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Aomine iba conduciendo un Ferrari 2014 negro (rentado), como copiloto su infantil e imperativo compañero, Kise, que desde que se había subido al auto no paraba de hablar de lo increíble y fascinante que era estar en un auto así; pero no podía culparlo, él se encontraba igual o más —ya que él era el afortunado conductor de esa máquina—. Cuando Akashi les había dicho a todos que para que fuera más rápido moverse por la prefectura les había rentado a cada quien un auto supuso que era un auto normal y corriente. Nunca se imaginó que él muy engreído les rentaría un auto como ese. ¡Más aparte!, uso sus influencias para que nadie le dijera acerca que todavía no tenían edad para conducir, más bien al contrario, los habían tratado como todos unos reyes. No se quejaba —por supuesto que no—, ya que, ¿cuántas veces tendría la oportunidad de manejar un auto de ese estilo? Suspiro, giro su vista al rubio que, sin darse cuenta, ya estaba completamente dormido, lo cual para Aomine era un alivio, regreso su vista al frente y siguió conduciendo.

...

—Oye ya llegamos.

—Cinco minutos —dijo babeando un poco.

Aomine al ver esa cara rompió en risa lo que provocó que Kise se despertara rápidamente.

— ¿Qué?, ¿qué pasa? —comenzó a mirar a todas partes.

Aomine lo volteo a ver. Kise tenía el cabello desordenado y baba seca a un lado de su boca. Sin poder contenerse de nuevo se carcajeo.

— ¿De qué te ríes?

—De ti, idiota —dijo mientras colocaba una de sus manos en el estómago.

El rubio lo miro interrogante antes de mirarse al espejo retrovisor y ver su aspecto.

— ¡Ah, qué horror! —chillo Kise mientras se sonrojaba completamente.

Aomine al ver ese rubor no pudo evitar pensar que se veía, de cierta forma, lindo, pero una vez pensado eso lo descarto rápidamente y empezó a toser intentando tranquilizarse.

—Ya, rápido, límpiate y baja tus cosas —saco de la parte de atrás su mochila y salió del carro.

— ¡Espérame! —dijo tomando sus cosas y saliendo del coche.

Aomine se dio cuenta que enfrente a él esperaba un valet parking, el cual tenía la mano extendida, se encogió de hombros, le entrego las llaves y siguió su camino al interior del hotel.

...

Al estar dentro se quedó con la boca abierta. Estaba impresionado, ni siquiera había sentido el chocar del cuerpo de Kise, que cuando quiso reclamarle esté hizo los mismo gestos que Aomine.

El hotel era una combinación de lo tradicional con lo moderno.

Después de salir de su letargo se acercaron a la recepción, la cual la atendía una hermosa mujer de cuarenta años, cabellos castaños amarrados en un moño, vestía el uniforme (vestido negro y saco); terminaba de atender a unos clientes cuando fue el turno de Aomine y Kise, que cuando los vio les dio una mirada inquisitiva antes de sonreír.

—Hola, buenos días, sean bienvenidos al hotel "Kaze ni Chikaidesu", ¿en que los puedo ayudar?

—Ah, hola, buenos días. Tenemos una reservación al nombre de Akashi Seijuro.

La mujer al escuchar el apellido dio un pequeño brinco.

—Akashi —susurro —. Claro que la tenemos —dijo rápidamente sin siquiera ver la pantalla de su computadora —. Por aquí por favor —salió de su lugar y comenzó a caminar delante de los dos chicos que, encogiéndose de hombros, la siguieron por detrás.

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