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No sabía cuánto tiempo llevaba en su dichoso "santuario", realmente se trataba de su cuarto, encerrado y escondido debajo de sus cobijas.

Estaba devastado, solo Drako entraba para darle algunas charlas de motivación y alimento, su madre no había tenido problema con que su hijo faltará a la escuela, sabía lo que era sentirse mal por amor, además de la pequeña posibilidad de que se repitiera un incidente cómo el de primaria.

Incluso tuvieron una pequeña plática sobre si quería volver a la educación en casa, pero Juan negó.

Él sabía que en algún punto volvería a sentirse bien, aunque no sabía cuándo sería eso, además estaba Roier, no podía abandonar a su único amigo.

Él sabía que en algún punto volvería a sentirse bien, aunque no sabía cuándo sería eso, además estaba Roier, no podía abandonar a su único amigo

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-¡¡Juaaaaan!!-

Se despertó al escuchar fuertes y constantes golpes en su puerta, bostezó  con pereza, y cómo siempre ignoró a quien estaba detrás de la puerta.

—¡Juan cabrón ábreme!—

Esa voz chillona se le hacía conocida, ¿Sera posible?.

Se quitó las mantas de encima y con dificultad se acercó hasta la puerta, hacia mucho que no se levantaba y le estaba cobrando factura.
Tomó la manija de la puerta y con lentitud abrió solo el espacio requerido para asomarse.

—¡Juanitooo!— A Roier nunca le importó respetar la privacidad de su amigo, abrió completamente la puerta sin mucho trabajo y con el camino ya despejado, lo abrazó con fuerza.

—Me tenías preocupado cabrón, saliste de la fiesta y ya jamás te volví a ver, me dio penita no venir antes, pero mira te traje algo— se separó, dejando a Juan muy aturdido, sacó cosas de la mochila que llevaba colgando en su espalda.

—Las tareas y trabajos— él de lentes lo miró sorprendido, aún sin decir una sola palabra —Yo hice todito y solo, sin ayuda, así que no te atrasaste en nada y yo tampoco, la verdad yo mismo me sorprendí de mi capacidad—

Quedaron en silenció por largo rato, Roier pensó que Juan no lo quería ver o algo parecido.

—Roier— La voz de Juan sonó baja y débil, posiblemente porque no ha hablado en mucho rato —Gracias amigo— está vez él fue quien inició el abrazo.

—De nada carnal, ya sabes que para eso estoy, hasta el pinche Spreen pregunto por ti, ¿Ya sabes cuándo vas a volver?— correspondió el abrazó.

—No lo se Ro, ¿Cuánto ha pasado? Mi mamá no me quiere decir—

—Un mes wey—

Juan se separó con rapidez y con la misma jalo a Roier dentro de su no tan ordenado cuarto, lo sentó en su cama mientras comenzaba a buscar quien sabe que.

—No mames, yo pensé que llevaba como dos días o un pedo así ¿Ya son finales? No he estudiado nada, no mames, no mames— seguía dando vueltas por su cuarto, de vez en cuando recogiendo ropa sucia y de más.

Cagón       (Juackity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora