Capítulo 7

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Felix descubrió con el pasar de las semanas que su compañero de piso era mejor cocinero de lo que aparentaba cuando una mañana el suave aroma de las tostadas lo despertó.

Seungmin había amanecido más temprano ese día para poder retribuirle algo de lo que el agente le había brindado, pese a que Felix le recordaba una y otra vez que no era necesario nada de eso, que ahora eran amigos y que todo lo hacía con el afán de protegerlo. No busca nada a cambio.

— Buenos días... — Felix se sentó en una de las banquetas altas del desayunador.

— Buenos días, enseguida estará listo el desayuno.

Felix solo asintió, demasiado cansado como para emitir palabra alguna. Hace tiempo que venía sintiendo un malestar generalizado, desde que había decidido darle una oportunidad a Hyunjin y aceptar con un poco más de facilidad su cercanía. Había algo dentro suyo que le revolvía las entrañas, hacía que se mareara y que las ganas de vomitar le vinieran de repente.

Una sola noche en un bar cercano había sido suficiente para saber que la atracción que estaba sintiendo por Hyunjin era algo que en el futuro le jugaría en contra. La parte humana se estaba enamorando de los suaves cabellos y hoyuelos persistentes, de los gentiles toques y el terso tono que siempre empleaba para no ahuyentarlo. Estaba cayendo.

— Estaba pensando en que podrías empezar a estudiar algo... ¿no lo crees? — Felix decidió cambiar de tema para que su mente no continuara agitándose.

— No lo sé... no quiero abusar — Seungmin colocó las tazas de té y las tostadas con fruta fresca para luego tomar asiento a su lado.

— Si te lo estoy ofreciendo es porque es un gasto que se puede afrontar — sorbió de su té antes de continuar — podríamos conseguirte alguna beca o algo... estoy seguro que la justicia te dará alguna compensación por lo que sufriste y el resto podremos costearlo de alguna forma.

El omega rubio no dijo nada hasta unos minutos después.

— Siempre quise estudiar gastronomía... — murmuró.

— Entonces serás el mejor chef de todos.

Felix fue asaltado por un fuerte abrazo y por consiguiente el dulce aroma del regaliz envolviéndolo. El repentino movimiento hizo que su dolor de cabeza incrementara pero prefirió no comentarle nada a Seungmin, no quería arruinar su emoción con problemas insignificantes.

Bebió su dosis de supresores bajo la atenta mirada de Seungmin. El omega le había insistido infinidad de veces para que se retractara pero luego de una discusión un tanto acalorada decidió que lo mejor sería no continuar insistiendo. Al fin y al cabo, no haría que Felix cambiara de opinión.

Despidiéndose de su amigo, y haciéndole prometer que buscaría por alguna opción universitaria, se colocó su chaqueta sobre los hombros y emprendió camino al duro día de trabajo que faltaba por delante.

El mar de aromas de la oficina tuvo un impacto incluso más sólido que de costumbre. Las diferentes feromonas alfas hicieron que su mareo aumentara y que el fingir ser un simple beta se complicara varios niveles más.

No saludó a nadie, cosa que no era rara en él, y luego de marcar con su tarjeta magnética su hora de llegada se dirigió con rapidez a su propia oficina.

Allí dentro, el ambientador que suprimía los olores lo ayudó un poco a entrar en razón. Sobre su escritorio varios casos archivados aguardaban por él. En medio de un suspiro, y sintiendo cada uno de sus músculos tensos, tomó asiento en su silla y se puso a leer uno por uno.

La presencia del alfa de cabellos negros no se hizo esperar y poco después dos golpecitos retumbaron en la habitación. Hyunjin asomó su cabellera por la puerta y luego su cuerpo entero. Le sonrió al agente detrás del escritorio e ingresó con dos vasos de té comprados en la tienda favorita de Felix.

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