Capítulo 18

264 26 4
                                    

Después de aquella noche intensa con Conway, solo habían dormido un par de horas, ya que sabían que había sido peligroso tener su momento íntimo en aquella casa, era temprano por la mañana y ambos se separaron de su cálido abrazo para separarse otra vez, ninguno de los dos quiso decir una palabra mientras volvían a cambiarse de ropa, Conway observo las prendas que vestía el rubio y no pudo evitar sentir una rabia formarse en su ser, esa no era ropa que Gustabo vestiría, de hecho le parecía bajo que tuviera que vestir así para venderse a todos esos hombres, nadie merecía su cuerpo.

Se acercó a él y le entrego el suéter obscuro que llevaba consigo, Gustabo entendió, a él tampoco le parecía ir por las calles con esa ropa extravagante. Tomo el suéter y se lo coloco, se sentía más cómodo y aquello tenía el aroma masculino de Conway, atractivo y relajante. Conway volvió a su pasamontañas negro y después de asegurarse que llevaba todo consigo, miro al rubio quien solo había permanecido sentado en el borde de la cama con una mirada triste y perdida; se acercó para sentarse a su lado y tomar su mejilla para mirarlo.

—Me tengo que ir.

—¿Ahora avisas?

—Se aprende a la mala.

Gustabo lo miro y sus ojos se cristalizaron, no quería dejarlo ir, pero ya había nada por recuperar, tenía todas las de perder y el orgullo intacto, ya no existía el perdón y tampoco necesitaba las disculpas del otro. Conway levanto su pasamontañas y acercó su rostro al del rubio para dejar un último beso en sus labios, soltó un suspiro y junto ambas frentes, esperando un momento antes de hablar.

—Gustabo, si voy a morir prefiero que sean tus manos las que me maten.

—. . . Prometo que así será.

—¿Es una promesa? Recuerda que las promesas se rompen.

Gustabo lo miro fijamente, trago saliva y dejo que sus ojos terminarán de derramar las lágrimas que le restaban. —Tienes razón, entonces solo prepárate.

—Lo estaré, pero no pienso detenerme por ninguno de tus coleguitas.

—Me importan una mierda, así acaben en la trena o tres metros bajo tierra. Antes de que lleguen a ti, yo ya acabe contigo.

Conway suspiro. —Bien.

Gustabo condeno con la mirada a Conway, sostuvieron una expresión indescifrable, no podían decir si era preocupación o simplemente sin sentimiento alguno, pero uno de ellos tenía que romper con ese juego de miradas y Conway fue quien se dió la vuelta para retomar su camino, Gustabo no quiso mirar más, no podía soportar verlo irse de nuevo, sobre todo ahora, porque sabía que sería la última vez que ambos se verían de forma pacífica e íntima. Escucho el ruido de la puerta y volvió a deshacerse en un incontrolable llanto que lastimo su garganta, ya no podía seguir soportando este tipo de situaciones, lo estaban matando y haciendo sangrar, era una herida que nunca podría cerrar si continuaba así, por eso sabía que si veía a Conway una vez más, sería solo para matarlo.

Ni siquiera quería dormir, solo sobrellevar aquello de la manera más inmadura posible. Se levantó y salió de aquella casa para dirigirse al bar menos confiable que encontrará en aquella zona; pregunto a pandilleros de allí y lo llevaron "amablemente" ya que podía escuchar los cuchicheos detrás de el y en cualquier momento podía ser asaltado o golpeado, pero a este punto ya no le importaba mucho lo que le pasará. Para su sorpresa si llego a un bar, estaba vacío ya que era temprano y al ser único cliente, tuvo atención directa.

—Dame un trago, de la mierda que sea.

El hombre detrás de la barra enarco una ceja confundido y le sirvió un trago de vodka. —No eres de por aquí, ¿Cierto?

Amantes | Intenabo |  FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora