𝗢.

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La respiración agitada del castaño era lo único que acompañaba aquellos gemidos que salían del portátil sobre el escritorio

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La respiración agitada del castaño era lo único que acompañaba aquellos gemidos que salían del portátil sobre el escritorio. El chico trago seco, mientras su mano subía y bajaba, bombeando placenteramente su enorme erección.

El causante de aquella dolorosa erección llevaba por nombre 'Quokka', un camboy al cual había conocido hace un par de meses. Y Minho podía jurar que era el chico más caliente que jamás haya visto.

- Ahh~ Hyung~ - gimió el rubio, saltando sobre aquel dildo color rosa, apoyando sus manos sobre la cama, dejando una gloriosa muestra de cómo aquel objeto penetraba la entrada del chico - Su pene es tan grande - soltó acelerando sus brincos sobre aquel miembro, soltando quejidos que solo lograban poner más duro al castaño.

El castaño cerró los ojos, concentrándose en la gloriosa voz del chico, sus gemidos y como elogiaba su enorme polla. Minho no sabía quién era, ya que como la mayoría de camboys, tapaba su cara; con un precioso antifas rosa pastel con toques negros y dorados, que resaltaban de forma sexy y elegante entre el delicado y bajo tono rosa, esta cubría desde mitad de su frente hasta su nariz.

Sólo dejando sobresalir sus carnosos labios rosados y leves mejillas, que sobresalían de entre la máscara. No era capaz de ver sus ojos, ya que una especie de red blanca los cubría por debajo de la máscara.

- Ahh~ Bum... Bumpin, gracias por esas 200 estrellas - escucho agradecer al ardiente chico, sin dejar de montar aquel dildo.

El castaño abrió los ojos, mirando como la delicada y ligeramente morena piel del chico tenía rastros de sudor, apenas unas leves gotas en su estómago. Haciéndolo relucir de forma tan exquisita que le daban ganas de lamer aquella superficie con lujuria.

Sin dejar de masturbar su miembro, llevó una de sus manos al mouse, respirando agitadamente, mientras el cursor se deslizaba entre los botones. Preparado para dar su dinero a aquel chico, con el único propósito de oír cómo gemía su nombre.

O bueno, su usuario, pero eso no lo calentaba menos.

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Con su mano algo temblorosa por los espasmos que sufría su cuerpo ante la excitación, dio click a la opción de aceptar sin pensarlo demasiado, cegado por la calentura. Dispuesto a acaparar la atención de aquel rubio, tan solo un segundo, un triste y mísero segundo.

𝗖𝗔𝗠𝗕𝗢𝗬 // 𝗠𝗜𝗡𝗦𝗨𝗡𝗚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora