Prostituto vividor

590 37 15
                                    

El siguiente capítulo contiene las siguientes advertencias: abuso sexual, ahorcamiento, humillación; degradación, prostitución, hemorragia; violencia sexual, desgarre anal, creampie; violación y la romantización de esta; cabalgata, masturbación, términos femeninos como insulto, sexo robusto y sexo anal. Estas pueden resultar senisbles para el lector, favor de leer bajo tu propia responsablidad.


Satoru salió del lujoso baño de la habitación con la bata mal anudada, dando así, un poco de vista espectacular a sus tonificados pectorales y clavículas, secando también, las hebras blanquecinas que goteaban, con un paño pequeño. Caminó con despreocupación hacia el hombre mayor que guardaba una expresión tosca y burlona en su rostro, que le esperaba sentado sobre la orilla de la cama, completamente desnudo.

Al encontrar los ojos azules cual cielo, el mayor sonrió al albino, con un destello de sorna y deseo. Era tan apetecible cuando no estaba siendo altanero. Se acomodó en la cama, recargando su ancha y esculpida espalda sobre la acolchada cabecera color chocolate y, realizó un ademán con sus manos, indicando a Satoru que fuese a él.

El albino acató la indicación de su mayor y decidió dejar la toalla tirada por un lado. Se dirigió a la espaciosa cama y se subió, colocando sus rodillas a ambos lados de las piernas de su contrario, manteniéndolo por debajo de él.

Desde su lugar, Toji presenció la mirada soberbia del menor, que mantenía la seriedad en sus facciones y demostraba superioridad con el mentón alzado.

Mientras Satoru soltase el dinero, Toji no podría quejarse. Mientras Satoru diese su agujero, Toji no podría quejarse.

Las toscas manos fueron al nudo de la bata y lo deshizo de un tirón, fácilmente y revelando un poco de la piel tersa del más joven. Acto seguido, manteniendo una mirada atenta sobre el individuo frente a él, Toji elevó sus manos hasta el cuello de la bata y deslizó la misma, para desvelar la desnudez de Satoru.

La bata de baño cayó por los hombros de Satoru con gentileza. Toji paseó su mirada sobre el contrario, sin perder ningún detalle de este y disfrutando de la nueva vista, fantaseando sobre lo que haría a continuación.

—Hoy estás tomándote tu tiempo, Toji —comentó Satoru, neutro—. Nunca pierdes el tiempo en meterme la verga.

—Bueno, tal vez es porque quiero intentar algo diferente, mocoso —contestó Toji, sin apartar la vista del pecho ajeno.

Elevó una de sus manos y tocó la piel del torso, acariciando con las yemas de sus dedos el pecho y abdomen de este, quien contrajo un poco al sentir el tacto. Un momento después, Toji alzó su rostro hacia Satoru y le sonrió, con sensualidad.

—Quiero que te masturbes para mí —demandó.

—¿Qué? —cuestionó el albino, algo extrañado.

—Eso mismo, quiero ver cómo te masturbas para mi. —Le tomó del cuello, para atraerlo hacia él—. Hazlo, o habrá castigo —amenazó, en un murmullo ronco y para después lamer los finos y rosados labios de Satoru, el cual se estremeció un poco.

—Bien —contestó el más joven, sin más opción.

Así, Satoru se distanció del mayor y, la bata que había estado suspendida en sus antebrazos, fue dejada debajo para acomodarse sobre ésta. Se sentó y reclinó medianamente, apoyando uno de sus codos sobre el colchón.

Un ligero sonrojo vergonzoso adornaba sus mejillas y las puntas de sus orejas. Se sentía expuesto por alguna razón, a pesar de no ser la primera vez que cogía con este hombre.

—Ábrete, así no puedo ver nada —indicó Toji, mostrando una sonrisa socarrona ante la repentina vergüenza de Satoru.

Satoru tensó su mandíbula y torció su boca en una mueca de disgusto, pero aún así, acató lo que aquel hombre le decía. Para bien o para mal, Toji era muy bueno en el sexo y podía satisfacerlo muy bien.

Yenes que valen la pena | TojiSatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora