Los dominantes atajaron la gran llanura por un camino subterráneo que permitía atravesarla sin ser avistados por ningún centinela de ejércitos extranjeros, ideal para misiones de incógnito.
Pero la mayor ventaja e importancia de este sendero era la posibilidad que te brindaba para acercarte al médium sin tener que atravesar las conflictivas tierras Shaktienses.
—A medida que descendemos en el sendero, la radiación del sol se desvanece —dijo Renoir—. Es como si la oscuridad extinguiera la luz del sol a la fuerza.
—Así es, el sendero que vamos a tomar recibe el nombre de mārktā —aclaró Dimitri mientras dirigía la marcha.
Llevaba una coleta en su cabello, recogido por un broche con el relieve del sacro escudo Etéreo.
—¿Qué quiere decir eso? —preguntó Aja mientras se zafaba de una rama oscurecida por la ennegrecida atmósfera que se iba tornando.
—Mārktā viene de una antigua lengua de Ajnâ, se usaba cuando mi padre era pequeño y mi abuelo tenía la mitad de su edad total. Significa puntiagudo o espinoso.
—¿Por qué lo llaman así? —preguntó Renoir a la vez que intentaba ver sus pasos en la cada vez más notoria oscuridad.
—Hace mucho tiempo —explicó el caballero—, en las edades medias, según las escrituras geográficas recogidas en Lestari, este lugar fue el hogar de la prole de Lûtikâ, la primera de las arañas. Criaturas con más de media docena de patas afiladas, de seis o siete metros de altas, las más grandes, y tres o cuatro metros de anchas.
—Nos estás llevando por un sendero en penumbra —replicó Renoir—, que abarca la extensión de toda la gran llanura, y en el que habitan unas criaturas tan letales. ¿No te parece un poco temerario por tu parte?
Aja permanecía en silencio, atendiendo las palabras de Dimitri.
—No temáis —tranquilizó Dimitri mientras sacaba de la alforja una piedra que imbuyó en elemento sacro, disipando toda oscuridad creciente que rodeaba a los dominantes—, estas criaturas tuvieron un gran punto débil, y es que su supervivencia dependía de que no les diese la luz, ni la radiante ni tampoco la sacra. Un área intensa de luz podría espantar o incluso cegar a la horrible criatura por mucho tiempo. Con un sacro ataque lumínico podrías matarla.
—Increíble —dijo Aja a la vez que se apegaba a Dimitri rápidamente para entrar en la densa pero cada vez más disipada oscuridad.
A medida que avanzaban, una masa de aire se tornaba más y más putrefacta, como si les rodeara una montaña de cadáveres en estado de descomposición.
—Este hedor... —se quejó Renoir tapándose la boca con el pañuelo de su alforja—, me cuesta respirar y, sea lo que sea este olor, no puede ser nada sano.
De forma repentina, Aja comenzó a quedarse atrás, tocándose la tripa angustiosamente al mismo tiempo que le invadían multitud de arcadas.
—¿Te encuentras bien Aja? —preguntó Renoir deteniéndose inmediatamente—.
—No... quiero—
Antes de que pudiese acabar la frase, la muchacha vomitó cruelmente hasta caer en el suelo.
Renoir se apresuró a reincorporarla, mientras Dimitri invocaba un aro lumínico que les rodeaba a los tres.
El aro tenía un color blanco nieve que se iba tornando cada vez más grisáceo, como si combatiera con las sombras.
—¿Qué ocurre? —se extrañó el caballero— El dominio no debería extinguirse, o al menos, otrora no pasaba nada similar.
Habiendo Renoir tranquilizado a Aja, Dimitri se acercó para ofrecerle una dosha, planta medicinal del este de Ajnâ, en la zona levante, lugar fértil por la presencia de Anahat, comunidad de dominantes de la Magia ancestral Ayurveda.
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A.R.C.A.N.U.M
Fantasy"¿Cuál es el motivo de la violencia? ¿Qué es lo que nos impulsa a matar, a sufrir? La ira, la traición, la sangre, los linajes, el poder. Sin embargo, también hay motivos inocentes: los sueños, la vocación, la lealtad, la protección, el amor". Sumé...