bebe de mama (parte 1)

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Corría tan rápido como podía porque llegaba tarde a mi trabajo. En una esquina doblé y lo último que recuerdo fue un enorme bate de beisbol acercarse a mi cara.
Cuando desperté me encontraba en una habitación desconocida, miré a un lado y a otro confundido. Apenas me moví noté cierta incomodidad en mí, tardé en descubrir de que se trataba, al fin me incorporé un poco para ver que tenía un gran pañal blanco. Cuando lo quise tocar, vi que mí manos estaban cubierta con grandes guanteletes sin dedos como los que usan los bebés. De mi boca no se escapó ningún sonido puesto que llevaba un chupete con correa. En mi desesperación volví a mirar a mí alrededor y para mi sorpresa descubrí que estaba en una cuna, de mi tamaño, pero cuna al fin. La baranda era tan alta que me era imposible espacapr de allí. Intenté quitar las trabas de seguridad, pero los guantes volvían torpe mis manos.
Intenté calmar mi mente y por tercera vez inspeccioné la habitación, era como la de un bebé, pero por lo que llegaba a ver era todo de mayor tamaño. Sobre un gran mueble cambiador había al menos una decena de pañales, distinguí sobre un sillón ropita de bebé pero de mayor tamaño, y además juguetes por doquier.
Poco a poco en mi mente se fue formulando que quien me había secuestrado me tenía allí como un bebé. Aquella idea hizo que la desesperación se apoderada de mi otra vez. Sin embargo pasó a un segundo plano cuando sentí la necesidad de desagotar mi vejiga. El problema, claro está no podía moverme de donde estaba. Miré hacia mi entrepierna y vi el gran pañal.
-Y si hiciera… Claro que no –deseché la loca idea enseguida.
La presión seguía aumentando y mis fuerzas eran cada vez más escasas. Al fin me tragué mi orgullo y dejé de aguantarme. Pude sentir como el pipi se desparramaba en el pañal que se volvió más pesado y se tiño de un color amarillento. Jamás había usado un pañal, por lo cual me llamó la atención el hecho de que a pesar de todo el pipi que expulsé me sentía seco.
Humillado me recosté y empecé a llorar. A los pocos minutos se presentó una joven mujer, era muy bella, con un largo cabello rojizo, y vestía un camión muy sexy.
-¿Qué pasa mi bebito? –exclamó acercándose a mí.
Mis intentos por decir algo se vieron impedidos por el chupete, apenas salieron algunos sonidos guturales que me hacían parecer más un bebé.
-Ahh mi bebito está queriendo aprender a hablar –me palpó el asqueroso pañal –. Ah, ya veo, lo mojaste. Pero no llores mami te cambia.
La mujer destrabó una de la barandas de la cuna, vi mi oportunidad, tan rápido como pude me bajé y quise dirigirme a la puerta de salida, pero mis pies me fallaron, casi no tenían fuerzas. Caí al piso, y una vez más parecía un bebé intentando gatear.
-Aún eres muy chiquito para caminar –me dijo la mujer.
Con increíble fuerza me alzó en brazos y me llevó a un mueble cambiador. Me recostó y empezó a quitarme el pañal, quise resistirme, pero mis brazos tampoco tenían fuerzas.
-Ya, ya bebito, hay que sacar este pañalito todo cochino.
Finalmente su fuerza fue más y me sacó el pañal, intente tapar mis partes de la vergüenza, pero ella apartó mis manos.
-Bebito, mami sabe bien que hay ahí y no le da pena.
Me acomodó debajo de mi cola un pañal, me roció de talco mi cola y mis partes y la distribuyó con sus manos, luego puso algo de talco en el pañal y lo cerró con fuerzas a la altura del ombligo. Volvió a abrochar mi enterito a la altura de la entre pierna.
Intenté preguntar qué pasaba allí por medio de gestos, pero la mujer respondía a ellos como si solo se tratara de un juego infantil entre la mamá y el bebé.
Comenzaba a darme cuenta que aquella mujer estaba desquiciada, y yo empezaba a enloquecer también.
Luego del cambio de pañales, me llevó en brazos hasta un corralito lleno de juguetes, me dejó allí dentro animándome a que me divirtiera con lo que me había dado, mientras ella me tomaba fotografías como si yo fuera un bebé de verdad. Desde luego me rehusé.
-Bebito, sé que te está costando acostumbrarte a todo esto nuevo, pero mientras más rápido lo hagas mejor para todos. Te puedo asegurar que voy a ser una mami súper dulce que te va a dar todas sus atenciones, lo único que pido es que seas un buen bebé.
Con mis manos le hice señas de que estaba loca, desde luego no le gusto. Con increíble fuerza me levantó, me puso en su regazo y empezó a dar nalgueadas.
-Eso no es ser un buen bebé –repetía una y otra vez.
Me impresionaba la fuerza que tenía, y sus golpes, a pesar del abultado pañal, podía sentirlos y eran muy dolorosos. Luego de la reprimenda volvió a dejarme en el corralito y por medio de gestos me indicó que jugará. Para evitar otro castigo físico accedí aunque sin saber muy bien que hacer, pero lo poco hecho pareció satisfacer a mi nueva “mami”.
Así pase gran parte de mi primer día como un bebé. Pese a mi resistencia mojé el pañal dos veces más a lo largo del día, y debí pasar por la humillante situación de ser cambiado, claro que a la mujer que me atendía no parcia molestarle, más bien lo contrario la satisfacía ver en mis actitudes propias de un bebé.
Cerca de la noche me volvió a costar en la cuna alta, cerró con candado los barrotes y cantó una canción de cuna para que me duerma. Una vez solo, me costó mucho conciliar el sueño, no podía parar de pensar en lo que estaba viviendo, por otro lado moría de hambre y para finalizar el horrible pañal que llevaba puesto no dejaba de hacer ruido cada vez que me movía, como si fuera una bolsa de plástico.
Entrada la madrugada finalmente el cansancio me venció y me dormí. No estoy seguro de a que hora desperté solo recuerdo que aquella desquiciada mujer me observaba con una expresión de ternura que pocas veces vi.
-¿Al fin se despertó mi bebito dormilón? –exclamó.
Palpó mi pañal, y notó que estaba seco.
-De seguro tienes mucha hambre –asentí con la cabeza -. Bien.
Procedió a retirarme de la cuna, me llevó en alzas hasta una silla y allí se sentó y me colocó en su regazo.
-Ahora voy a quitarte el chupete, si hablas no habrá comida –volví a asentir con la cabeza.
Me quitó la correa y sentí un gran alivio. Luego se abrió la camisa y me ofreció uno de sus pechos que ya comenzaba a gotear leche. Desde luego que no era lo que deseaba, pero mi hambre de varios días y la sed fueron más fuerte. Como si fuera un verdadero bebé me lancé con desesperación y succioné como loco. El líquido era más pastoso y de sabor dulzón al principio hasta hacer más liquido luego. El sabor no era de mi agrado, pero la sensación de que algo tibio estuviera llenando mi estómago era satisfactorio.
-Tranquilo, bebito, hay mucho –repetía ella al tiempo de que se presionaba los pechos para que la leche saliera con más fuerza.
Cuando vacié un pecho continué con el otro.
En medio de la succión sentía que me vejiga iba a estallar, pero no quería interrumpir el banquete, así que con menos vergüenza que el día anterior solté el pipi para que el pañal se encargara, el mismo se volvió terriblemente pesado y se infló muchísimo.
-Que buen bebito que sos  -dijo la mujer al notar el estado del pañal.
Terminada la comida si procedió a cambiarme, desechó el pañal húmedo y amarillento y acomodó uno nuevo debajo de mi colita. Me roció con talco y al pañal también, lo cruzó por entre mis piernas y al cerrarlo lo apretó con fuerza con lo abrojos.
-¿Por qué…? –atiné a decir tímidamente durante el cambio.
-Shhh –me colocó el chupete -. Lo único importante es que borres esa vida aburrida de adulto que tenías, y te centres en ser un buen y dulce bebé.

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⏰ Última actualización: Jan 28 ⏰

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