CAPITULO 18

36 6 1
                                    

Su cuerpo ya no dolía tanto, estaba mareado pero no como antes, dejaba salir ciertos quejidos por una leve molestia que había en sus muñecas. Tenía abiertos sus brazos y por alguna razón sentía que no podía soltarse, abrió sus ojos y vio que estaba amarrado en una especie de ruleta con sus manos y pies atados a diferentes extremos de la circunferencia. Tenía un mal presentimiento de que nada de eso sería algo bueno.

—¡Vamos a jugar! —dijo una voz risueña. 

—¿Qué me están haciendo? —con poca saliva que quedaba en su boca humedecía sus labios.

—Debemos jugar, Hongjoong —volvió a reír.

—¿Cómo saben mi nombre? ¿quiénes son? —salía de la oscuridad el más bajo, el que traía ese maquillaje en su cara que ahora podía identificar y se trataba de un leopardo.

—Hongjoong —caminaba hacia el con una mirada amenazante— hoy vamos a jugar —fue aún extremo de la ruleta y le dió vueltas hasta hacer girar al ya muy nervioso Hongjoong.

—¡Por favor! ¡Por favor no! ¡No! —veía como giraba todo o más bien giraba él.

—¡Es tu turno! —el mayor salió de la gruesa oscuridad nada más que con cuchillos y navajas en sus manos.

—¡Como digas! —empezó a cantar con esa voz dulce pero escalofriante.

Estaba viendo todo, aunque en momentos de cabeza pero estaba observando como el chico más pequeño bailaba cerca de él aplaudiendo con sus manos mientras que el de las armas estaba a punto de tirar un cuchillo.

—¡Espera! ¡no tienes que hacer esto! —sus lágrimas empezaron a salir.

—Hongjoong se vino a divertir —tiró el primero cuchillo que fue a dar al lado derecho del menor en la ruleta.

—¡No! —exclamó cerrando los ojos.

—Hongjoong debes divertirte —dijo el chico de los cuchillos— ¿Por qué no te escucho cantar? ¿quieres que el próximo cuchillo de en tu frente?.

—Claro que no —negaba con pucheros en sus mejillas.

El chico de ojos de felino cantaba con una voz chillona lo suficiente para torturar los tímpanos de Hongjoong hasta el punto que deseaba estar sordo, ciego y mudo.

Y así siguieron hasta torturarlo con muchos cuchillos cerca de su rostro y entrepierna, tenía los peores ataques de nerviosismo, sin duda la presión en su corazón lo hacía explorar ideas falsas en donde visualizaba la habitación aquella, las luces de las velas, el cuerpo de Mingi en su interior, las caricias ajenas como si volviera a explorarlas de nuevo, todo esto con tal de olvidar lo que estaban haciendo con él.

—¡Ya basta! —una tercera voz salió— Hongjoong ya se divirtió, ahora llevenlo a la arena.

Los risueños chicos bajaron al débil Hongjoong y lo llevaron a un lugar más iluminado, una carpa gigante, sin más ideas en la cabeza era un circo, sentía todo lo que hacían con su cuerpo, veía parte del lugar, al notar que lo habían dejado solo quiso levantarse.

Una vez y otra vez volvía a caer pero no se rindió siguió intentando y aunque su rostro estaba sudado, al caer se llenara de arena, realmente no importó.

Cuando estaba por llegar a estar de pié un fuerte golpe llegó a su espalda y provocó que golpeara su mejilla contra la arena, aquella presión no dejaba que respirara sentía como las pequeñas y menudas piedritas se incrustaran en su piel.

—Así que nos volvemos a ver —la voz ajena era conocida, muy conocida.

—N-no r-respiro —era lo único que podía decir.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 16 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sombras • MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora