Recuerdos que matan

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Maximiliam

El aire fresco mueve las hebras de mi cabello, la brisa es cálida en este lugar, mi mente ha estado tan tranquila en estos días junto a mí chef, que las voces han estado tranquilas y descansado.

Traerla a México fue la mejor idea que se me haya ocurrido, tenerla sola para mí me fascina.

Es una absoluta exquisites verla despertar junto a mí en las mañanas y verla quedarse dormida en mi pecho por las noches.

-¿Cuánto tiempo más me harás esperar aquí afuera?- pregunto algo impaciente, desde esta mañana me tiene aquí afuera sentado, disque haciéndome un platillo especial, cuando lo único especial para mí es pasar tiempo con ella.

-Ya casi está listo- dice con una risita, amo el sonido de eso, ni los acordes de la sinfonía más famosa se compara con el sonido de la risa de Fiorella, me enorgullece poder decir que esa sonrisa me pertenecerá el resto de nuestras vidas, ya que, gracias a todas las deidades del mundo, esta pequeña mujer aceptó ser mi esposa.

Escucho los pasos de mi prometida acercarse a la pequeña mesa ubicada en el corredor con camino a la playa.

-Cierra los ojos por favor- me pide con voz amable, a regañadientes lo hago- No vayas a hacer trampa- me dice, tengo los ojos cerrados y solo me concentro en su próximo movimiento-He esperado desde que te conozco para presenciar este momento- explica, sus palabras me descolocan un poco, no sé a qué se refiere, en lo que mi mente máquina las palabras de mi corderito no me doy cuenta del olor a galletas que desprende lo que me está colocando en los labios. Mierdaaaaa, ahora sus palabras cobran sentido.

-Espera- digo escupiendo rápidamente el trozo de galleta que llegó a poner en mi boca-¡Joder!- grito limpiando los rastros del bocadillo de mi lengua.

-¿Pero que sucede?- pregunta con voz triste. Mientras sigo limpiando mi lengua observo como mi mujer luce levemente ofendida.

-No te lo había dicho, pero soy...- no termino mi frase porque siento la lengua pesada e inflamada-Cadela- balbuceo a como puedo.

-¿Canela?- pregunta confundida, imagino que no solo la lengua se me ha inflamado, a juzgar por la expresión de completo horror de Fio, creo que los labios se me han puesto igual- Madonna Santa, eres alérgico a la canela- no es una pregunta pero aún así asiento-Cazzo, lo siento mi amor, Vita mia, casi te enveneno- dice sollozando- ¿Te llevo a un hospital? ¿Quieres que llame a Javier? Dime que hago, tu cara me está asustando.

Sin responderle saco mi teléfono y le envío un mensaje, si hablo, no me entenderá una mierda.

-¿Con esas pastillas bastará?- pregunta, asiento y ella desaparece en dirección a nuestra habitación, en mi maleta siempre cargo los medicamentos para mis alergias. Fiorella regresa con la pastilla y un vaso con agua, me tomo el medicamento, me cuesta un poco, pero la trago.

-Vamos, tienes que descansar- me dejo llevar de su mano hacia la recámara, al llegar mi mujer aparta las sábanas y me invita a subir, obedezco y me meto en la cama con ella. La verdad este medicamento siempre me produce sueño, mientras me acomodo en la cama, espero a que Fiorella se recueste en mi pecho como siempre, pero ella está de espaldas a mí. Le doy un toquesito en la mejilla y le aparto el pelo de la cara, observándola espero a que me diga que sucede.

-Maxi lo siento, no sabía que eras alérgico a la canela, me siento culpable por tu cara fea- levanto una ceja por la última parte, ella me observa y niega con la cabeza-Eso no fue amable, quiero decir que me siento culpable por casi envenenarte- trata de apartarse, pero no sé lo permito, en su lugar, la atraigo a mi pecho y la dejo ahí, donde pertenece. Es culpa mía, nunca se lo dije y sabía que ella tarde o temprano me daría a probar una de sus galletas tan amadas por todos. Mientras le paso las manos por la espalda solo puedo pensar en que no existe nada que esta personita pueda hacer para lastimarme, ni siquiera inflarme la cara.

-¿Sabes que?- pregunta levantado su cabeza para verme, niego lentamente, ella sonríe y dice-Me agradas más cuando estás calladito y con las mejillas infladas- ríe a carcajadas al ver mi ceño fruncido-¡Ach!- grita cuando siente la nalgada que le doy por insolente.

-Atredida-digo.

-¿Qué dices?, no entiendo tu idioma- sigue riendo, la coloco boca abajo y comienzo a hacerle cosquillas por todo su cuerpo-¡No! ¡Para, por favor!- dice entre risas, en este momento con la cara como globo y con las risas de mi Fiorella de fondo, puedo asegurar que jamás permitiré que me alejen de ella.

Tiro la botella contra la pared por la imagen de Fiorella entre las sábanas de aquella cama en México, como la extrañamos. Un año, ya ha pasado un maldito año y sigo sin poder ubicarla. Ya no sé que hacer, he intentado por todos los medios posibles tratar de encontrarla.

No puedo comer, no puedo dormir, ya ni quiera sé si estoy vivo, desde la primera noche sin poder dormir junto a ella, ya nada se siente real.

Si aun respiro, es porque me juré encontrarla, no me importa como y ni que tenga que hacer, pero la encontraré.

La idea de que esté sufriendo me quema por dentro, o si están sufriendo, recordar la posibilidad de que estaba embarazada cuando desapareció me hace querer morir.

Mi familia, se llevaron a mi familia, la vida es una maldita perra de nuevo, no fue suficiente con la basura de familia que me tocó, también tuvieron que arrebatarme las esperanzas de formar la mía.

Si no fuera por Diff, Jennifer y Sergei, hace mucho que me hubiera metido una balanza entre las cejas, la idea de vivir en un mundo sin mi chef es sin dudas la peor de las torturas.

Me siento impotente por no tener ni rastros de ella, ¿Cómo se esfumó de un día a otro?.

He pensado en la posibilidad de que mi hermano esté involucrado en su desaparición, pero en todo este tiempo, se ha mostrado igual de desesperado por encontrarla, no confiamos, algo ocultan.

Sé que algo ocultan, pero no es Nicholas, creo que es momento de visitar a mi querida abuela.
Lucrecia Telnaster, la matriarca de esta familia de mierda, nunca hemos sido los más diplomáticos el uno con el otro, esa mujer está ocultando algo.

No sé porqué, pero estoy seguro de que si quiero respuestas, el mejor lugar para buscarlas es la mansión de los Jardines Blancos. Tomo mi chaqueta y mi pistola.

-Familia Telnaster, es hora del juicio- digo saliendo del almacén donde paso las noches.

Besos en el poto 💋

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