus cortas y delicadas garras aún seguía aferrándose a ella. La corriente lo estaba empujando pero este aún así seguía aguantando, aunque sus garras se estuviesen por romper. El cachorro empezó a maullar, pidiendo ayuda y la gata corrió a su rescate, pero ya era demasiado tarde. Estaba apunto de agarrarlo por su pescuezo para rescatarlo, pero lo único que mordió fue el húmedo aire del bosque. La corriente se llevó a cachorro, el cual se estaba retorciendo para tratar de nadar en dirección contraria y volver con sus hermanos y madre, pero pronto se perdió de vista entre los árboles. La gata soltó un grito ahogado. Sus ojos eran como un par de cascadas. Lo único que pudo hacer es quedarse allí, como una bolita asumiendo la culpabilidad de que la corriente se hubiese llevado a su cachorro. Mientras tanto los cachorros restantes se quedaron viendo como el corazón de su madre que rompía en mil pedazos, al igual que los suyos.

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⏰ Última actualización: Jun 22 ⏰

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𝑯𝒊𝒆𝒓𝒃𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒔𝒂𝒃𝒐𝒓 𝒂 𝒗𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏𝒛𝒂 《🌿🩸》 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora